Capítulo 7: la historia se repite

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Capítulo 7

Mi madre se alojaba en un motel a las afueras de Nueva York. El motel Paradise era un sitio barato y bastante viejo. Un lúgubre sitio a pie de carretera que solo servía para dormir malamente y continuar el viaje si disponías de poco dinero.

Austin no me volvió a hablar lo que duro el viaje hasta aquel lugar, hecho que agradecí pues no creo que tuviera fuerzas para rebatirle nada, sólo le contestaría con monosílabos. Ahora mismo solo quería comprobar que mi hermano estaba bien y llevármelo de nuevo conmigo.

El viaje no fue excesivamente largo, unos treinta minutos que me pase callada y dándole vueltas a aquella extraña habitación. Sentía que Austin me miraba, mientras yo tenía mi vista a través de la ventanilla, pero no dijo nada. Estaba claro que lo había pillado pero ¿con qué?... por lo poco que sabía del sexo, que no era mucho, aquella habitación estaba preparada para ello. La cama era grande, el asiento estaba ligeramente curvado y las evasivas de Austin confirmaban aún más que aquel sitio era más de lo que parecía. También estaba el hecho de que tenía cerradura. De noche volvería a comprobar si seguía abierto o por el contrario ya estaba cerrada con llave.

El letrero del Paradise estaba casi en ruinas, la mayoría de sus letras caídas y el aparcamiento casi vacío. Austin aparcó y se bajo del coche para abrirme la puerta. Me baje a duras penas pues las piernas me temblaban un poco, tenía un mal presentimiento. Le mire dedicándole una sonrisa por estar allí conmigo, ya que al fin y al cabo era un gran apoyo moral para mí, cosa que no tenía hace unos días. Entramos con paso firme y decidido uno detrás del otro.

En recepción nos esperaba un tipo bajito y gordo, con unos pelos en la calva que curiosamente me recordaba a un dibujo de los Simpson. La mesa de madera esta vieja y el motel parecía que se caía a pedazos, mi madre se merecía una bronca por haber llevado allí a mi hermano, además si ella no hubiera dicho finalmente que lo recogiéramos ese mismo día sobre las ocho Timmy dormiría allí y ese no es lugar para un niño pequeño. Las manos rechonchas del hombre pasaban las hojas buscando a mi madre por su nombre de pila: Eve james Stewart. ¿Cómo se nos había podido olvidar pedirle el número de habitación?

Con una voz profunda y grave nos dijo que mi madre se encontraba en la habitación trescientos quince, según el hombre, una de las mejores porque daba a la parte trasera de la carretera.

Austin me miró y se acercó a la puerta con el número que el hombre nos había dado. Dio dos golpes suaves, pero que se oirían perfectamente al otro lado. Mi madre salió enseguida con mi hermano en los brazos.

─Se ha quedado dormido─ dijo sonriendo mientras me pasaba a Timmy a mis brazos. Yo comencé a caminar, tenía que ponerlo en el coche. No quería que se despertara. Mi madre cerró la puerta y nos acompañó detrás de Austin.

─Hemos estado jugando con unas cartas para niños que le compre en la gasolinera que esta a una manzana de aquí. Luego quiso que le leyera un cuento. Me dijo que tú se lo leías cada noche.

─Sí le gusta que le lea cuentos. Eso también es bueno para él le ayuda soñar y olvidarse de los problemas, es algo bueno para los niños y a él le encanta─ le dije mientras me giraba a mirarla con Timmy ya en el asiento trasero del todoterreno de Austin.

─Becca, cariño. Sabía que lo dejaba en buenas manos─ ¿se estaba justificando?─ Has la madre que yo no pude ser y más─ afirmó solemne mirando hacia mí con los ojos entornados y a punto de aguarse.

─Tienes razón. Nunca has sido una madre, Eve. De manera que ahórrate tus lágrimas y tus halagos. Es tarde, madre. Ya te dije que yo para ti no existo─ le dije todo lo fría que pude.

Ella bajo la cabeza arrepentida y avergonzada. Yo no quería esta conversación, quería irme ya. Timmy necesitaba dormir y yo también. Mire a Austin, su expresión lo decía todo. Era la misma que había tenido desde el día que vino mi madre. Esa que decía que me arreglara con ella que le diera una segunda oportunidad, pero era mi vida y yo decidía.

Provocada por el DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora