Cap 9: Pequeños botones rojos.

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  Un bisturí pasa lento besando a su amante tiernamente, lo tiñe con sus labios rojos, deja el sabor del dolor y satisfacción del placer. Aulla clemencia. Mis manos sujetan ansiosas su carne hasta llegar al punto donde sus ojos desesperados pide que pare, sonrió, esquivo  su súplica  para apoderarme burlonamente de ese miembro que tanta satisfacción le causa y que por esta vez lo dejo pasar.

-¡Para! ¡Te lo suplico! ¡Basta! - se retuerce, suda y chilla como un cerdo.

-Shhh, estoy intentando hacerte un bonito regalo el cual apreciar- introducí mi mano en donde ese perfecto corte derramaba sangre- estas muy caliente.

-¡Duele! Pa... - su sangre llenaba su boca y dificultaba su hablar, palpe su corazón hasta abarcar toda mi palma en ese órgano mientras sentía el ritmo de sus latidos se volvía feroz hasta que conjunto a la sinfonía que sonaba llego a su fin.

-Hermoso, simplemente hermoso- sonreí  mientras desprendía con ayuda del bisturí ese pequeño que se encargaba de llevar sangre a su cuerpo.

    Este sucio cerdo no fue tan difícil de atrapar. Marco Soplavokj era un encargado de traficar una de las más finas drogas desde Colombia  hasta los puertos españoles, lo que muchos no sabían era que muchas de sus cargas poseía chicas desde los trece hasta treinta años; muchas esperando ser vendidas al mejor postor, era desagradable. Con su acento marcado y un rostro de guaperas conseguía engañar a sus victimas quienes luego de una salida terminaban drogadas y secuestradas.

     Saque arterias, venas y órganos hasta solo tener un bonito envase donde colocaria flores, esta vez no lo desmembraria, tenía que ser algo hermoso para mi agente favorita. Recuerdo estar un día meditando mis planes a futuro hasta que la vi, hermosa, era el adjetivo que broto de mis labios y sin esperar alguien capto su atención dandome su nombre junto a  una pista de su profesión, también recuerdo que ese fue el momento en que empezo mi obsesión por esa rubia.

  Destacada en su campo y decidida, la detective había logrado la nominación pese a su corta edad para uno de los mejores cargos mientras que yo la ayudaría a través de uno de los mayores casos de asesino seriales ¡Somos la pareja ideal!

Soñaba con un día ser atrapado por ella o verla fallecer en mis manos, desgarrando cada detalle que la volvía hermosa hasta que esos ojos no tuvieran ningún brillo más allá de la muerte. Pero eso tendría que esperar, debía colocar a este precioso florero en un lugar donde ella lo pudiera notar y por ser nuestro aniversario debía estar en aquel callejón cerca de su comisaría sin importar al riesgo que esto me supondría.

   Alexandra

   Me encontraba inspeccionando una figura difusa en la pared que de seguro era provocada por el moho, mi mano descansaba en mi abdomen y movía el pie al ritmo del teclado de un teléfono.

-Para ya tía- una mano firme se poso en mi brazo en una clara orden- no me dejas concentrar con tanto bamboleo del pié.

-Es que estoy aburrida - un pequeño ligero puchero broto de mi labios.

-Y yo tengo demasiado trabajo- dijo sin apartar la vista del infernal aparato- así que quedate quieta.

- No quiero- empecé a trazar circulos en la cara interna de su pierna - ese artículo puede esperar.

- No lo creo - apretó un poco sus piernas ansiando que subiera un poco más- esta noticia del famoso "R" esta impulsando mi carrera.

-Pff, solo es un chiflado con aire de héroe- mordí su hombro para luego aliviar con mi lengua - mon petit chérie je veux te manger entier.

-Solo dejame escribir un párrafo más sobre como descuartiza a sus víctimas y deja su firma- su voz era cada vez más  ronca según su excitación subía.

Apunta al pechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora