La revelación

97 10 0
                                    

Con los ojos fijos en el cielo, flotando sobre el agua; se encontraba el pequeño rubio. Como de costumbre, esperaba la llagada de la pantera. Se había hecho común para él ir por las tardes a verlo, aunque no siempre tenía esa oportunidad, es más, después de la primera vez se lo había cruzado dos o tres veces más en un par de semanas. Para Naruto él no era la única razón de estar ahí, simplemente le gustaba el lugar y sin dudar la cascada.

Unos ruidos lo hicieron alterar y saltar de su tranquilidad. Salió rápidamente del agua y se escondió entre los árboles. Estaba asustado, no importaba que supiera defenderse, para él ese nunca fue su fuerte. Observó hacia donde estos comenzaron y logró localizar una silueta, "él", pensó. Sin divagar supo que se trataba del azabache.

Salió de los arbustos aquella sombra que parecía buscar a algun intruso que lo encontrara. Su aurora jamás cambiaba, era oscura y fría. Hacía ya un tiempo que se sentía incómodo al ir a tomar un baño, no sabia como explicarlo, solo sabía que ese lugar no era como antes. Tensión era exactamente lo que le provocaba ese lugar. Como siempre, al llegar ahí, se sumergió en el agua fría, luego de unos minutos salió a secarse en el sol. No le agradaba mojarse, al contrario casi lo detestaba, si no fuera por su hermano nunca lo haría. Lo habitual sería que se fuera de inmediato, pero esta vez al ya estar casi completamente seco, se recostó a un lado de la cascada y miró alrededor algunos segundos antes de quedar dormido. Había entrenado mucho recientemente y se estaba agotado. El rencor aún no se iba.

Se removió un poco y abrió los ojos somnoliento. Era ya bastante tarde, estaba anocheciendo. Se levantó para volver a casa, se sentía revitalizado, dormir un poco lo había ayudado mucho. Caminó al árbol donde su hermano ya lo esperaba con la cena lista.

-Llegué -dijo Sasuke entrando-

-Hasta que vuelves -sonrió su hermano-

Comieron y entrenaron unas horas antes de volver a entrar a descansar. Siempre se acostaban tarde y levantaban temprano. Una rutina sin fin que se repetía una y otra vez en aquella casa. Itachi era el responsable de que el azabache menor no se excediera, cazaba para comer y se ocupaba de la mayoría de las cosas dentro de la casa. Desde joven cuido de su hermano menor por la muerte de sus padres.

Por otro lado el blondo llegó a su casa más tarde de lo normal. Se estaba volviendo costumbre el hacerlo. Pero los regaños no le importaban, para él había válido la pena. Llegó a su habitación bastante feliz, hoy había podido verlo por un largo rato. Seguía siendo una criatura increíble ante sus ojos, muy contrario a si mismo.

Había tratado de buscar información sobre ellos en algunos libros y no pudo encontar nada que los involucrara. No tenía la intención de preguntar nada a nadie pero la curiosidad lo carcomía por dentro. Decidió hablar con su hermano sobre él, claro que de una manera en que no supiera que existe, era su secreto.

Subió a su habitación y lo pensó detenidamente. ¿Era lo mejor preguntarle? o... ¿tal vez no?. Una inseguridad recorria su piel, como queriendole prever algo; pero la curiosidad pudo más que la intuición del pequeño.

La mañana se hizo presente. El rubio menor busco a Deidara en el campo de entrenamiento. Llegó y pudo verlo transformado peleando con un felino de color rojo. Sasori. Se acercó y en un grito llamo a su hermano.

-Deidara!

-Volteo a ver mientras su compañero se abalanzó sobre él- No lo hagas- río cambiando a su forma humana-

-No te distraigas -gruñó imitando al rubio-

-Deidara! -interrumpió una vez más él menor-

-Creo que te buscan -el pelirrojo le guiño un ojo y se quitó de encima-

-Así parece -dejo salir una carcajada- ¿Qué quieres ahora rubiecito? -se levantó para encararlo

-Quería hablar contigo... es algo importante -bajo la voz- ¿Puedo?

-Claro hermanito -rodeó su cuelo- ¿qué es?

-Alguna vez has visto a una persona convertirse en una especie de gato negro pero, como explicarlo, uno muy grande -hizo un gesto con sus manos-

-Una especie de escalofrío recorrió la espalda de Deidara, quien observó como Sasori se tensaba también- ¿Dónde escuchaste eso?

-Eh... pues he visto muchas especies de muchos colores pero nunca una negra -improvisó su respuesta-

-Deberías -susurró el mayor a Deidara-

-No creo que sea una buena idea -lo miró preocupado-

-Que pasa!? -Naruto alzó la voz- ¿me estas ocultando algo?

-No es eso... - se excusó su hermano- solo... es complicado.

-Quiero saberlo! -exigió-

Deidara vio al pelirrojo en señal de que lo ayudará, él solo asintió y comenzaron a narrar lo que apenas ellos sabían del tema. Ellos eran unos niños que apenas recordaban lo que ocurrió ese día y Naruto era aún mas pequeño, alguien que solo nació en un mal momento para cargar con el peso de una guerra. Ambos le explicaron todo lo que sabían y que no podía decírselo a nadie. Sus padres siempre lo ocultaron seguro tenían una razón para eso, pero las cosas siempre tarde o temprano se descubren, por más cuidado que se tenga, las verdades ocultas en secretos son reveladas.

-Siganlo, quiero saber que hace cuando llega tarde. No quiero excusas para nada! -dijo demandante el alfa a dos espías subordinados-

-Pero señor es su hijo -trato de hacerlo entrar en razón-

-Por él es que lo hago, ahora vayan y reportense cuando reunan información -habló para retirarse del lugar-

Razas Distintas, Mundos Iguales  (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora