Los jugadores del partido ya estaban calentando en el campo. Nuestro equipo llevaba una equipación a base de camisetas azules claritas,cada uno llevaba un pantalón de un color, al igual que unos medias y otros no. Reconocí a Sergio y a algunos de sus amigos como Javi y Brais. Ellos también nos reconocieron y nos saludaron con la mano.
Ví como Ana se puso roja.
-Uiii...Qué roja te pusiste!- dije burlona pero amistosamente, ella se puso más roja.
-Aii, estoy roja, calla-calla- las tres nos reímos.
-Esque a Ana le gusta Sergio- dijo Marta.
Ni que no los supiésemos, ese dato sobra jajaja
-No me gusta- contestó Ana con tono un poco molesto. Me miró y añadió- Es que el año pasado en la graduación, nosotros estuvimos juntos y ...- se puso más roja si eso era posible.
-Ohh, osea que estuvisteis saliendo?- dije sorprendida , se le notaba que le gustaba.
-No-no, saliendo de novios no, pero tuvimos un par de semanas así de lio. Pero era verano y acabábamos de terminar la carrera- su tono empezó a ponerse desilusionado- No queríamos comprometernos.
-No, él no quería comprometerse, fue un perro- añadió Marta enfada y le dio un beso espontaneo en la mejilla, que hizo que a ella se le escapara una sonrisa.
-No te ralles, no sabe lo que se pierde- añadí sonriéndole.
Solollevaba dos días con ellas, pero algo en ellas sabía que iba a hacer que tuviésemos una bonita amistad.
-Ey chicas...Hola- gritó una voz detrás de nosotras. Nos giramos sobresaltadas, a mí en especial me había asustado. Nos giramos para ver. Era Antía, estaba sola-Qué tal? Aún no empezó,no?- dijo sentándose a nuestro lado.
-Cómo es que estas sola?- había dicho que venía acompañada. Y yo era una de esas personas de las que la frase "la curiosidad mato al gato" me hacía justicia.
-No, no vine sola. Pero se encontró a unos amigos, viene ahora- dijo, poniendo los ojos en blanco y señalando hacía detrás.
-No aun no empezó Antia, pero ya deben de estar a puntito.- dijo marta, respondiendo a la pregunta que Antía había formulado.
Y tenia razón, seguidamente el arbitro pitó y el partido comenzó, Ana abrió la bolsa de patatas y las cuatro comenzamos a comer. Estábamos sentadas en la misma fila seguidas: Antía, Marta, Ana y yo.
Durante varios minutos todas estábamos comiendo y viendo en el partido,cuando note que todas se giraban para saludar a alguien. Por la curiosidad mire. Tuve que echar mi cuerpo hacia delante para poder ver quién se había sentado al al lado de Antía. La persona que se sentó hizo el mismo gesto. Debió de darse cuenta que en el grupo normal de amigas de Antía había una cuarta persona infiltrada.
Lo ví, me vío, nos vimos. Nos miramos en silencio. Vi que su cara cambiaba de sorpresa al reconocerme a volver a tener esa mirada triste del primer día que lo ví. Nuestras miradas no se separaban.
Antía se dio cuenta de que nos estábamos mirando y rápidamente añadió:
-Ahh Cassandra- desvié rápidamente la mirada de Natael, para centrarme en ella. Mi cara debía de ser un cuadro, una mezcla de confusión y vergüenza- Este es Natael.- y volviéndose hacia él dijo- y ella es Cassandra, una nueva compañera de clases.
Ambos nos conocíamos, pero ninguno dijo nada.
Me gustaba el hecho de que fuese amigo de Antía. Eso quería decir que lo podría ver más veces. Me gustaría saber si Antía tendría más amigos así de atractivos. Una parte de mí sospechaba que Antía habría conocí a Natael en el hospital, mientras ella pasaba todo el verano allí. En la habitación con su novio, que había tenido el accidente y estaba en coma. Me sentí un poco mal por ella. Que poco habría disfrutado el verano de fin de carrera.
Natael se levantó y se acercó a mí para darme dos besos. Sus labios suavemente rozaron mis mejillas. Haciéndome sentir en carne viva la piel acaba de tocar.un escalofrío recorrió mi cuerpo, la piel se me puso de gallina. Me maree un poco. Cómo podía tener ese efecto en mí si ni lo conocía?
-Encantado Cassandra- dijo mirándome fijamente y con una sonrisa pícara-burlona.ya había escuchado su voz, pero era la primera vez que pronunciaba mi nombre.Su voz era muy masculina, sexy y profunda. Me encantaba.
Él sabía lo que me había pasado el fin de semana. Me daba realmente mucha vergüenza pensar que se lo podría decir a su amiga Antía y está al resto y que todos se enterasen. Pero una parte de mí confiaba en que guardaría el secreto de sus pacientes.
-Igual Natael-se me escapó sin querer morderme el labio, sabía que a los chicos eso le encantaba y Natael no iba ser diferente. Vi como se le escapo una sonrisa donde no mostró los dientes y como se ruborizo un poco. Se tocó la nuca.Este chico jugaba duro. Una de mis debilidades es ese movimiento, parecía tan tierno.Con el movimiento hizo que su musculatura del brazo se marcase.
Dejé de mirarlo, lo estaba observando de arriba abajo. Me llamo la atención lo poco bronceado que estaba en relación con el resto de gente de la ciudad. Era muy guapo. Y esos ojos verdes, hoy más claros, me hacían perderme.
-Y qué tal te tratan estas chicas?- me preguntó, ya volviendo a sentarse en su sitio.Me había olvidado que estábamos acompañados por unos instantes. Todas se giraron a ver mi contestación.
-Bien, muy bien. Creo que he tenido suerte.- dije esbozando una sonrisa que todos me devolvieron.
En las gradas se notaron unos gritos y mucho movimiento. Javi se estaba acercando con el balón a la portería, hizo un pase que remató Sergio con un...
-Gol!- Gritaron todos en las gradas levantándose y poniendo los brazos arriba. Creó que fui la única de los que iban con nuestro que equipo que se quedo sentada. Me levanté para no quedar ridícula.
Estaban muy felices.
-Ha sido buenísimo, vamos a ganar a los pijos de derecho.- dijo Antía girándose hacia Natael y besándolo en la boca. Ambos cerraron los ojos. Lo agradecí. No vieron mi cara destruida. Así como me levante de rápido, me volví a sentar. El corazón se me acababa de parar.
No tenía sentido. No podía ser su novio. Su novio era un chico en coma, no el médico que me cuidó el fin de semana.
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Psiques
RomanceElla comenzó una nueva etapa en una ciudad sencilla. Pero no sabía que aquella nueva ciudad le abriría las puertas para poder seguir la luz sin estar muerta.