El comienzo ★*

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   Estando en el auto de mi madre, mientras miraba por la ventana, no podía dejar de pensar en cómo sería la nueva escuela. Deseé que todo fuese diferente y que esta vez si pudiese encontrar un grupo en el que pudiese encajar sin sentirme como una nerd.

   Según mis padres, ahora que nos mudamos todo sería mejor porque en sus nuevos trabajos ganaban más. Y dinero es igual a felicidad ¿no?

   Pero obviamente era más complicado que sólo eso.

— Llegamos —anunció mi mamá.

— ¿Esto es nuestra nueva escuela? —dijo Day, mi prima, así le decíamos en la familia porque era brillante como un día soleado (eso no se lo cree ni ella misma). Su cara expresaba decepción.

   El lugar donde estudiaríamos desde ahora era... Horrible. Literalmente parecía una casa abandonada mal pintada.

— Tía, no quiero entrar ahí. No me dejes por favor —suplicó Day, exagerando.

Reí —Nos toca, es nuestro castigo por todas las veces que no fregamos los platos.

— Exacto —dijo mamá —. Ya vayan que llegan tarde.

— Joder —masculló Day con molestia y yo seguí riendome.

    Bajamos del carro y caminamos hasta la puerta de entrada del espantoso lugar. Adentro era peor que afuera, sentía que en cualquier momento me caería el techo encima.

— Esto no parece un privado —murmuré haciendo una mueca de desagrado.

— De pana —concordó mi prima.

   Después de que sonara el timbre y cantáramos el Himno Nacional, entramos a clase. El salón olía horrible, era grande, con las paredes desconchadas y llenas de manchas de humedad. Habían como cien personas metidas en ese lugar y el bullicio era insoportable.

   Una mujer obesa con una chaqueta que luchaba por no romperse, casi calva y con unas horribles cejas hechas a lápiz entró al salón, y la mayoría hizo silencio.

   Se presentó como la directora y nos dio un discurso con las reglas que debíamos obedecer. A su lado estaba una anciana cuya barbilla no dejaba de temblar poniéndome nerviosa, en serio, no podía dejar de ver el cuero que le colgaba en el cuello moverse de como gelatina. El más agradable de los profesores presentes era un hombre bajo y calvo que bromeaba con los alumnos que, supuse, ya estudiaban ahí desde hace tiempo.

   Las dos mujeres se fueron y quedó el profesor dando clases de mi materia favorita: literatura. Aunque solo se presentó y nos hizo presentar.

— Soy Anna Parson y tengo 17—me presenté nerviosa, sintiendo las miradas de todos sobre mi. Me senté sin esperar a que el profesor me lo pidiera.

— Yo soy Gil —dijo el chico que seguía después de mi y todos se rieron, yo no entendí por qué, la verdad.

   Y así siguieron presentándose todos. Yo solo los veía a todos con atención, tratando de ver quienes se veían agradables. No encontré a nadie.

   En el receso, Day y yo estábamos en el "comedor" desayunando y hablando, cuando una chica con lentes, cabello castaño y gran lazo en la cabeza se nos acercó con una sonrisa.

— ¡Hola! Soy Danielle —dijo entusiasta.

— Hola —le sonreí de vuelta —. Anna.

— Y yo soy Day.

— ¿Day?

— Si, como día en inglés —dije yo.

— Ah, okay —se subió las gafas con un dedo —. Sientense con nosotros.

La Aventura Más Épica De TodasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora