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Supe que algo iba mal al momento en el que intente abrir los ojos, me pesaban demasiado. No me asuste hasta que después de una ardua lucha mis párpados no cedieron, solo veía negro y mientras intentaba en vano abrirlos perdí la noción del tiempo y no pude hacer nada mas que dejarme llevar por Morfeo.

Desperté en los brazos de alguien, aun no podía abrir los ojos, pero por alguna extraña razón me sentí tranquila y segura. Poco a poco la oscuridad comenzó a inundar mi cerebro y aunque luche contra ella,volví a quedarme dormida.

Lo siguiente que recuerdo es que estaba tendida en una cama, cubierta por suaves mantas que desprendían un olor que conocía pero no recordaba de qué. Ahora por voluntad propia decidí ni siquiera intentar abrir mis ojos. Aunque ya no los sentía pesados no quería alterar la calma que reinaba el ambiente. Cuando intentaba dormirme escuche una voz, no lo que dijo, solo la voz ,pero con eso tuve para despabilarme lo suficiente e intentar volver a abrirlos. Funciono.

Estaba en uno de los dormitorios de la torre de Gryffindor.

Me sorprendió bastante estar aquí, no se porqué, ya que este era uno de los pocos lugares que consideraba mi casa. Tal vez fue el hecho de que no era el mio, o quizá porque no era un dormitorio de chicas.

– ¡Vaya!, miren quien despertó. – Era la voz de un chico, lo busqué con la mirada, pero al estar acostada no conseguí mucho. Abrí la boca pero al cambiar de idea la cerré rápidamente – ¿No vas a decir nada?.

– yo... – no reconocí mi propia voz, pareció una mezcla entre quejido y sollozo, y en parte lo era pues me dolía bastante la garganta. No seguí hablando.

Me senté en la cama y por fin pude encontrar a el dueño de la voz; era un chico alto y de cabello castaño tan claro que podía pasar por rubio, por la escasa iluminación no vi su cara, pero tenía buena figura, delgado con hombros anchos, se le notaba que hacia ejercicio.

– -¿Tu....? – levantó las cejas incitandome a continuar mi respuesta

Toque mi garganta e hice un gesto que daba a entender que me dolía.

– ¿Quieres agua? – se acercó hacia la cama en la que estaba sentada y tomó de la mesita de noche, un vaso de agua – Te hará bien. – Tomé el vaso que me ofrecía y le di un pequeño trago. No me había dado cuenta de la sed que tenía hasta que el agua me refrescó la garganta, con razón me dolía tanto. – ¿Mejor? – asentí.

Se quedo pensando, le mire la cara tratando de descifrar lo que pasaba por su mente, pero no logré nada.


 – Soy Ares Blair. – se presentó – te toca.

– Yo... – después de barajear mis opciones decidí que no me quedaba otra opción que confiar en el – soy Hermione Granger

– Hermione – murmuro – Bien, Hermione, no quiero sonar grosero, pero, ¿que haces aquí?

– No lo se, yo acabo de despertar, – conteste tajante – quiero suponer que fuiste tu quien me trajo aquí.

– Pues claro que sí, – me siento como si fuera una niña chiquita a la que le están explicando algo fuera de su comprensión – pero me refiero a ¿que haces en el castillo?

Eso me descolocó un poco. Yo vivo aquí, la pregunta es qué hace él aquí.

– Bueno no se, – respondí sarcástica – tal vez aquí vivo, y par...

– Tu no eres de aquí, – me interrumpió – llevo viviendo seis años bajo este techo, y nunca de los nuncas te había visto antes, y eso solo es posible si esta es la primera vez que vienes o te la pasas bajo una capa de invisibilidad o hechizo desiluminador cosa que es muy poco probable ¿O me equivoco?

– Imposible, yo entre hace seis años aquí.

– ¿Y porqué no te conozco? – lo dijo como una pregunta, pero pareció afirmación

– dímelo tu, soy Gryffindor desde 1991

– Ja, – levantó una ceja en gesto arrogante – y yo soy padre de Dumbledore

Levanté una ceja, pero esta vez por mi confusión

– Y se supone que tengo que reír?

– Eres rara – murmuro mientras levantaba una ceja y movía negativamente la cabeza. – pero no me iré de aquí hasta obtener una respuesta.

– ¿Qué tengo que responderte?

– Necesitas que lo repita – sorprendentemente el tono no fue grosero – ¿Qué haces en el castillo?

¿Qué hago en el castillo?, realmente no lo se, se que esta es mi casa, pero el comentario de Ares me confundió y añadido a la sensación de extrañeza que siento estando aquí...

– No lo se

– Cómo que no lo sabes

– Pues así, simple, no lo se

– Solo di que no quieres decirme

El ambiente se ponía demasiado tenso para mi y lo primero que se me vino a la mente fue la excusa mas estúpida del universo

– Voy al baño

Puse los pies en el suelo y cuando me levanté sentí un dolor horrible en la rodilla izquierda que hizo que perdiera el equilibrio y pegara un grito. Caí de nalgas en el suelo y el dolor poco a poco se apago. Ares corrió hacia mi.

– ¿Estas bien? – cualquier tensión que hubiera entre nosotros había desaparecido, incluso se notaba algo preocupado mientras me daba la mano para que me incorporara. No noté ningún dolor y cuando quise mover la rodilla no sentí nada

– No siento la pierna.

El me miró con la preocupación aun mas visible en el rostro y enseguida se agacho y me cargó en sus brazos. Por la facilidad con la que lo hacia, sospeché que no era la primera vez que me cargaba.

– Tranquila estarás bien, te llevaré a la enfermería.

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Este es mi primer fic y la verdad no tenía intensión de publicarlo, lo he hecho por puro impulso. Por favor marquen mis errores y díganme como puedo mejorar. Espero les guste y no se olviden de seguirme, votar y comentar, recuerden: comentar es amar.

Besos: Yo

Hermione: en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora