Sweet dreams

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Tom escuchó el timbre y se despertó rápidamente mientras se frotaba los ojos. Abrió la puerta en pijama, pero no le importó, porque allí se encontraba su mejor amigo, Rupert. El pelirrojo entró a la casa silenciosamente y le dio unos golpecitos en la espalda.
-No me esperaba tu visita ¿Cómo estás?- Le preguntó Tom.
-Muy bien, pero parece que tú no mucho ¿Qué te ha pasado con Emma?-Preguntó su amigo, inquieto.
-Ella, verás, ya no nos hablamos-Explicó Tom nervioso.
-Entiendo, estás dolido por lo que confesó ella a la prensa- Dijo Rupert.
-Si, intenté razonar las cosas con ella pero me dijo que era demasiado tarde para arreglarlo- Respondió él.
-Necesitas olvidarla, Tom- Le explicó su mejor amigo.
-¿Crees que es tan fácil?- Preguntó Tom.
-Ya sé que no es fácil olvidarla pero lo tienes que hacer, no puedes seguir así, ella lo dijo, no hay nada que arreglar, ya se a acabado- Razonó Rupert.
-Es verdad, ya no hay vuelta atrás ¿Pero... y si a cambiado de opinión?- Preguntó Tom.
-No lo creo, es Emma- Respondió su amigo.
-¿Cómo puedo olvidarla?- Cuestionó Tom.
-Primero, tira todo lo que te recuerde a ella, no puedes levantarte todas las mañanas viendo una fotografía que te recuerde el pasado- Explicó Rupert, señalando a la foto enmarcada de ellos dos en aquella fiesta, que se encontraba sobre su mesilla de noche.
-No puedo hacer eso- Replicó Tom.
-Si, si puedes, coge la foto e intenta tirarla- Le ordenó su mejor amigo.
-De acuerdo- Contestó secamente Tom.
Se acercó lentamente a su mesita y la cogió con ambas manos, la miró durante un rato detenidamente, pensando que sería de él si hubieran decidido llevar una relación en secreto y después se acercó a la basura.
Con todas sus fuerzas intentó tirarla pero no pudo, rompió a llorar y su amigo pelirrojo se acercó a él para consolarle.
-Ya sé que esto es duro para ti, pero tienes que hacerlo, no puedes seguir sufriendo por ella- Le explicó su amigo.
-Puedo intentar... quemarla- Opinó Tom.
-Si tú crees que es lo correcto...- Dijo Rupert.
-Si, estoy seguro-Dijo Tom.
-Toma un mechero- Le ofreció el pelirrojo.
Tom lo cogió con la mano derecha firmemente, temblaba, tenía miedo, pero siguió adelante. Sacó la fotografía del marco delicadamente y la cogió por una de las esquinas con la mano izquierda, la miró un momento, cerró los ojos y esperó a que prendiera la llama. Mientras se quemaba pudo contemplar cómo se desvanecían miles de recuerdos, sonrisas y momentos divertidos, vio las cenizas en el suelo, el papel negro y quemado, al lado un marco que antes tenía una preciosa fotografía que ahora se encontraba en llamas. Contuvo las lágrimas y se mostró firme delante de Rupert.
-Muy bien y ahora segundo paso, encontrar a otra chica.

Después de Jade había intentado mantener muchas más relaciones con otras chicas pero ninguna había funcionado, ahora sentía el sabor amargo del desamor, del dolor que puede crear un amor difícil y triste. Saboreaba ese veneno todos los días mientras lo mataba lentamente. Rupert y otros de sus amigos más íntimos intentaban ayudarle, pero no había solución, su corazón era incurable, tenía una herida muy profunda y dolorosa que no se podía tratar. El tiempo había pasado lentamente, pero al fin y al cabo, iba avanzando. Él estaba solo y ella, bueno, no sabía nada sobre ella, solo que se había retirado del cine un año para seguir con sus proyectos relacionados con el feminismo. Había hecho algunas películas que se estrenarían próximamente y ahora luchaba por la igualdad de género, ella parecía no rendirse, pero en el amor hacia tiempo que se había rendido y había caído lentamente. Tom estaba cada vez peor y se había mudado a los Ángeles, donde se había aficionado a las fiestas y a fumar. Su vida iba de mal en peor y necesitaba un poco de luz en toda aquella oscuridad. Aquel día llegaba de una fiesta, estaba cansado y había bebido más de la cuenta, lo que le dificultaba poder ver por las peligrosas calles de la gran ciudad. Pasó cerca de un hotel donde se estaba dando una conferencia, pero él no lo sabía, cayó delante de la puerta inconsciente y alguien se lo llevó de allí.
Se despertó en una habitación, estaba en una cama mullida pero no se sentía cómodo, pues estaba mareado. Al poco rato llegó a la habitación la persona que lo había salvado. Se sentó cerca de él y lo miró fijamente.
-¿Cómo te sientes?- Preguntó ella.
Tom reconoció la voz inmediatamente, se tensó y se puso nervioso, pero respondió a la cuestión.
-No me encuentro bien- Dijo él.
-¿Cómo has acabado así?- Dijo Emma.
-No lo sé- Respondió Tom, confundido.
La chica le puso la mano en la frente suavemente para saber si tenía fiebre y asintió levemente con la cabeza.
-Tienes fiebre, estás enfermo- Le informó Emma.
-Ya lo sé, mi corazón nunca se a curado del pasado- Respondió él.
-Duerme, tienes que descansar- Le ordenó ella.
Tom le cogió una mano a Emma fuertemente para que no se fuese.

