Aquí- sostuvo el arma direccionandola a donde se encontraba su corazón- por lo menos ten valor de terminar está lenta muerte que has provocado.
-Natasha- sus ojos grises me miran pero desde hace mucho que no me hablaban, presionó un poco y yo cerré los ojos ante esa desconocida con quien compartí sentimientos.
Los segundos pasaron lentos convirtiéndose en minutos, ¡Bom!, el inconfundible sonido del disparo pero sin proyectil puesto solo era un sonido de la boca más tentadora.
-Mi pequeña rubia, no será está la forma en que te mate- susurró con la voz de un amante a la media noche, su mano entre un mechón de mi cabello y sus dientes raspando el lóbulo de mi oreja- nos veremos.
Cuando el frío del cañón abandono mi pecho abrí los ojos para ver la espalda conjunto con unos cabellos castaños cruzar en una esquina de ese laberinto de cajas.
La hija de puta más grande había vuelto para hurtar mi corazón, perp está vez una de las dos debía vivir o morir.
