Felipe Montecristo.
Muchos piensan que el dolor es detestable por el simple hecho de que se encarga de hacernos sufrir y transportar nuestros sentidos al borde de un acantilado, nos obliga a estar frente a frente con nuestra debilidad e impulsarnos a decidir si sucumbir a ellos o tomar las riendas y enfrentarlo [...]
El humo salía a través de mi boca como una espesa neblina, cada calada era una carga de nicotina a mis pulmones y cada que lo dejaba salir un destello de recuerdo que llenaban mi alma. Mi escritorio estaba en perfecto orden y una taza de café reposaba olvidado cuando un par de horas atrás me dedique admirar el horizonte; incline mi cuerpo hacia atrás en mi cómodo sillón y este se reclino cediendo a mi peso dándome la comodidad necesaria para pensar- suspiro- afloje mi corbata y cerré los ojos.
Que es este sentimiento que me embarga esta noche, ¿culpa? o ¿miedo?, yo no era ese tipo de hombre. Hace años había superado el miedo a todo y la culpa nunca estaba presente en mí, quizás un desperfecto de mi nacimiento; ese extraño sentimiento nunca se presentaba.
Flash Back
-Vamos pajarito vuela- tome entre mis manos la pequeña ave y la lance desde una pequeña altura para que volara. La pequeña avecilla tenia la ala rota cuando sin querer le había dado con una piedra cuando jugaba en el lago cerca de nuestra mansión- vamos tonta ave no tengo tiempo para esto, pronto será la hora de la merienda y papá se molestara si llego tarde – intente otra vez, nada.
La pequeña ave emitió un sonido doloroso al dar contra el suelo sobre su ala rota.
-Bien, tú te lo has buscado- tomo una piedra que apenas podía sostener entre sus dos pequeñas manos y sin titubear golpeo fuerte a la pequeña ave que sin mucha resistencia soltó su último aliento en un chillido que luego se convirtió en un eco- tsk, me has ensuciado los guantes.
Abandone al pajarillo entre las hojas secas y la piedra con su sangre y corrí a todo lo que mis piernas daban .Al llegar a la mansión me escabullí dentro cuidando no ser visto por nadie pero antes de llegar tropecé con una sonrisa risueña y dos grandes ojos grises que me miraban con un conejito blanco entre sus manos.
-Mira lo que me dio mi mami- acerco esa bola blanca de pelos y no pude evitar reír por los cosquilludos que eran sus pelos contra mi nariz
-Para, para, ya lo vi- tome con cuidado al conejito y lo empecé acariciar- ¿Cómo se llama?
-Sr. Peluche- dijo con orgullo mostrando una sonrisa que marcaba la falta de uno de sus dientes de leche- quieres bajar con nosotros a tomar la merienda- no era pregunta si no mas una orden
-Sera un placer- sonreí- pero antes debo dejar algo en mi habitación
No preste mucha atención a lo que me dijo después sino que me dispuse a entrar a mi cuarto y esconder mis guantes manchados bajo mi cama. Nuestra mansión contaba con un gran comedor donde tomaba la merienda casi todas las tardes con mi media hermana y hoy era una de esas tardes. Ella llevaba un vestido amarillo pálido con un lindo moñito sujetando ese flequillo rebelde que a veces se escapaba para adornar sus mejillas, su forma de vestir no era lo que me extrañaba, sino la autoritaria figura de nuestro padre quien la miraba de una manera molesta mientras ella limpiaba sus ojitos
-Muchacho ven aquí – su voz sonó ronca logrando que algo sobresaltara mi pecho- ¿has salido de la casa?
-No padre – titubee
-Y me puedes decir quien ha llenado la alfombra de tierra- no tenía miedo de responder pero algo me impedía hablar en ese momento- estoy esperando Felipe
-Fui yo papá- una voz temblorosa en llanto sonó poco audible en esa habitación
-¿Eso es cierto hijo?- miro entre nosotros dos
-Si padre- fue lo que salió de mi boca
-Bien, Charlotte dame a esa alimaña – recuerdo que mi hermana lo abrazo con todas sus fuerzas y negó lo que hizo enfurecer a padre- niña malcriada te enseñare a obedecer cuando lo ordeno- tomo fuerte el hombro derecho y con su gran mano arrebato a la bola de pelos, camino de prisa dejándome en mitad de una habitación vacía y a una niña de oji-gris llorando desconsolada mientras una de las criadas que andaba de paso la llevaba a su habitación.
Quisiera decir que sentí culpa por lo de la ave, por la mentira o porque luego sirvieran a la bola de pelos de cena mientras mi hermana era obligada a verlo. Pero no sentí nada. Era un espectador más
Ella apenas tenía unos seis años y yo tendría unos doce cuando esto sucedió.
Fin del Flash Back
Llevaba cuatro años al mando de la mafia más grande de Francia y aun sentía que algo me faltaba. Tenía todo lo que quería: mujeres, drogas y poder, pero aun así faltaba algo.
Me había deshecho de mi padre y mi media hermana años atrás, claro no sin antes hacerla sufrir.
Flash Back
Mi respiración era agitada como si hubiera corrido un maratón, mientras mi corazón trabajaba a todo lo que podía tratando de llevar oxigeno a mis pulmones, el sudor se hacía presente en mi frente y en mi camisa haciendo que se pegara a mi cuerpo en el esfuerzo. La mujer que tenia frente a mi respiraba entrecortada mente tratando de mantenerse en pie mientras yo arremetía contra su espalda.
-¡Pide que pare perra! – lleve mi mano hacia atrás y con toda la fuerza y la ira que tenia dentro lleve el látigo contra su espalda creando otra gran herida que no dejaría de sangrar- para esto es que volviste
-...
-O fue para que no tocara a tus amiguitas y a esa putica que dices amar- apreté mi mandíbula esperando una respuesta que llego luego de unos minutos
-Púdrete- salió con dificultad entre sus labios, otro latigazo impacto robando un alarido desgárrante antes de escupir sangre y mirarme- tu nunca serás mejor que yo.
Como un fósforo a la gasolina sus palabras encendieron más mi ira y golpee sin medir golpe tras golpe hasta que sus piernas flaquearon y su cuerpo inconsciente quedo en ese suelo sucio y frío. Peine mi cabello que había escapado a mi frente pegándose y camine lento a las salidas de ese cuarto donde día tras día me encargaba que mi media hermana sufriera.
-Encárgate de que sobreviva y esté lista para recibir otro castigo dentro de tres días
-Si señor
Fin del Flash Back
Abrí mis ojos y con una última calada termine el cuarto cigarrillo del día y con esto el fin de estar encerrado en estas cuatro paredes, era hora de ir a visitar unos socios.
FELIZ AÑOOOOO. UN REGALO DE NAVIDAD ATRASADO