-Lo siento- Dijo Tom sollozando.
Emma le volvió a poner la mano en la frente y lo miró fijamente, después salió de la habitación y le apagó la luz para que descansara, ahora él ya no tenía miedo, estaba ella para salvarle.

Tom se levantó a la mañana siguiente dolorido y recordó lo que le había pasado, ya no tenía fiebre pero aún le dolía la cabeza. Vio como Emma entraba apresurada, vestida formalmente. Ella tenía mucha prisa porque tenía otro discurso al que asistir y no podía perder el tiempo.
-¿Como estás?- Preguntó apresurada.
-Ya no tengo fiebre- Respondió él mientras se acomodaba en la cama.
-Tranquilo, pero no vuelvas a hacer esto nunca más, por favor- Le pidió Emma.
-No lo volveré a hacer, te lo prometo- Le contestó mirándola fijamente.
Emma salió de allí rápidamente y ya no la volvió a ver. Tom se quedó un rato descansando y cuando se le había pasado un poco el dolor de cabeza se levantó y estuvo un rato observando la sala. Después de un rato llegó la encargada de la limpieza que se extrañó al verlo allí. Él solo le contestó que era porque se encontraba mal y su amiga Emma le había dejado quedarse allí para descansar. La mujer le dijo que no podía quedarse allí y que por tanto debía salir, al menos hasta que ella acabase de limpiar. El chico se fue y no volvió al hotel. Cuando llegó a su casa se sentó en el sofá y estuvo pensando un rato sobre lo que había pasado. Pronto llamaron a la puerta y él fue a abrir rápidamente.
-¿Cómo estás?- Preguntó Emma mientras entraba a la casa.
-Mucho mejor que antes- Respondió él.
-Si, bueno... He venido aquí para traerte algo que te dejaste- Dijo Emma sacando de su bolso el collar que le había regalado de pequeña.
-Gracias- Respondió Tom, cogiéndolo delicadamente.
Emma estaba nerviosa y miraba a todos lados, esperando a que pasara algo.
-Adiós- Se despidió ella.
-Espera Emma, tenemos que hablar- Dijo Tom, cortante.
-No hay nada de lo que hablar- Replicó ella.
-No hagas como si no pasara nada, ¡Escúchame, por favor!- Exclamó Tom.
-Yo, no quiero hablar de eso- Dijo Emma.
-No podemos hacer como si lo hubiésemos olvidado porque no es verdad- Explicó Tom.
-No se lo que siento- Dijo Emma.
-Yo sí lo sé, creo que aún no lo he olvidado- Explicó él.
-¿El que?- Preguntó Emma impaciente.
-El pasado- Dijo Tom.
-Yo tampoco- Finalizó Emma.
Ella comenzó a llorar y Tom la abrazó fuertemente, protegiéndola, haciéndola sentir bien por un momento. Pasó un rato y al final se separaron, se miraron fijamente a los ojos y sonrieron.
-Comencemos de nuevo- Dijo Tom.
Seguidamente Emma le cogió la mano y se apoyó en su hombro.
-Si, por fin podemos estar juntos- Finalizó Emma.
Tom posó el rostro de Emma entre sus dos manos y la besó. Aquel beso era cálido y precioso. Nunca se habían sentido así, ahora eran libres, su amor por fin era posible y sus sueños se habían hecho realidad.

I remember youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora