Capítulo 4

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Me dispuse a apuntarme a las plazas paras las prácticas. La luz parpadeante naranja del ordenador, me indicaba que me quedaba poca batería. Me levanté, busqué el cargador en el mueble donde estaba la tele y lo enchufé en la corriente.

Ya era de noche. Al llegar a casa me había olvidado totalmente de apuntarme,ya que la conversación con Cris, me había puesto nerviosa. Para distraerme, encendí la tele y me quedé dormida. Me había despertado el timbre. En un primer momento pensé que era mi vecina, y me puse tensa, pero al abrir,descubrí que era el repartidor del supermercado, con la compra que había hecho.

Seguí las indicaciones que el profesor nos había dado, y me registré. Mi corazón se paralizó cuando vi que ya no quedaban plazas, Cómo era posible? Tenía que haber sucedido un error. Sabía que probablemente no iba poder elegir entre laboratorios. Las plazas en los más conocidos ya estarían ocupados, pero en ningún momento pensé que fuese posible quedarme sin plaza.

Estaba alterada, busqué en la web de la universidad el número del decanato y llamé.Dio toque. Nadie contesto. Mierda! A estas horas de la noche ya no habría nadie en la universidad. No lo podría arreglar.

Enfadada apague mi ordenador, y me fui a la cama.

No daba dormido, probablemente por la siesta de de la tarde. En mi mente daba vueltas a una imaginaria conversación con quien me pusiese solucionar esta situación.

Cogí el móvil y empecéa revisarlo. Llevaba todo el día sin mirarlo y tenía muchas notificaciones. Mis padres me habían llamado y me habían escrito en whatsapp, al igual que mis amigas de Madrid, preguntándome que tal el primer día. Mis amigas hacían especial hincapié en saber si habría, lo que nosotras llamamos "cachonditos", en mi clase o por la universidad. La verdad, hoy no me había fijado  que chicos había en mi clase.Pero sí sabía que en la ciudad había un "cachondito" y ese estaba en la residencia.

Revisé Facebook, tenía nuevas peticiones de amistad, a primera vista no conocía a nadie. Pero después caí. Varias chicas eran las compañeras de clases con las que había hablado hoy. Únicamente recordaba el nombre de Antia Sestay. Pero también  las otras dos chicas también estaban entre las notificaciones, Marta Fonseca y Ana Abal, las reconocía por sus fotos de perfil.  Quería cotillear sus perfiles, pero en ese momento entró en mi teléfono una llamada. Era un número desconocido y era muy tarde, no tenía ni idea de quien podía ser. Dude unos segundos en contestar, pero acto seguido lo hice.

-Hola, con quién hablo?

-Buenas tardes, mi nombre es Roberto Ramirez. Le llamo para saber si esta contenta con su celular?

Colgué.Dios! Estos de las compañías de teléfono... que pesados son. 

He aquí mi crítica sobre las llamadas de las operadoras.

Me olvidé de que estaba haciendo. Sabía que mañana tendría que madrugar para estar temprano en la universidad y arreglar el tema de las prácticas. Puse el despertador y me puse a dormir.

Pensé que me iba a costar más dormir. Pero a los minutos ya estaba soñando.

El despertador sonó, ya tenia el teléfono en mi mamo y estaba apagando la alarma.

La ducha por la mañana era uno de mis mayores placeres. Mientras me duchaba mi cabeza pensaba en miles de cosas. Estaba mañana especialmente se centraba en la conversación por las prácticas y en que mi vecina ayer no vino. Entre cada pensamiento, por un instante,  aparecía un leve recuerdo de la mirada del chico en el ascensor. Una pequeña parte de mí, tenía ganas de enfermar un poco.


Pregunté en la recepción de la universidad por el decanato de medicina y enfermería, que eran los que llevaban mi Máster de "Investigación farmacológica y biomedicida experimental". Una simultaneidad  que tenía mucha fama en España. La recepcionista una señora baja y de melena midi-rizada me indicó donde se encontraba el despacho de la decana, la señorita Carlota Castillo. Me dijo que me dirigiese al despacho y que esperase fuera, que la iba a llamar y avisar de mi visita.

Estaba nerviosa, me dirigí al ascensor y mi cabeza no paraba de pensar como hablar con ella, mostrado mi descontento pero sin parecer una cría enfadada. La sensación me recordaba al nerviosismo de mi trabajo de fin de carrera.

Estaba tan metida en hablar con mi YO interior que llegué a la puerta del despacho sin ni siquiera recordar el trayecto. Me dispuse a petar, pero la puerta se abrió.

-Señorita Donini, la estaba esperando.Me acaba de avisar Rosita que iba a subir- me dijo una mujer vestida de traje negro y una camisa rosa clarita- Puede pasar- añadió haciendo también el gesto con el brazo.

-Gracias- conteste y sonreí.

Pase al despacho, era una habitación con una ventada inmensa,al fondo se veía la playa de Riazor. Pensé que las vistas de noche en el despacho serían impresionantes. Delante de la venta se encontraba un gran escritorio. En uno de los laterales se encontraba una estantería con muchos libros. Pasé una rápida ojeada y vi que la mayoría trataban de neurología, por lo que saqué mi conclusión de que la mujer sería especialista, doctora o profesora de esa materia. En la otra pared se encontraban sus diplomas y un cuadro de pintura, pero no reconocía el autor, ni sabia que representaba.


-Señorita puede sentarse- me sonrió señalando las sillas. Mientras ella se diría a la silla de despacho del otro lado de la mesa. - Muy bien, en que puedo ayudarla.- sonó muy amable y colocó unos papeles de la mesa.


Ehh..- dudé por un instante.- Si, bueno, quería comentarle una situación que me tiene preocupada. No soy de esta ciudad, y me acabo de instalar. Ayer a la mañana tuvimos la presentación del curso y se nos informó e que tendríamos prácticas presenciales en laboratorios de la ciudad.


-Si eso es correcto- me interrumpió.


-Si- si , eso no me disgusta, todo lo contrario.- Su cara parecía confundida, pero continué para que me entendiese.- Al estar instalándome en la ciudad, tuve que hacer varios recados. Y cuando ya pude realizar mi adscripción a las practicas, sobre las nueve de la noche, ya no había plazas. Sabía que como ya era tarde probablemente no tendría muchos laboratorios entre los que elegir, pero esperaba que mi plaza estuviese.

-Oh, señorita Cassandra, eso tuvo que ser un error informático- dijo mientras chequeaba cosas en su ordenador.- Siento lo ocurrido, lo solucionaremos cuanto antes. Por supuesto que hay una plaza de prácticas para cada alumno, aunque sean en diferentes laboratorios.

La respuesta me alegro de inmediato, no pensé que fuese a ser tan fácil.

-Muchas gracias- no supe que más responder.

Ella al instante se levantó, como acompañándome a la puerta. La abrió y dijo mirándome con una sonrisa que antes de que terminase el día tendrían una solución. Le devolví la sonrisa y salí.


Nuestros ojos de inmediato se encontraron, me mantuvo la mirada y me sonrió, como gesto de saludo. Imité el gesto. Imagino que estaba totalmente sonrojada. El corazón se me aceleró. no esperaba encontrármelo allí para nada.

-Oh Natael! Me alegra mucho volver a tenerlo por aquí, pase por favor.- dijo Carlota, la decana.

El chico que estaba sentado en un banco fuera del despacho se levantó y se dirigió hacia donde yo estaba, me quedé paralizada. La srta. Carlota me toco el brazo, haciéndome salir de mi pequeño trance y me dijo que me llamaría. Salí dirección al ascensor, evitando la mirada con... Natael.  

Ya sabía el nombre de mi médico. Pero que haría allí?

PsiquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora