VI

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   Gúltar está en pie junto a mí. Poco a poco todos ya se encuentran detrás de mi espalda, estoy en vanguardia a pesar de no tener ningún conocimiento de batallas reales, concluyo que ya sé cuál es el resultado de esta, comprendo que no estoy hecho para esto y el único desenlace para mí en esta batalla es la muerte.

   —AAARRrrrghhhh, Ustedes son los que han venido a vencerme, que asco me dais...

   Refunfuña con fervor, los segundos de quietud son escasos, aunque parezcan horas calma no es una de las características más notables, una roca de proporciones gigantescas se acerca a mí a gran velocidad, lo que alcanzo a ver es bastante fugaz, los recuerdos de nuevo inundan mi psique como una enorme ola azotando a un pequeño desembarcadero, la roca se me es conocida, su tamaño su color, incluso su posición tan cerca del laboratorio de Dathuz como la playa que lo acompaña...

   Gúltar logró empujarme a tiempo con todas sus fuerzas, veo como los arboles pasan frente a mis ojos rápidamente, mientras que el sonido de la roca impactando brutalmente con el suelo impregna mis oídos.

   —Baia, Baia, creo que los estoy subestimando... Has evadido mi ataque pequeño y cobarde Osamodas.

   Sé que no puedo hacer mucho, no está mintiendo lo soy... Ahora los nervios me ganan, no puedo respirar bien creo que voy a...

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   —¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Dónde estoy?

  Este árbol, el extraño césped, al parecer me he dormido de nuevo... Creo que solo fue un sueño, un miedo fugaz pero...

   Ellos... Ellos son Tegna, Gúltar y la Aniripsa, ahí está ese enorme Ogro de nuevo, están bastante lejos de mí pero aun así creo que estoy en medio de un fuego cruzado, son aventureros de renombre, yo solo soy un cobarde de gran talla... ¿Qué hago? ¿Los ayudo? Quiero ayudar a Gúltar, pero el miedo me clava al piso, no puedo moverme.

   ¿Qué es esto? ¿Culpa? ¿Arrepentimiento? No sé, porque me comienzo a sentir tan extraño, es como algo invadiese todo mi cuerpo y comenzase a revolotear sin parar.

   ¿Qué? ¿Pero qué mierda? Estoy moviéndome sin que yo lo ordene, ¿Por qué? Ya estoy de pie, pero aun así con todas mis fuerzas no quiero formar parte de esta riña la cual es de ellos, no soy un hombre de armas tomar, jamás lo he sido... ¡¿Pero qué?! ¿Estoy corriendo en dirección a la batalla? ¿Qué me pasa? Paren por favor, claro, bien cerebro muy bien pensado, diles que paren y si... Lo harán, mis piernas no se detienen, las extrañas flores comienzan a golpearme sin remordimiento, son de dimensiones enormes como para ser algún tipo de flor normal, el tallo es bastante grueso y sus cuatro enormes pétalos están curveados ligeramente en las puntas, ahí está Tegna, pero que enorme escudo, nunca había visto uno de tal tamaño, se puede ver desde lo lejos que estoy como el Wakfu revolotea dejando una estela azul clara a los lados, ese escudo es más alto que ella, ¿Cómo lo hace?

   ¿En qué debo pensar? Mis ¿Sentimientos? Me están arrastrando sí o sí a lo que parece ser mi muerte inevitable, tengo miedo, aunque por una solo vez en mi vida quiero dejar de ser un cobarde, pero si de verdad entro en esto moriré sin remedio alguno ni reparo, es algo bastante seguro, nunca valí nada y Jamás valdré algo, pero esta vez quiero que sea distinto, ya no seré más él de atrás, del cual todos se burlan, la carga... Me harté, es hora de comenzar a luchar. No quiero morir como un Cobarde.

   —Noo—Ahí está Gúltar, abatido... Él es mucho más poderoso que yo y está en el suelo... Mi lugar es solo la tumba. Sus heridas son bastante pronunciadas, la Aniripsa lucha bastante con su Varita, para poder sanarlo. Aunque estoy seguro de que no tendré la misma resistencia que Gúltar tiene. –Joder —Ya basta... ¿Qué extraño? Siento que ahora voy mucho más rápido que antes.

   Jamás he corrido tan rápido, casi pierdo la pista de mi alrededor, así que solo puedo voltear a ver muy por encima las heridas profundas de mi amigo, no puedo detenerme, voy en dirección a la espalda de Tegna, ¿Qué estoy haciendo? pocos metros antes de llegar a su espalda mis piernas se contraen por completo en posición de salto, despego del piso sin más en dirección a Tegna, todo se ve en cámara lenta, como si el tiempo se detuviese poco a poco para dejarme observar todo en el paisaje de guerra.

   Los segundos o micras de ellos, son bastante largos desde aquí, ¿Qué es aquello? ¿Una Sacrógrito? Extraño, porque está ahí, debería estar ayudándonos, no podemos solos, esos árboles cubren todo hasta las hermosas playas que tocan el mar, esta isla lo que tiene de hermosa, lo tiene de peligrosa.

   Desciendo rápidamente estoy a punto de aterrizar justamente en los hombros de Tegna estoy seguro de que ella no sabe que le destrozaré los hombros, estoy volviendo a flexionar mis piernas con tensión en mis dos piernas,

   —HAAAhh

   Lo siento Tegna, no tengo control sobre mi cuerpo, no conozco ni que planeo hacer, solo soy como un niño tomado de la mano y que no sabe hacia a donde va, estoy de nuevo en el aire, los segundos se hacen más pesados y ahí... Esta él, eso... ¿Por qué? Me miras tan fijamente, creo que voy en dirección a él, sería una muy buena oportunidad para de una vez en mi vida demostrar que no soy un Cobarde, bueno aquí vamos.

   —¡Comete mi Puño!

   Ha, joder, que duro es este Ogro, es como golpear al granito, de nuevo estoy cayendo, esta vez no sé si pueda quedar de pie, es una altura bastante pronunciada.

   Auch, el piso no tiene compasión con absolutamente nadie. Como duele, necesito levantarme como pueda, aunque lo haya dejado tirado en el piso no creo qué, todo haya acabado así de rápido, estoy de pie de nuevo, sé que no puedo estar erguido como tampoco con el pecho salido, solo parezco un espectáculo con la corva que dejo ver, allí están Tegna y la Aniripsa, están bastante impresionadas, aunque no sé si es por mí Azaña o solo es porque no habían visto a alguien tan feo en su vida.

   —¡¡Cuidado!!

   —¿Cuidado? —Ha ya veo, es una enorme roca dirigiéndose hacia mí, la verdad fue bastante inteligente mi movimiento, voltearme y ponerme de espaldas a mi enemigo, si, muy ingenioso, bueno, que puedo hacer, como siempre estoy paralizado de nuevo...

 —¡Vamos! Piernas muévanse, por favor... —Aunque me grité a mí mismo lo que quiera no podré moverme, esa roca es enorme, tampoco sobreviviré, pero valla que le di un gran golpe, ese extraño frío de nuevo recorre todo mi cuerpo, ahora no es solo miedo... Si no que así se siente la Muerte.         

Flujo del StasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora