II

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   —Yo soy Gúltar, y he venido a acabar con la bestia...

   Al mirarlo veía a un Yopuka muy flácido con poca masa, cuando los que había visto con anterioridad median alrededor de dos metros, aparte de tener músculos bastante grandes, su aspecto era demasiado diferente incluso, parecía mucho más inteligente que sus parientes, su piel morena clara, hacía que sus huecos ojos blancos resaltasen, un iris marrón más oscuro y su pupila en forma de cruz del mismo tono de su piel, llevaba una perfecta espada emblemática de los Yopukas, en la empuñadura se podía ver un boceto de un demonio, de la misma salía una cadena desgastada por la edad que desprendía el color de ella parecía ser tungsteno, o al menos alguna vez lo fue, mientras que la espada se contemplaba con mucho menos desgaste hecha del mismo material y color, que la cadena colgante la sostenía con bastante recelo sobre su otro brazo.

   Dio un colosal salto hacia mí, no pude moverme, ni mucho menos alistarme en posición de batalla, mis piernas no se movían, mi boca está totalmente abierta, no reaccionaba de ninguna manera...

   —Puedes creer eso de mi pequeño...

   En fin... Sigamos; Me miró fijamente, tomando su mentón, del cual unos pocos bellos se podían ver de tan cerca que estaba él de mí, me dijo...

   —¿Tú no eres la bestia verdad?

   En ese momento pensé, pues... Ya veo que no es más inteligente que otros Yopukas, Respondí como pude y dije.

   —No, no la he visto, no sé cómo es. Acabo de llegar...

   Se acercó un poco más y entrecerrando los ojos dictaminó.

   Puso su mano y su estómago, parecía bastante centrado como si estudiase cada centímetro de mi cuerpo, en unos pocos instantes de compartir la respiración conmigo, su nariz se arrugo y comenzó a reír descomunalmente, mientras moría de risa lograba decir entre tiempos—Ya decía yo, estas muy feo... Pero tampoco como para ser una abominable bestia... ¿No es cierto?

   Si soy sincero, en ese momento solo quería golpearlo, aunque no podía moverme solo una incómoda sonrisa logre articular, me seguía mirando fijamente, hasta que decidió hablar mirando hacia una de las paredes...

   —Bueno, tampoco eres uno de los once mercenarios que lograron conseguir los Dofus, no recuerdo que nos acompañases en aquel duro y complicado viaje, aunque veo que tienes nervios de acero.—Graznó y tomándose el mentón con más fuerza siguió explicando—Necesito que me ayudes, no podemos vencerlo solo nosotros, necesitamos toda la ayuda posible, ¿Vienes?

   Aún no he resuelto porque aquel día estreche la mano con Gúltar, pero por lo que veo fue para bien. La verdad casi siempre, imagino un futuro donde nada hubiese pasado, aunque no podía saber que iba a pasar después...

   En ese momento, mis pensamientos no tenían fuerza tampoco sentido propio, las decisiones que tome no las considere ni un solo segundo.

   —Eso es, ya estamos formando un ejército contra la gran bestia...

   Escuche de Gúltar, atrapo con su brazo izquierdo mi cuello, al parecer el gesto era de aprobación y afecto, sin embargo dio un gran salto conmigo pegado al brazo, sentía que iba a morir, aunque él se estuviese muriendo de risa al verme, tirado en el pasto tosiendo... Estábamos afuera del laboratorio de Dathuz, el cual estaba en una isla apartada de todas las civilizaciones, para darle un libre campo de investigación. Los árboles no lograba identificarlos, solo observando aquel lugar veía; Que el pasto era de un color mezclado entre el verde y el azul, lo cual lo hacía extraño como todo en esa isla... Se podían ver los árboles más altos y frondosos de todas las especies de árboles.

   Gúltar le dio un puñetazo con gran fuerza y poco impulso a un árbol que estaba en frente de mí, de ese árbol cayó una extraña fruta de color morado con manchas de color amarillo y rojo, las manchas eran círculos uniformes, nunca había visto algo como eso.

   Gúltar tomó una de esas extrañas frutas o verduras, la verdad no sé qué demonios eran... La mordisqueo, con gran fuerza y refunfuño, se veía como el jugo de color naranja brotaba poco a poco por su mentón, no sé porque... Esas extrañas cosas se veían muy suculentas. No podía contener la risa en mi cabeza, Recuerdo que estaba riendo sin ataduras en mi mente mientras miraba como un tonto, el estómago me reñía con bastante fuerza... Gúltar no tardó en darse cuenta, y atragantarse con aquella fruta...

   Gúltar reía mientras escupía poco a poco la fruta, yo estaba bastante avergonzado por el rugir de mi estómago, acercó su rostro de nuevo y me pregunto con una gran sonrisa.

   —¿Quieres?—Dijo después de soltar una gran carcajada, estuvo riéndose por unos segundos y continuo—Bueno, no se... Pero se me hace que no tienes hambre...—Su risa seguía rugiendo cada vez más descarada—Pero solo te ofrezco para que no digas que soy mala persona—Al terminar su frase ya él no podía más escupió todo lo que se había llevado a la boca y rompió a reír sin poder detenerse.

   Mi Gran sonrisa de incomodidad volvió, no sabía que decir, la sensación de un chiste en ese preciso momento no era la misma que una normal, él no conocía ni un solo detalle de lo que me había sucedido, en esencia no tenía ganas de disfrutar por nada... El solo saber que mi corazón estaba destrozado, no me dejaba muchas ganas de nada, aunque, tenía tanta hambre que me decidí a probar una de esas frutas. Su sabor... Pues... era, ¡Majestuoso! Como combinar las mejores bayas y frutas en un solo y compacto alimento, fácil de llevar... Suponía al verla que era una de las invenciones de mi viejo amigo... La termine de comer un poco desanimado, mientras que el Yopuka comía a un ritmo inalcanzable, veía como se llevaba las frutas enteras a la boca sin siquiera pestañear.

Aunqueno podía coercer mi pensamiento, las aventuras que viví al lado de Dathuzvolvían a mí como el atropello de un camión...    

Flujo del StasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora