VII (FINAL *1ra Temporada*)

613 58 57
                                    

Nada había cambiado.

Kise recibía más abusos de los que estaba acostumbrado, no comía como debía y ya no podía trabajar.

Le dolía cada golpe que recibía, lloraba y suplicaba a Aomine disculpas y piedad, no sabía lo peligroso que eso podía ser.

Un día Aomine llegó borracho, acorraló al rubio contra la pared de la sala.

-E-escucha fenómeno, esa desgracia no es mía, eres una puta, ¡Me engañaste!-

El sonido retumbó en la sala, Aomine le había dado una bofetada, dejando roja la mejilla de Kise, que ahora lloraba, nada cambiaba.

-Aomine, pe-perdón. ¡No me golpees más! ¡Lo siento!-

-¡¡Cállate maldita perra!!-

Dejó de acorralarlo, subieron tambaleándose hasta el cuarto de Kise. Fue empujado cayendo en el blando lugar. Aomine quitó su cinturón. Kise lloraba no sabía qué hacer. Los golpes no se hicieron esperar, uno tras otro dejaban roja la blanca piel de Kise.

-¡Aomine! ¡Le harás daño al bebé!-

-¡Esa mierda no importa! ¡Mierdas como ustedes no importan ni merecen vivir!-

Le dolían ésas palabras, tal vez tenía razón. Las lágrimas caían sin freno alguno, los sollozos y golpes resonaban con fuerza.

El inferno había terminado. El moreno se fue, dejando a Kise en el cuarto bajo llave, un poco de sangre brotaba de su cuerpo, manchando su ropa, aún lloraba, su cara se encontraba húmeda, temblaba.

-Y-ya no lo soporto-

Dijo en susurro, llevo sus manos a su abdomen.

-To-todo es t-tu c-culpa-

Apretó su camisa, no lo soportaba más.

La mañana había llegado. Pensaba escapar. Aomine no se encontraba en la casa, la puerta de su cuarto ya no tenía seguro, gran error. Tomó unas cuantas cosas y las guardó en una mochila, se cambió, poniéndose ropa negra. Tomó una sudadera del mismo color y se la colocó, tenía miedo de que lo reconocieran, se colocó la capucha y bajó, al fin se iría de ese sufrimiento.

Salió por la puerta principal, dejando todo atrás. En la noche anterior antes de que Aomine lo dejará le dijo que se fuera, que jamás volviera con esa insignificante cosa.

Las lágrimas caían, por fin se había ido, corría mientras buscaba dónde refugiarse, tenía miedo. Recordó momentos con Aomine, los pocos momentos felices que tenía junto a él, entre sus pensamientos recordó a Kasamatsu. Sabía donde vivía, pero no lo visitaba con concurrencia. Corrió al departamento de su amigo, unas pequeñas gotas caían del cielo, comenzaba a llover. Sus lágrimas habían cesado.

Cuando llegó al departamento tocó la puerta, esperando con impaciencia, quitó la capucha que lo cubría mientras la puerta se fue abriendo de par en par, ahí estaba el peli-negro un tanto confundido.

-¿Kise, qué haces a...?-

No le dio tiempo a completar la oración, ya que Kise se lanzó a sus brazos, empezando a llorar, Yukio no sabía qué pasaba.

»Anormal« (Aokise)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora