- ¡Ah, coño! -exclamó Gil cuando cayó desde el final del túnel por el que había caído, lo miró, era un gran agujero en una pared de la cueva y estaba lo suficientemente alto para que al caer doliera mucho y pero no tanto como para haberse muerto con la caída.
Se echó a reír, aquello había sido aterradoramente divertido. Pero se tuvo que quitar del camino cuando escuchó gritos femeninos desde el túnel, que sonaban cada vez más fuerte. A continuación, Sara cayó de panza contra el suelo de la cueva lo cual le hizo mucha gracia a él hasta que vio que Sara no se movía.
- Mierda, se murió -se acercó a ella y con la punta de su pie le dio suavemente un empujón por un costado, ella se quejó pero seguía sin moverse.
- Déjame morirme -suplicó ella. El cuerpo le dolía y su pecho, ahora aplastado, le dolía aún más. Aun así se echó a reír.
Luego de varios minutos se puso de pie, lentamente. A Gil todo lo que estaba pasando le resultaba emocionante, divertido, épico... Pero ella no estaba contenta con la situación no sabía a ciencia cierta por qué rayos se estaba riendo.
- Tenemos que salir a explorar -le decía él, ansioso.
- Marisco, déjame tranquila, ¿si? Acabo de caer por un maldito túnel y me duelen las tetas -se quejó ella, su voz se volvía más aguda al enojarse.
- ¿Te las sobo? -bromeó, refiriendose a sus pechos. Ella se rió.
- No y tampoco vamos a salir a "explorar" -hizo comillas con los dedos.
- ¡Pero no nos podemos quedar aquí sin hacer nada! Hay que buscar a los demás, y buscar comida porque me muero de hambre.
Él tenía un buen punto, y ella maldijo para sus adentros.
Miró la salida de la cueva, estaba a unos diez metros y tenía una gran abertura, realmente grande. Caminó de mala gana detrás de Gil, la panza le rugía, si no comía seguro se llenaría de gases. Maldito sea el causante de que ella estuviese en esa situación.
De repente, justo cuando estaban a punto de llegar a la salida, el piso bajo ellos tembló tan fuerte que sintieron elevarse unos centímetros y cayeron sobre sus traseros. Había sido un gran estruendo, como si un avión hubiese caído del cielo. Y luego, otro estruendo más, y ellos volvieron a elevarse unos centímetros antes de volver a caer.
¡BUM! ¡BUM! ¡BUM!
Una y otra vez, y cada vez sonaba más fuerte. Gil y Sara seguían rebotando en la tierra con cada golpe, hasta que por fin cesó con un golpe tan fuerte que pequeñas trozos de estalactitas cayeron del cielo de la cueva. Gil, con una rapidez que los asombró a ambos, las detuvo a medio camino.
- Vale, ¿y ahora? -le preguntó a Sara, que salió de su asombro al escuchar su voz. Sacudió la cabeza y luego dijo:
- Echalas lejos.
Gil se encogió de hombros, esperaba algo mucho más épico pero obedeció, con un movimiento de sus manos lanzó lejos las rocas. De igual forma había sido genial, sin dudas era el mejor.
- Soy el mejor -tenía que decir lo que pensaba.
- ¿Qué habrá sido eso? -preguntó ella, ignorandolo a propósito y porque realmente quería saber.
- ¿Qué voy a saber yo? -dijo él, hablaba demasiado alto así que todo lo que decía era repetido por eco de la caverna.
Sara se puso de pie y se asomó con precaución por la gran "puerta" en la cueva, buscando el causante de los estruendos. No vio nada y salió por completo, con Gil detrás de ella. Se encontraban en una llanura con algunos árboles secos, a la distancia se veían montañas, a su izquierda más llanura y árboles dispersados por todo el terreno, a su derecha...
- ¡Mierda! -exclamó Gil- ¡Es un gigante! ¡Un gi...! -si no hubiese sido porque Sara le tapó la boca, él hubiese seguido gritando y hubiese llamado la atención del realmente enorme sujeto a su lado.
El gigante estaba de espalda, sentado como un indio. Tenía puestos unos audífonos y usaba una camiseta y un mono deportivo, a su lado descansaban unas cross.
- ¡Fi, fa, fou! -habló el gigante.
- Dios, todos los gigante son iguales -susurró Sara.
- Odio mi vida -se quejó el gigante, sonaba más alta que la de Gil y eso era decir mucho- Fi, fa, fo... ¡Soy un fracaso!
Sara tuvo que taparse la boca ella también para no reírse.
El gigante comenzó a llorar, y con su puño le dio un golpe a la tierra haciendo que Gil y Sara volvieran a caerse.
- Bien bonito, este gigante no puede ver a uno de pie -se quejó Gil, levantándose y sobando su huesudo trasero.
Haber hablado fue un error, el gigante se había quitado los audífonos y lo había escuchado, dejó de llorar y se puso de pie.
- ¿Quién anda ahí? -preguntó furioso, mirando a su alrededor.
Corrieron y se escondieron detrás de unas grandes estalagmitas. Sara le dio varios golpes a Gil y lo empujó.
- ¿Ya ves? Siempre gritando, ahora vamos a morir -susurró ella.
- Tal vez te mueras tú, yo soy inmortal -respondió él, restandole importancia. Pero en realidad estaba bastante asustado. Sentía que mojaría sus pantalones en cualquier momento.
El gigante asomó su cara dentro de la cueva. Sara se sorprendió, parecía humano, usaba lentes y barba, no era verde ni tenía tres ojos. Esperaba que fuese más parecido a un monstruo pero no era así.
No los vio hasta que, cuando retrocedí, se pegó la cabeza con el techo de la cueva y Sara y Gil no pudieron evitar reírse. El gigante se giró hacia ellos y sonrió con malicia, metió la mano para tomarlos y, en ese instante, asustada, Sara gritó:
- ¡Cuchara! -y en un instante de volvió un insecto.
Gil maldijo para sus adentros y la tomó. ¿Y ahora? ¿Qué hacía? No podía usar sus poderes con las manos ocupadas pero ¿qué podía hacer entonces? ¡Ah, sí! Era un genio, era el mejor de los planes.
- ¡AAAHHH! ¡UN GIGANTEE! -gritó y echó a correr como un rayo, pasó al lado del gigante y corrió con todas sus fuerzas, deseaba ser Jace en ese momento.
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La Aventura Más Épica De Todas
FantasyEstén listos para una una historia de lucha y sacrificio, donde la amistad predomina, la Unión y la fuerza. Habrá amor, guerra, celos, muerte.... Okno, mentira. Me calmo. Sólo lee