Después de varias horas en casa, me sentía mucho mejor. Era domingo y mañana comenzaría las clases.Casi era la hora de acostarse. Me dirigí a la cocina y me preparé algo para cenar. En todo el día había sido incapaz de comer nada. Fui al baño y me lavé la cara con agua. El espejo mostraba mi rostro humedecido.
Aprovecharé el momento para describir nuestra protagonista.
Los ojos color miel, parecían de un oso panda por las manchas de maquillaje corrido. Mis ojos eran grandes, las pestañas curvadas y largas los hacían resaltar más. Las pecas aportaban color en invierno y un tono divertido y propio en verano.Un rostro marcado por miles de puntitos a mi favor.
Tenía el pelo a juego con los ojos, suelto me pasaría los hombros pero ahora lo tenía recogido en un moño-coleta. Una forma vulgar de recogerlo para evitar mancharlo con el día que acababa de pasar. Mi cuerpo estaba cubierto por una camiseta ancha de propaganda de alguna carrera a la que habría asistido y por una braga. No tenía un cuerpo de modelo, pero sí que tenía un puntillo.
Creo que se parece a mí jajaja. Poca imaginación tengo. Por eso es tan guapa.
Buenos días princesa... he soñado toda la noche contigo contigo... íbamos al cine... y tu llevabas aquel vestido rosa que me gusta tanto... rápidamente moví mi mano hacia la mesilla y sin ni siquiera abrir los ojos busqué el móvil, trazando una línea horizontal en la pantalla, pospuse el despertador 10 minutos.
Me gustaba despertarme escuchando a Pol, me ponía de buen humor. Lo empecé a escuchar en mi adolescencia, y a mis 23 años, seguía teniendo sus Buenos días princesa como tono de alarma.
Puff... hoy empieza mi primer día de Máster en la universidad. Galicia no era una comunidad muy popular en España. Desde que había decidido que iba a venir A Coruña a estudiar, había sufrido diferentes cachondeos, como por ejemplo: que iba a dar las clases con las vacas, o que aquí no había llegado el teléfono, por lo que iba a estar incomunicada, entre otras bromas. Pero para mi sorpresa, la nueva ciudad me agradó realmente, a simple vista la única diferencia con la mía era que en está había playa.
Ya no me daba dormido, no tenía los ojos abiertos pero mi cabeza ya estaba funcionando. Encendí la luz de la mesilla, me incorporé en la cama. Cogí el móvil y como todas las mañanas revisé mis redes sociales, típico de cualquier persona ya en estos tiempos. Tenía notificaciones de me gustas y alguna petición de amistad tanto en Instagram como en Facebook, varios avisos de personas que hicieron directos en Peris-cope y un miserable fav en Twitter. Y muchos mensajes de grupos o individuales en Whatsapp, que principalmente me deseaban suerte en mi primer día de clases, al igual que en Snapchat.
Me levanté de la cama y abrí la persiana del velux que dejaba pasar lentamente la luz, iluminando mi sencilla habitación de ático. Oh!, me acaba de dar cuenta, no había vuelto a escuchar a los vecinos que me liaron para salir de fiesta. Ni siquiera me habían timbrado para saber de mí, que raro... si no los presenciaba, a la tarde iría a timbrar.
Abrí la ventana para que se ventilara la habitación, se escuchaban las gaviotas, los coches y el mar. Desde la cocina se veía la antigua cárcel, la Torre de Hércules y el océano obvio.Estábamos a principios de septiembre y hacia la misma temperatura que en agosto, pero ya me habían informado de que los inviernos en Galicia son fríos y húmedos.
Me hice un desayuno ligero, un nesquik con galletas príncipe y me di una ducha. Me vestí, un vaquero y una camisa sport blanca, con unas sandalias a juego con un poco de plataforma.Me hacían parecer más alta, aunque yo no era bajita. Prepare un bolso con una libreta y un par de bolis para apuntar lo nos mandasen.
Coloqué toda la habitación, cocina, baño...todo. Era un ático pequeño, había tenido mucha suerte de encontrar ese alquiler. Tenía una cocina pequeña con una mesa bar donde podían entrar unas cuatro personas. En un espacio abierto se encontraba también el salón, con un sofá de tres plazas con cheslong, una mesita pequeña y una tele que tuve que comprar. Todo muy sencillo, las paredes eran beige, y estaban vacías. Tenía pensado llenarlas con fotos y recuerdos.
La habitación tenía el mismo tamaño que la primera estancia.Donde estaría la cocina se encontraba el baño. En el dormitorio era donde se veía la forma abuhardillada del ático.En la parte derecha de la cama de matrimonio era imposible ponerse de pie sin tener que agachar la cabeza.
Bueno pues eso, que la chica se vistió y se fue para la uni, que me enrollo muchísimo.
Semanas antes la decana de la universidad envió un correo informando del aula y del horario de la presentación. Quedaban 10 minutos para empezar, y yo ya estaba en frente de la puerta. Esperaba no ser la primera, y no, no lo era. Ya había varias personas, no creo que faltasen muchos. Grupitos de personas hablaban y reían, creo que ya se conocían. Me senté en una silla, justo delante, un grupo de chicas hablaban emocionadas, y felicitando a una, debía de estar de cumpleaños o algo así. Un profesor entró en el mismo instante en que sacaba la libreta. Comenzaba puntual. El señor se presentó diciendo que sería el tutor del grupo. El señor Francisco Boán. Me dio buenas vibraciones. Comenzó a pasar lista de los alumnos.
-Donini Cassandra
-Presente- dije levantando la mano,imitando a los anteriores a mí.
Encendió el proyector y nos mostró como funcionaba la página web y la plataforma que tenían para que los profesores nos subieran el temario,ejercicios y demás.Nos mostró el horario, que rápidamente apunté, y diferentes libros que necesitaríamos.No duró mucho.Nos dijo como estaría estructurado el curso y la forma en que tendríamos que apuntarnos en las prácticas.Estaba muy contenta por tener todo el año unos días de prácticas, y además remuneradas ,en un laboratorio real. No era lo usual. El resto de másters solían tener un mes de prácticas y gratis.
A la salida, el grupo de chicas que tenía delante se me presentaron.Tenían un exagerado acento gallego.
-De dónde eres Cassandra?- me preguntó la chica del cumpleaños.
-Yo soy de Italia, pero desde pequeña vivo en Madrid.
Después de decir mi procedencia de nacimiento, vinieron seguidas preguntas sobre cómo es Italia, si hablaba italiano, si no se qué, si no se cuánto... seguido de mis respuestas negativas.Cuando tenía tres años, nos mudamos a Madrid y ni recordaba como era, ni mis padres usaban el italiano, así que a excepción de unas frases y palabras sueltas "míticas" no sabía nada. Únicamente, lo italiano que estaba en mi día a día era la comida.
Me preguntaron también por qué nos habíamos mudado a Madrid, contesté que había sido por el trabajo de mis padres, ya que eso, era lo que se suponía. Aunque yo siempre creí que había pasado algo más, que no me habían contando.
-Bueno me voy a verlo, nos vemos mañana- dijo la del cumpleaños despidiéndose con la mano y llamando por teléfono. Todas nos despedimos.
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Psiques
RomanceElla comenzó una nueva etapa en una ciudad sencilla. Pero no sabía que aquella nueva ciudad le abriría las puertas para poder seguir la luz sin estar muerta.