Capítulo 3

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Esa misma noche los padres de Hailee tienen una conversación con su hija.


—¿Conoces a ese muchacho que golpeó a Joe? —curiosea la madre.
—No —miente Hailee. Ella sabe que si dice la verdad sus padres la castigarán y le prohibirán ir a la fiesta que su amigo, Gerald, la invitó hace unas horas.
—¿Y por qué te sonreía tanto?
—Quizá le parecí... ¿atractiva?, ya sabes, lo saqué de ti —Hailee sonríe fingidamente y sus padres ríen.
—Esta bien, cariño —su madre le da un beso en la frente—. Ahora ve a dormir.
—Recuerden que los amo mucho, y que he sido una excelente hija todos estos años... y te amo mamá... te amo, papá.
—¿Qué es lo que quieres? —inquiere su madre. Ella sabe las mañas que tiene su hija para pedir algo.
—¿Puedo ir a una fiesta?
—No —contesta rápidamente el padre.
—Por favor, irá Gerald.
—No —repite el padre.
—Morgan —interviene la madre—. Déjala ir, será con Gerald, el es hijo de una buena familia, lo conozco.
—¿Entonces... sí? —pregunta Hailee con esperanza.
—Que no.
—Pero papá... 
—Ni peros. No quiero que vuelvas a beber como lo hiciste aquel día.
—Pero ya no lo he hecho... —miente una vez más. Sí, lo ha hecho y muchas veces; sólo que su amiga, Marleen, le ayuda a ocultar el olor a tequila.
—Vamos Morgan, no le quites esta etapa de su vida a tu hija.

El padre asiente con fastidio y Hailee corre a su cuarto para cambiarse.

Ella no tarda horas en arreglarse, de hecho, sólo tiene diez minutos antes de que Gerald pase por ella.
Se pone un vestido negro de encaje, se cepilla el cabello y se perfuma; y justo en ese momento alguien toca el timbre.
—¡Regreso a las doce de la noche! —informa Hailee y baja con rapidez—. ¡Adiós! —se despide y corre hacia la puerta encontrándose a Gerald con una pequeña rosa roja en las manos.
—Toma —sonríe el chico y se la ofrece.
Hailee cierra rápidamente la puerta, no quiere que sus padres la regañen. Ellos sólo quieren que tenga una relación con Joe y con nadie más.
—Gracias.
—Vamos —Gerald la conduce a un hermoso Audi negro y le abre la puerta del copiloto.




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Un poco más allá de la ciudad, Michael trata de inventarse alguna excusa para decirle a su padre que lo han despedido por alguna otra cosa, él no piensa decirle la verdad, o quizá no piensa decirle que lo despidieron.
Su padre ha sido bueno con él después de todo lo que pasó y Michael no podría devolverle el favor diciéndole que lo han despedido por pelearse. No. Mejor se lo va a ocultar hasta conseguir un nuevo trabajo.
Al entrar a su pequeña casa ve a Caroline provandose un vestido que ha de ver costado un montón.
—¿Qué tal me veo, hijo? —pregunta rápidamente Caroline al ver a Michael entrar.
—No me llames hijo. Y por favor, no uses el apellido de mi padre —pide luego de recordar que ella estuvo llamándose Caroline Hecox por todas partes en el hospital. 
—Mike, deberías de acostumbrarte —llega su padre puesto en un elegante traje negro.
—¿Por qué van vestidos así?
—Hoy cumplimos medio año —dice entusiasmada Caroline—. He iremos a un restaurante a cenar.
—¿De verdad?, tú más que nadie sabes que no podemos malgastar el dinero que tenemos de esa forma —Michael señala a su padre.
—Sólo será una vez.
—Hagan lo que quieran —dice Michael y se va a su habitación.





Se recuesta en su cama viendo el techo pensando en una persona... Hailee.
No puede olvidar su melena quebrada y castaña, sus dientes perfectamente blancos y alineados, sus ojos café que... Un sonido interrumpe los pensamientos de Michael, es su teléfono.
—Hola —contesta inmediatamente.
—¡Bro! —lo saluda alguien del otro lado de la linea.
—¡Hey, Dan! —Michael se levanta de su cama y mientras se cambia habla por el teléfono. Con un poco de dificultad pero puede.
—¿Te rifas hoy?
—¿A dónde?
—A la fiesta de Daniela.
—¿Daniela? ¿quién es esa? —pregunta Michael. No conoce a alguna Daniela.
—Ni puta idea —contesta Dan y Michael ríe—. Pero conocemos a una de sus amigas, Sofia.
—¿Sofia?
—La que tiene un buen culito.
—Conozco a varias Sofias que tienen buen culito —menciona Michael y Dan suelta una carcajada.
—La rica.
—Ahhh, ella —Michael logra recordarla. Sofia es una chica que conocieron en una fiesta en la que igualmente se colaron.
—Iremos todos; Cookie, Nito, Scooby, tú y yo —dice Dan. Son nombres improbables de historias difíciles. No tienen un trabajo fijo, algunos ni siquiera tienen demasiado dinero en el bolsillo, pero se divierten y son amigos. Y eso les basta.
—¿No irá Ersai?
—No, se acostó con Micaela —responde Dan.
—¿¡Micaela!? —pregunta sorprendido Michael.
—Sí, según el pendejo no sabía que Micaela es, bueno, era la novia de Cookie. Ahora los dos están peleados y no se quieren ver ni en pintura.

—¿Por una chica?, qué estupidez— bufa Michael.
—Uff, pero mira quién habla. Ya me enteré, eh. Que te peleaste con el hijo de un empresario por una chica —Dan se ríe—. Paso por ti en media hora —y antes de que Michael pudiera hablar, Dan le cuelga.


Michael suspira con un poco de tristeza al recordar a Hailee. Ya no la volverá a ver. 

O eso es lo que cree él... 

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