Concédenos la paz y humildad

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Unos días después, Julián se presentó a una importante prueba impuesta por la Iglesia. Se sentía listo y creía que sus sentimientos puros lo hacían merecedor del puesto que se ofrecía al pasar la prueba. Él sólo quería ayudar y, de seguro, Dios lo ayudaría por eso. Pero los planes del Gran Jefe y los de nosotros, simples mortales, nunca van de la mano, y Julián no pasó el examen. Desilusionado y frustrado, regresó a su hogar, pensando en las muchas injusticias de la vida.

Existen momentos en la vida que nos obligan a cuestionar hasta el motivo de nuestra propia existencia, y ese era uno de esos momentos para Julián. No se sentía con ganas de sonreír o de tratar de ayudar. No estaba en uno de sus mejores días, y fue por eso que ese día, encontró a Cassiel especialmente irritante.

Julián se encontraba en la sala, tratando de despejar su mente de pensamientos negativos, cuando Cassiel entró, intentando atrapar su atención con gestos y palabras sugerentes. Julián no estaba de humor para aguantarlo, así que lo tomó con fuerza de los brazos y, mirándolo a los ojos, le habló.

-Eres un fracaso total. Jamás seré capaz de devolverte al Cielo, así que vete de una vez al Infierno.

Las palabras parecieron herirlo profundamente. Por un segundo, Julián contempló cómo algo dentro de Cassiel se quebraba. De inmediato, el remordimiento lo obligó a suavizar su mirada e intentar disculparse, pero Cassiel ya había desaparecido para cuando Julián pudo reaccionar.

Un ángel cayóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora