Capítulo 8
Bueno, os haré un breve resumen de lo que pasó después porque la verdad es que no tiene mucha importancia: al ver que yo no estaba como para dedicarme a discutir con él, eventual y sabiamente decidió salir de mi habitación.
Poco después llamé a Katy para hablar con ella y ya de paso le conté todo lo que había ocurrido con mi dichoso vecino. Su consejo fue que no le dejara ganar, que yo tenía que demostrarle que nada de lo que pudiese hacerme iba a conseguir que yo perdiera los estribos. Siguiendo su consejo decidí ordenar yo sola mi habitación sin decirle a él absolutamente nada. Sé que muchos podéis estar pensando "pero que pringada". Pues veréis, el plan tenía mucho sentido en mi cabeza, ¿vale?
Acabé hartísima y, llevada por la simple necesidad de hacer algo con mi vida decidí ir a dar una vuelta por la ciudad. Obviamente siempre permaneciendo dentro de cierto rango que me permitiera regresar a mi edificio con facilidad, evitando que me perdiera.
De repente llegué a un pequeño café, que más adelante descubrí que era el lugar que los estudiantes de mi universidad solían frecuentar. Allí me encontré a Annette, la chica con la que me crucé el primer día que llegué al campus.
Ella me saludó muy efusivamente y me presentó a un montón de gente (NA//¡Eso ha rimado!😂). En un momento mi mirada se cruzó con la de una chica sentada en la barra justo en la otra esquina. Sus ojos se abrieron como platos y en dos zancadas había cruzado la estancia para venir a saludarme.
—Eras Eleanor, ¿verdad? —dijo la pelinegra dirigiéndose a mí. Justo su nombre me vino a la memoria como una iluminación del Espíritu Santo. Y no pude agradecerlo más, porque hubiese quedado muy mal si no me llegaba a acordar de su nombre.
—¡Claire! ¿no? —sonriente, ella asintió, a lo que todo mi cuerpo se relajó.
—¡Vaya! No sabía que ya conocías este sitio.
—No, es que vivo cerca y había decidido ir a dar una vuelta cuando me he topado con esto.
—Bueno, pues me alegro mucho, de todas formas, de haberte encontrado aquí.
Al rato ella se marchó de vuelta con sus amigos y Annette se acercó a mí.
—¿Conoces a Claire? —yo asentí en forma de respuesta— ¿y a Tina? —mi registro mental revisó rápidamente todos los nombres que había archivado recientemente y de repente caí en que Tina era Satina, la chica del disfraz. Por este motivo volví a asentir, contenta de haber recordado el nombre de alguien— así que ya conoces a las opuestas.
Mi cara se transformó a una interrogación más dudosa que yo qué sé que. Y ella pareció notarlo, porque se explicó... O al menos lo intentó:
—¿No lo sabes? Técnicamente ellas deberían odiarse a muerte. Una es una católica convencida y la otra está a favor del movimiento LGB. Sus ideas son completamente opuestas y aún así se llevan bastante bien.
Me costó un poco procesarlo, pero en cuanto conseguí hacerlo me apunté mentalmente que debía preguntarle a Satina por eso. En realidad no fue hasta un par de días más tarde que pude hablar con ella con calma y dejé caer el tema, con la esperanza de que no se enfadara conmigo por ello.
—¡Oh! Eso... —durante un momento guardó silencio, y yo temí que me llamará entrometida y se fuera—. Supongo que ya te habrán contado algo, ¿no? —sin realmente esperar mi respuesta, ella continuó hablando—. Pues verás, sé que puede resultar ser un tema muy polémico y complicado, pero yo intentaré explicártelo de la mejor manera que pueda. En primer lugar te voy a aclarar algo: yo, como persona católica que soy, no tengo nada en contra de las personas homosexuales, yo estoy en contra del acto homosexual. Esto quiere decir que aunque yo no esté de acuerdo con lo que hacen o profesan, no les deseo la muerte, ni un castigo ni nada por el estilo. Yo creo que cada uno merece ser respetado, y procuro cumplirlo siempre que pueda.
>Aunque claro, que yo les respete a ellos no significa que sea tonta, y el mismo respeto que yo les brindo es el respeto que yo les pido para mí. A ver, yo entiendo que yo no tengo por qué ser la primera en el club de fans de los homosexuales, y ellos no tienen por qué acompañarme a misa todos los domingos, pero estoy convencida de que cuidándolo un poco, se puede conseguir convivir en paz.
>En cuanto al respeto, también hay que añadir que es algo que Claire y yo intentamos cuidar a toda costa. Puesto que ambas sabemos que hay ciertas cosas que no podemos hacer o decir delante de la otra porque le estaríamos faltando al respeto.
>Por otro lado, es cierto que hay puntos en los que nuestras ideas no coinciden, pero también es verdad que tenemos miles de cosas en común (porque si no fuera así, nuestra amistad sería casi inexistente)...
Sin poder evitarlo, me sentí casi obligada a interrumpirla para preguntarle algo que me carcomía desde hacía rato:
—Pero, ¿cómo puedes llevarte tan bien con alguien que piensa diferente a ti en algo tan crucial como esto?
Una leve sonrisa asomó a sus labios.
—Verás Eli, la gracia de tener amigos no es que piensen igual a ti en todo, ¿verdad? ¡Eso sería súper aburrido!... Y no te voy a negar que hay momentos en los que todo es muy difícil, por no decir incómodo. Pero verás, los amigos son personas que están ahí para hacerte mejor persona, sí, también para ayudarte en las dificultades y compartir tus alegrías, pero su principal función es la de hacernos mejores. Si alguien que dice ser tu amigo consigue hacerte ser peor persona, definitivamente no es un amigo. Y, honestamente, Claire me empuja, no sólo a superarme, sino a mejorar también. La considero una verdadera amiga, y aún no me ha dado motivos para no hacerlo. Es más, supongo que entenderás que muchas personas me miran mal o me tachan con todo tipo de etiquetas cuando digo que soy cristiana, pero, sin embargo, Claire siempre ha estado ahí con y para mí.
>Por eso estoy segura de que, mientras ni ella ni yo crucemos la línea (entendiendo la línea como aquello que nos separa de faltar al respeto la una a la otra), no veo por qué no podemos ser amigas.
En ese momento entendí varias cosas. Entendí lo difícil que debe ser la vida para alguien con fe. Entendí que la amistad se presenta de maneras muy diferentes, dependiendo del caso en cuestión. Pero sobre todo entendí la importancia de tener a alguien a tu lado a quien puedas llamar un verdadero amigo.
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Living with an idiot (NMLP 2)
Random-¿No me vas a dar si quiera un beso de agradecimiento? -dijo acercándose más a mí. -¿Acaso se te ha muerto la neurona y te has vuelto más idiota de lo habitual, Miller? -contesté, y quise alejarme de él, pero como me encontraba acorralada entre sus...