⏩ five ⏪

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Su pie  se movia desesperadamente al ver que no llegaba ¿Lo habrá dejado plantado? Si fuera así, el no se lo perdonaría, ó quizás sí ya que es su cumpleaños.
Miró por quinta vez en su celular la hora. Habían pasado más de media hora y Yamaguchi no daba señales de aparecer. ¿Le habrán robado? ¿Lo habrán secuestrado? esas preguntas pasaban por la cabeza del rubio. Oh no, ahí viene su lado sobreprotector y paranoico. Muy rara vez le pasaba, pero cuando se trata de Yamaguchi su cabeza explota.
El pecoso nunca llegaba tarde, de echo era todo lo contrario, era bastante puntual sobretodo con estos temas y más aún cuando se trata de Tsukishima.
—¿Le habrá pasado algo? —murmuró revisando otra vez su celular a ver si tenía algún mensaje de él. Nada de nada, solo tenía el último mensaje que le había mandado avisando que va saliendo de su casa hace exactamente más de cuarenta minutos. Esto ya se volvía preocupante.
—¡Tsukki! —se escuchó a lo lejos, bastante lejos. Alargaba la "i" mientras corría hacia el rubio quien buscaba de donde venía el grito, sabía que era Yamaguchi ya que era el único que tenía permetido llamarle así. Una vez lo encontró pudo ver como corría con el pelo desordenado y el sudor pegado a su frente. Una vez llego al lado de Tsukishima se quedó unos minutos recuperando el aliento mientras descansaba su peso en las rodillas. Una vez lo recupero del todo puso su postura normal y se rascó la nuca mirando al rubio—. Perdón por demorarme tanto... Me quedé pegado ayudando a una niña encontrar su madre y se me fue la hora —le dijo con una sonrisa algo avergonzada. Kei sintió un leve rubor apoderarse de sus mejillas ¿Por qué tenía que ser tan puro y lo hacia pensar cosas tan impuras? eso no era de dios, no señor.
—N-No te preocupes... tampoco es como que llevaba mucho tiempo aquí esperando.
—Oh... Está bien —le sonrió.
Atrás pensamientos impuros, alejaos de Tsukki.
—¿Vamos? —el pecoso asintió y comenzaron su camino hacia la estación de trenes mientras hablaban de cosas triviales. Yamaguchi le contó que la niña se encontraba llorando en mitad de todo bullicio y nada le prestaba atención así que decidió ir ayudarla. Le decía que le recordó bastante a Kei, ya que era rubia y ocupaba lentes, además andaba con un juguete de dinosaurio.
—Quizás seas tú versión mujer... aunque te prefiero a ti de todas formas —le había dicho mientras iban sentados en el tren. ¿Acaso el no pensaba en los sentimientos del pobre Tsukishima? Cuando dijo eso al rubio parecía que se le iba a salir el corazón y sus mejillas iban a comenzar a derretirse de lo caliente que las sentía. Menos mal que sabe esconder muy bien sus emociones y sentimientos.

Una vez llegaron al centro de Miyagi Tsukki miró a Yamaguchi— ¿Dónde quieres que vayamos primero? —Tadashi alzó sus hombros con algo de nerviosismo. Kei suspiro sacando dos boletos de su bolsillo—. Tenemos entradas para el acuario —los ojos de Yamaguchi brillaron mientras observaba los boletos—, luego de eso podríamos ir a dar una vuelta al centro comercial por distintas tiendas, luego iríamos a comer lo que gustes y finalmente tenemos otros dos boletos para el planetario ¿Te parace? —los ojos de Yamaguchi brillaban increíblemente. Asintió repetitivamente. Estaba feliz, contento, alegre, por qué por primera vez pasaba su cumpleaños con él, y que el rubio tuviera preparada tantas cosas lo hacia sentir... alegre. Tenía unas inmensas ganas de saltar sobre él y abrazarlo y no soltarlo jamás pero como es Tsukishima el pecoso tenía el miedo al rechazo y sobretodo si era de Kei.
El día se les pasó rápido. En el acuario la pasaron bien y Yamaguchi disfrutó mucho al ver los delfines e incluso se emocionó demasiado al ver los tiburones. Era de mañana por lo cual el acuario no estaba ten lleno, perfecto para ellos dos, pero apesar de eso Tadashi estaba pegado a Tsukishima. Luego de eso, como tal había dicho el rubio, fueron a dar unas vueltas a las tiendas del centro comercial. Entraron a una biblioteca en donde literalmente ambos se pusieron a fangirlear con libros de astronomia y Tsukki finalmente compró uno para cada uno. Yamaguchi insistía que el lo compraría con su dinero pero el rubio sin decir nada agarró ambos libros y los compró. Pasaron a comer a un lugar de comida rápida ya que sabía que en esos lugares eran en los que vendían papas fritas al estilo que a Yamaguchi le gusta. Terminaron con algunas manchas de ketchup ya que por un error el pelinegro mancho sin querer al rubio y este se vengó empazando una "guerra". Ambos terminaron en el baño del local entre risas mientras se quitaban las manchas de la cara y brazos.

ámame » tsukkiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora