Zafiro.
Mis manos sujetaban con fuerzas sus caderas mientras me cabalgaba la cara como la maldita vaquera que quería que fuera, mi lengua estaba rígida pero cuando la tenia profundo en su interior la movía para provocar esos gemidos que me tenían mojando más mi centro, clave mis uñas en unas de sus nalgas y cuando con una última recorrida de mi lengua desde su entrada hasta su botón de nervios se corrió deleitándome con su sabor. Cayó de espalda en mi cuerpo con la respiración agitada por nuestra pequeña diversión pero, yo no quería dejarla hasta que recibiera uno más. Moví mi cuerpo y la acomode en la cama para posicionarme encima de ella, abrí sus piernas y procure que nuestros centros estuvieran en contacto mientras iniciaba un delicioso vaivén que robara pequeños quejidos que se transformaban en jadeos, mis dientes mordían su lóbulo y me turnaba para susurrar lo guarra que me ponía tenerla a mi merced, no duro mucho hasta que se vino y luego de unas embestidas más fuertes yo también.
-Por los Dioses- jadee cuando mi celular vibro desde la mesilla que estaba al lado de la cama- Si no es por trabajo o porque tendré tu cara entre mis piernas, es mejor que cuelgues.
-Como amo tu vocabulario tan tosco, hermanita- una risa sonó al fondo de la llamada- también es un placer escucharte.
-Oh, solo eres tu – miro a su risueña acompañante que intentaba con piernas temblorosas buscar sus ropas para irse- ¿Está todo bien? – miro como la de más baja estatura sonreía apenada cuando se encontró con mi mirada, apresuro su búsqueda y se vistió bajo mi atención.
-Solo quería saber como estaban las cosas- suspire y respondí un ¨bien¨ - hago lo que me gusta y follo como me encanta, ¿qué tal tú? Supe que por fin conseguiste ese asenso que tanto deseabas.
-Lo obtuve- mire el techo blanco mientras esperaba otra de sus preguntas- hermana, tic tac.
-Por eso prefiero los relojes cu-cu - suspire y cerré mis ojos- nos vemos después mi pequeña florecilla.
-Cuento con eso ojos bonitos- sonó un sonido como si algo pesado se deslizara por el suelo- ya pronto estaré en España.
-Adiós- colgué y cerré los ojos con fuerza.
Alexandra.
Mantuve mi brazo firme y dispare hasta acabar el cartucho de mi pistola, todas las balas habían acertado menos una, la madera humeaba indicando que había fallado. Respire tranquilamente y me senté en el suelo frío de donde estaba mi improvisado lugar de tiros. Necesitaba quitar todas estas sensaciones de mi cuerpo o terminaría cometiendo un error.
-¿Qué haces ahí?- se escucho una voz femenina que no esperaba y menos en este lugar.
-No tendrías que andar en otro lugar Am- desarme el arma a una buena velocidad y la coloque en el suelo- sabes que no deberías estar aquí.
-Pero lo estoy- sus pasos continuaron hasta detenerse al encontrarse enfrente de mí- ¿podemos hablar?
-Adelante- mire sus impolutos zapatos negros antes que fuera interrumpida por una botella de agua- gracias.
- Están metidas en algo gordo y sé que me dirás que no me incumbe- soltó con bordaría antes de continuar- pero también sé que no quieres depender de Natasha para enterarte de todo.
-Y me lo dices para...
-Es posible que tu amiga este viva y en España- la mire con los ojos entrecerrados y esperando que se explicase – aún no estoy segura de eso, pero sea lo que sea que se avecina es algo gordo.