Capítulo 10 (la gota que colmó el vaso)

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Capítulo 10

Maratón 1/2

—Bueno, pues aquí todo sigue igual de aburrido que siempre. Todas las chicas han empezado la Universidad menos yo, y estoy prácticamente todo el día en casa. Y mi abuela llama cada vez más para asegurarse de que no muero de aburrimiento antes de que empiecen las clases. Aunque bueno, el otro día me pasó algo de lo más raro, no te lo vas a creer... —de sopetón, la voz de Katy desapareció, siendo sustituida por unos pitidos.

Después de intentar volver a llamarla inútilmente, me di por vencida en mi intento por hablar con ella. Aunque tenía interés en lo que me iba a contar. Últimamente mi móvil estaba teniendo esa clase de fallos técnicos, como que de repente no me llegaban los mensajes, o se me apagaban las alarmas solas... ese tipo de cosas que resultan muy frustrantes. Sabía que tenía que comprarme uno nuevo, pero los ahorros que tenía de mi anterior trabajo no eran suficientes, porque me había gastado bastante dinero en material de pintura.

Mi próximo objetivo era encontrar un trabajo. Y es que yo odio tener que depender del dinero de otros cada vez que necesito algo. Me gusta poder encargarme de mis propias cosas. Llamadme rara, pero soy así.

No hacía mucho que yo había llegado a casa, por lo que no me extrañó que la puerta se abriera de nuevo un rato después. Yo di por sentando que era Nate. La verdad es que estaba en lo cierto, y era él quien había entrado. Pero lo que no me esperaba es que entrara en mi habitación con la respiración agitada y con cara de pánico.

—Tienes... qu-que... ayud-yudarme —habló irregularmente, y supuse que era debido a su falta de oxígeno en los pulmones.

—Si luego me van a poder llevar a la cárcel por ello, olvídalo —no estaba intentando ser borde, sino que de verdad no iba a hacer algo estúpido, sólo porque él me lo pidiera. Nate no volvió a hablar hasta que su respiración se estabilizó de nuevo.

—Hay una chica... Una psicópata que viene hacia aquí y no puedo deshacerme de ella.

—¿Qué? —él intentó explicarse, y cuando calló yo le pregunté para ver si le había entendido bien— ¿Pretendes que vaya allí y le diga a una chica que se vuelva a su casa porque tú no estás interesado en ella? —si de verdad pensaba que iba a hacer algo así, ¡estaba realmente mal de la cabeza!

Pues no, al parecer no era algo tan descabellado, porque tres minutos después me encontraba yo en la sala de estar, dispuesta a hablar con esa chica. Nate me había chantajeado, ya que no paraba de decir que si no lo hacía, esa chica estaría allí día sí y día también. Y él tenía claro que no iba a volver a hablar con ella en su vida.

Resulta que, esa chica, de verdad estaba mal de la cabeza. Era algo más joven, y al parecer estaba desesperada, porque basta se había hecho su propia copia de la llave de nuestra casa, ¡mi casa! Eso era un peligro.

—¿Eso crees? —aquella chica y yo habíamos estado hablando ya un rato. Y me costó mucho convencerla de que dejarse de pensar en Nate. Al final, ella empezó a contarme su vida, y eso comenzó a parecerse mucho a una terapia.

—Estoy segura de que sí vuelves ahora a casa de tus padres y te esfuerzas, puedes cumplir tu sueño de ser elegida mejor estudiante a final de año.

Con una sonrisa y un abrazo se despidió de mí. Antes de salir por la puerta, dejó en la mesa la copia de las llaves de casa que tenía, cosa que yo agradecí a más no poder. Y es que al principio me había dado bastante miedo. Es más, en un momento durante la conversación, cuando yo había empezado a decir que Nate no era tan perfecto como ella creía, os prometo que pensé que me iba a pegar con un palo o algo.

Suspiré fuertemente y con cansancio, me dirigí de nuevo a mi habitación. Al entrar vi que Nathan seguía allí, y la única palabra que se me ocurrió fue "cobarde".

Al verme entrar de incorporó y, dejando uno de mis libros de vuelta en su sitio dijo:

—¡Vaya! Ya empezaba a pensar que iba a tener que mandar a un equipo de rescate a buscarte ¿Ahora sois mejores amigas o qué?

Vale. Su comentario no sólo no tenía ni pizca de gracia, sino que además sólo consiguió aumentar más mi enfado. A ver, no simplemente había sido capaz de encarar sus propios problemas, sino que me había mandado allí a mí ¡A mí!

Y, para colmo, después de estar casi una hora hablando con esa chica para que le dejara en paz, va y me dice eso. Pero, ¿quién se creía que era? Decidí que lo mejor que podía hacer era ignorarle y decirle que se fuera de mi habitación. Y esperaba que, como mínimo, hiciese eso por mí.

—Pero, ya que estamos los dos aquí, podemos aprovechar y hacer algo -no sé si lo dijo con doble sentido, pero yo estaba demasiado cansada para pensar.

—No hay nada, y repito, nada, que me pueda apetecer hacer contigo.

—Oh, creeme, ya se nos ocurrirá algo —vale, eso definitivamente iba con doble sentido.

Un poco más de lucha fue lo que me llevó el echarle por fin de mi habitación. Cosa que, una vez sola y entre la comodidad de mis sábanas, agradecí a más no poder.

Pero la tortura no acaba allí, sino que semanas después, el muy aprovechado quería que hiciese lo mismo con otras quince chicas que no paraban de lanzar suspiros por él ¡Por él y su arrogante ego!

Y así fue como la poca paciencia que me quedaba se esfumó por completo. Pues si él iba a ser así de odioso de manera permanente, lo mejor sería encontrármelo lo menos posible, ¿no?

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I'm back!

Lo primero que tengo que hacer es disculparme por la tardanza. La cosa es que la vuelta a clases me tenía ocupadísima.

Pero no os preocupéis, porque hay más de esto y os regalo en forma de maratón. Así es, estad preparados porque dentro de poco llegarán más capítulos ¡Yaaaay!

Bye bye, sersis. 😏😏

Living with an idiot (NMLP 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora