Resistencia

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A lo lejos se distinguía una cabellera rubia corta corriendo, que al término de unos segundos se había transformado en un león con sus nueve colas. Lo observó hasta que se desvaneció entre la malesa. Volvió la mirada hasta encontrarse con una revolucionada multitud que rodeaba a los guardias que servían al líder, su padre. Dentro de la jaula un tranquilo ser reposaba su cabeza contra los barrotes, rendido, cansado, harto de luchas sin sentido. Subió su mirada al cielo, hasta donde sus heridas lo permitían. Era un lugar completamente diferente a como lo recordaba, por una vez, al fin había llagado la paz entre todas las especies, lástima que lo creyeran una amenaza ahora.

Sus ojos azules se encontraron con unos largos cabellos oscuros y una ensangrentada camisa, sobre su pecho llagas que sanaban lentamente, aunque a un rango sobrenatural; en su cuello un collar con tres argollas sobre montaban su clavícula, finalmente una nariz perfecta y una mirada negra, penetrante pero sumisa al tiempo. Eso era de lo que su hermano hablaba. Las Panteras aún existían y él las había visto.¿ A caso era el pobre encerrado el último de su clase o habían más?. Naruto había corrido de nuevo al bosque por lo que de seguro hay más. Volvió su mirada a aquel fascinante individuo, tan temido y repudiado por todos, mas, a los ojos del rubio mayor parecía tranquilo, sereno, buscaba algo y eso no era pelear. Las orbes negras dispararon directo a las suyas, regalandole una paz incomprensible.¿Quién era esa persona?, ¿Qué era lo que quería?.

Dejando el lago atrás siguió su camino hasta la cabaña que no hace mucho había descubierto. Caos. Era lo único que se podía apreciar. Corrió dentro tratando de encontrar a Sasuke, recorrió todo el lugar tratando de encontrar algo que le ayudará a dar con él. Nada, no había rastros. Caminó despacio hasta la salida. Respiró para volver a emprender su búsqueda, no podía gritar, alguien podría encontrarlo. Un golpe seco en su espalda lo hizo desvanecerse en el suelo, dio vuelta encontrándose con el azabache, pero tenía algo fuera de lo habitual. Sus ojos ya no eran oscuros, ahora eran rojos.

-¿Qué haces aquí? -gruñó- ¿Vienes por mi también?

-De que hablas -dijo con un semblante adolorido-

-No me engañarás de nuevo

-Jamás lo hice! -exclamó el pequeño- ,vine porque pensé que algo pudo pasarte!

-Deja de fingir! Los tuyos se llevaron a mi hermano!

-No sabía que eso pasaría!! -lo empujó quedando sobre el azabache-

-Sabía desde el comienzo que debía matarte cuando tuve oportunidad -apartó la mirada- , todo fue mi culpa.

-Tampoco fue así -se levantó tendiendo su mano hacia su oponente- , te ayudaré con tu hermano.

Sasuke tomo su mano para pararse, quedando frente al rubio. Sus ojos reflejaban serenidad aún en ese momento después de agredirlo, desprendían confianza aunque lo haya inculpado, irradiaban una calma que recorría dentro de su ser debilitandolo, dejándolo inmune e indefenso. ¿Qué tiene él que jamás a visto en nadie? ¿Por qué tiene la misma cualidad de su hermano para tranquilizarlo?. Algo en ese chico le brindaba algo inexplicable, y lo único que sentía era que debía creer en él.

¿El lugar donde estaba?. Solo un ser omnipotente lograría sacarlo de ahí sin necesidad de recurrir a la fuerza bruta. Rodeado de cadenas y barrotes que limitaban no solo su libertad sino sus movimientos, ¿pero para que le servían ahora? Si lo quisiera ya habría escapado, su hubiera puesto resistencia desde el comienzo, no estaría allí como un ser insignificante y temido. Pero de qué habría servido si lo que vendría después serían batallas interminables y muertes sin sentido. Todo estaba terminando delante de sus ojos, no podía hacer nada. Temía por su hermano, de seguro cuando supiera que le pasó idearía la forma de sacarlo de aquel asqueroso lugar. Hasta ahora por lo único que había vivido era por Sasuke, tratar de guiarlo, cuidarlo, quererlo. Pero ahora eran solo palabras vacías sin él. Lo que deseaba era que no lo encontraban, que estuviera bien.

El agua de las goteras se estampaba contra el mugriento suelo tornándola de color gris oscuro. Eso era lo único que le recordaba que el tiempo seguía transcurriendo. Un pequeño tragaluz en lo mas alto del muro dejaba entrar rayos de luna y el sonido de gente lejana. Todo estaba normal. Después de varias horas la gente que antes atrincheraba al prisionero, ahora recobra su rutinaria vida.

La curiosidad había podido más que la cordura por lo que ahora Deidara se encontraba a unos pasos de llegar a la escalera que lo dirigiría al calabozo donde se encontraba el pelinegro que lo tenía intrigado, demasiado para su gusto. Quería saber que era lo que le transportaba a lo desconocido con solo una mirada, quería volver a tener aquel sentimiento que le dieron los ojos ónix del fugitivo, al parecer. Uno, dos, tres... alzó la mirada, la puerta, lo único que lo separaba de aquella adrenalina que deseaba su cuerpo. Llenó sus pulmones en un intento de tranquilizar sus nervios, era peligroso según todas las historias escuchadas. Dejó su incertidumbre atrás, tomó todo su valor; giró la perilla, subió la mirada encontrándose con un cuerpo simulando ser indefenso y al tiempo feroz. Sus manos y pies encadenados, lastimando sus articulaciones, observando a la nada, perdido en sus pensamientos. El rubio se acercó lentamente intentando que detectara su presencia, se detuvo junto a él arrodillándose para ver a donde se dirigían sus ojos. Realmente no era nada especial, no veía nada que fuera extraño refiriéndose al lugar donde estaba. La pared llena de marcas, relataba una historia tras otra de las personas que habían sufrido en el mismo lugar. Sangre, rasguños, desesperación, angustia, desesperanza...

-No es solo lo que vez -susurró sorprendiéndolo- hay una historia detrás de cada mancha, cada una peor que la otra. Pero conmigo aquí esto llegará a su fin -lo miró- ,¿verdad?.¨

-¿Qué es lo que quieres decir? - dijo con sus ojos fijos en los del azabache- 

Razas Distintas, Mundos Iguales  (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora