Cap 1: Sin ti.

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                                                                                5 años antes.

-Natasha-

     Estire mi mano con pesar pues despertar un día como este debía ser pecado, tantee la cama en busca del cuerpo de Charlotte, mientras tenía los ojos cerrados y una sonrisa en mi cara por saber que hace unas pocas horas había hecho el amor con mi hermosa morena. Me tomo exactamente cinco minutos para notar que me encontraba sola en aquella gigantesca cama y uno más para darme cuenta que la habitación se encontraba vacía, imagine que estaría en la cocina por lo que sin importar mi desnudez me levante y fui hasta donde se suponía estaba mi chica, solo para descubrir que no estaba, lo mismo paso con todos los lugares que busque –donde mierda se metió- era extraño puesto que la noche y parte la madrugada que compartimos fue como un sueño.

     Suspire y volví a revisar con la vista aquel cuarto con mayor detenimiento solo para ver un sobre que se encontraba encima de la mesa de noche. Lo tome con manos temblorosa pues tenía un extraño presentimiento y cuando empecé a leer se confirmaba con lágrimas que brotaban sin parar de mis ojos para terminar en el papel y sonidos ahogados que evitaba salieran de mi boca.

                      Me había dejado. ¡La muy maldita me había dejado!

     Tome su almohada y respire hasta llenar mis pulmones con su aroma para expulsarlo mientras sin poder evitarlo más lágrimas bajaban a mis mejillas. Me dolía el alma. No sé exactamente cuánto tarde en dormirme, pero solo sé que al despertar y cegada por el dolor que causa un corazón roto tome todo a mí paso, cada cosa que encontré termino estrellada contra la pared: sillas, adornos, cuadros, floreros, platos e incluso los muebles no sobrevivieron a terminar volteadas o rotas.

    El siguiente objeto que estaría próximo a su destrucción seria un porta retrato si no fuera por la foto que este contenía; una hermosa Charlotte sonreía mientras miraba a una chica al fondo, mi sorpresa, era yo. Lo tome con fuerza y lo apretuje contra mi pecho.

-Oh mi amor porque me dejas sola con este dolor- Todo estaba esparcido y posiblemente roto y a mi poco me importaba estar sentada entre tanto caos, parecía una niña rota y frágil ahí tirada llorando por una mujer la cual tenía en posesión mi corazón.

     Uno, dos y tres golpes sonaron en la puerta acompañada por la risa de unas mujeres. Me levante con el porta retrato aun en mi pecho y en una caminata a modo zombie para abrir la puerta y encontrarme a Shane y Miriam quienes asombradas me miraban.

-¿Qué haces tú aquí?- Pregunto Shane entre el asombro y la intriga junto con un poco de nerviosismo.

    Pero antes siquiera contestar una furiosa melena roja se había abalanzado contra mí, mientras daba golpes acertados entre mi cara y mi pecho si tenía la suerte de esquivar el primero- ¿Qué mierdas has hecho? ¡No te la volverás a llevar! – fue lo poco que lograba distinguir entre el dolor al recibir sus golpes y lo descolocada que me encontraba después de tanto llorar.

-Ella me dejo- fue lo único que logre balbucear mientras más lágrimas se volvían a formar en mis parpados.

     Creo que Shane me escucho o simplemente se había cansado de ver aquella patética escena en donde claramente yo era la única que resultaba herida; con delicadeza tomo la cintura de Miriam quien solo pateaba y gritaba con insultos con tal de que la bajaran o a mi persona con promesas de hacerme sufrir. La pelinegra respiro profundo y no sé cómo al susurrar unas palabras en el oído de la quien no paraba de patalear logro que se calmara; aunque si las miradas mataran ya yo me encontraría más allá de tres metros bajo tierra.

-¿Qué está pasando?, y juro por Dios que como no me contestes con la verdad haré que Miriam termine de desfigurar tu cara- cruzo sus brazos a la altura de su pecho y mentiría si dijera que no era intimidante.

-Ella se fue- logre muy bajito por el nudo que aprisionaba mi garganta.

-No entendí nada, así que te doy una última oportunidad para explicarte- su voz estaba cargada de irritación.

     Cerré los ojos y respire antes de ponerme de pie y caminar hasta aquella habitación y tomar la carta que entre las sabanas desordenadas se veía como solo una pieza que no encajaba en aquel cuarto; luego de tomarla y regresar a la sala donde se encontraban las dos mujeres mirando mi ¨pequeño¨ arrebato, me acerque a Shane quien frunció el ceño al ver que le tendía una carta.

-¿Quieres que la lea?- asentí y ella empezó a leerla luego de terminar me miro con tanta pena.

    Lo que vino a continuación me tomo por sorpresa, la pelinegra me abrazaba mientras lloraba como una niña pequeña- se fue sin mí- dijo luego de un momento.

-¿Qué está sucediendo?- pregunto curiosa la pelirroja para tomar la carta que se encontraba tendida en el suelo.

-No- repetía mientras su voz se iba apagando mediante leía.

     Las tres nos encontrábamos llorando en medio de una sala destrozada, pero no sé si estaba mucho peor de cómo nos encontrábamos en este momento. El silencio era acompañado de pequeños hipos o palabras apenas entendible que iban de maldiciones a lamentos.

     Alguna vez han sentido como si estuvieran vacíos, sin nada que llorar pero con un gran peso en el pecho como si acabaran de perder lo más importante y jamás lo fueran a recuperar.

-¡Amo a España y a sus españolas, Ole!- Se asomo una chica de pelo enrulado y una gran sonrisa como el gato de Alicia, poseía un claro acento ¿Francés?, claramente tenía que ser Francés.

    Las tres volteamos y la quedamos viendo, era yo la única que parecía estar fuera de toma, puesto que las otras dos se miraban como si se leyeran las mentes y trataran de ver quien daría la noticia.

-¿Me pueden decir quien murió y por qué el apartamento que alquile parece que sufrió la más grande de las fiestas? – dijo aun sin borrar esa sonrisa hasta que noto que nadie se atrevía a hablar.

-Charlotte volvió a donde su padre- dijo Shane después de varios segundos que parecieron horas. El silencio reino hasta que aquella chica a grandes zancadas camino y tomo mi cuello elevándome varios centímetros del suelo.

-Esto es su culpa cierto- el aire faltaba en mis pulmones y aunque tratara con todas mis fuerzas que me soltara esta solo afirmaba mas su agarre.

-Suéltala Alexandra aunque la mates no hará que vuelva Charlotte –

-Pero por lo menos la culpable de lo que le pase ya no estará- dijo con rabia y creo que ya no tenía más que apretar porque solo veía puntos negros y todo parecía desvanecerse.

-Suelta la, si la matas Charlotte jamás te lo perdonara- dijo Miriam creo, que irónico.

    Cuando me soltó el aire entro apresuradamente a mis pulmones en grandes bocanadas, tuve que inclinar mi cuerpo como si fuera a vomitar y una tos se apodero de mí. Peor sensación no había.

Apunta al pechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora