Nuevos Inicios

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Antes de comenzar a leer, esta historia no me pertenece. La autora Heyepic es la creadora de tan adictiva historia. Yo simplemente la estoy traduciendo.


Han pasado tres semanas desde que mi vuelo llegó a Los Ángeles y dos semanas desde que había comenzado a trabajar para la pequeña publicación de la universidad. Ya había caído en una especie de ritual; despertar alrededor de las seis y media, ducharme e intentar domar mi cabello en algo remotamente presentable y deslizarme por la puerta con una barra de cereal y una taza de café tibio. Caminar se convirtió en mi principal medio de transporte, ya que poco a poco me di cuenta de que la pequeña cantidad de dinero que tenía se hacia mas menos cada día y tomar los autobuses públicos o incluso el metro requería de una asignación diaria. No era horrible andar pie, sin embargo, el clima en Los Ángeles era irreal y resultó ser un cambio drástico a los erráticos patrones ambientales de Nueva York. Muchos días fueron bendecidos con cielos azules, vidriosos y alineados con las nubes. Ya que me dieron la bienvenida a la suave calidez del sol cada mañana me acompañaba cuando salía de mi pequeño complejo de apartamentos. Los edificios, que estaban lejos de ser grandes en tamaño que lo de que era la zona este, exhibían un diferente tipo de glamour y fueron construidos con hermosos ladrillos de colores suaves y piedras que parecían brillar bajo los rayos de sol.

Cuando salí del apartamento alrededor de las siete, mis dedos prensaban mi habitual y barato termo portátil de café y mi desgastada bolsa marrón, que colgaba por encima de mi hombro. Tomé mi ruta habitual la cual me toma un promedio de veinte minutos para llegar a mi destino. Tarareaba para mí misma en voz baja, tomando sorbos ocasionales de mi termo de café, cuando mis ojos vieron a una farmacia en la esquina, me detuve. Mi estómago se retorcía de una manera desagradable, sabía que necesitaba comer algo, sobre todo porque me había olvidado de tomar algo para el camino. Después de pensar rápido por un momento, me decidí entrar al establecimiento, di un paso dentro e hice una pausa por un momento para apreciar la fresca ola del aire acondicionado. Me apresuré para llegar al pasillo de comida, buscando mi teléfono para comprobar el tiempo. Gemí internamente. Por lo menos ya llevaba diez minutos de retraso, pero entre la hora del almuerzo y el desayuno habían de cinco horas de diferencia, así que no tuve más remedio que parar. Sentí chocar con mi brazo con alguien y como una idiota continué caminando, solamente volví la cabeza ligeramente por encima del hombro para murmurar una rápida y poco sincera disculpa. El hombre pasó de largo por el pasillo y lo más probable es que no escuchó mi alegato por la capucha oscura que cubría su cabeza, me sentí aliviada de que no haya respondido. Cogí la merienda mas barata que había disponible, la cual era una barra de cereal con un falso relleno sabor a cereza, y me di un giro rápido para la parte frontal de la tienda. Suspiré suavemente para mí misma por el alivio de ver una fila casi inexistente, me puse de pie pacientemente mientras una anciana pagaba por una revista de jardinería y una botella de té dulce. Mientras esperaba y controlé mi deseo de gemir en voz alta ante la lentitud de la mujer que estaba delante de mí, en ese momento vi al mismo hombre con capucha oscura, con el que me había topado momentos antes, salir por las puertas delanteras. Sus hombros anchos y alta figura desaparecían rápidamente entre el cristal automático.

—Siguiente.

Salté un poco ante la voz aguda y lacónica que rompió mi mirada desde la parte enfrente de la tienda. Vi a la chica , tal vez mi edad, observándome con disgusto. Di un paso adelante con rapidez, dejando caer la barra de cereal sobre el mostrador y ofreciéndole disculpas a la chica con una media sonrisa. Ella no regresó el favor con cortesía, en su lugar tomó la barrita con sus largos y bien cuidados dedos. Estaba acostumbrada a encontrarme con chicas como ella en Los Ángeles; Rubias despampanantes y excesivamente bronceadas prácticamente eran la propia especie de la costa oeste. Independientemente, continué para ofrecerle otra leve sonrisa a la chica mientras examinaba mi desayuno. Alcanzó meter un mechón de cabello rubio platinado detrás de la oreja, y luego me miró.

25 Weeks Without Mr. Arrogant en EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora