Hoy ya es lunes, ayer fui a hablar con mi jefa y le expliqué la situación. Para mi sorpresa me abrazo y dijo que cuando quisiera podría volver; por lo que entendí fui una de sus mejores empleadas. Fue raro. De verdad pensé que no le caía bien, o mejor dicho, pensé que nadie le caía bien considerando su mala cara constante.
+ ¿Hija, estás lista? –Me doy la vuelta para encontrarme a mi padre en el marco de mi puerta.-
+ Así es. –Sonrío y agarro mis maletas.-
+ Vamos mi niña, -dice y agarra las maletas de mis manos para llevarlas él.-
+ Gracias –le dedico una sonrisa y salimos de allí.
Después de despedirme de Ana (mi hermana pequeña), Thomas y mis padres, voy a dejarle las maletas al chofer del colectivo para que éste las guarde en el maletero. Le dedico una última mirada a mi familia y cuando estaba por entregar mi pasaje, siento una voz muy conocida para mí. Volteo y ahí está mirándome con los brazos abiertos, inevitablemente sonrío y corro para unirnos en un tierno abrazo.
+ Llegaste Travs –digo sonriendo-
+ Obvio que lo haría –me mira y vuelve a abrazarme- te extrañaré, escríbeme cada día.
+ Lo haré papá –bromeo y me río- también voy a extrañarte tonto. Te quiero –beso su mejilla.-
+ Y yo a ti –me despeina y besa mi frente.- cuídate.
Le dedico una última sonrisa y ahora sí, subo al colectivo. En realidad me despedí de él ayer, junto con Mandy y Sara, pero quería venir a mi despedida "oficial" y lo hizo. Sin duda es el mejor amigo que podría tener. –Después de cuarenta minutos en el bus llegué a mi destino, Woodside. Cuando bajé allí estaba mi abuela, esperándome con una enorme sonrisa.
+ Mi querida Lea –dice envolviéndome en sus brazos.- ¡cómo me alegra verte!
+ A mi igual abuela, hacía mucho que no nos veíamos –hago una mueca.-
+ Pero aquí estamos –me sonríe- vamos por tus maletas.
- -
Me encontraba sentada al lado de la mesa en la cocina, mi abuela me había dado uno de sus ricos té de hierbas de menta. Hasta este momento no me había dado cuenta de ¡cuánto los extrañaba! Se podría decir que algo que mi abuela amaba era su plantita de menta, y siempre, desde que soy chica, me recibió con un té de estos. En este momento ella está explicándome que es lo que tengo que hacer, más allá de alimentar a los animales, recolectar los huevos y ordeñar a las vacas, el gran trabajo será poner en buen estado el viejo granero que es más grande que el que está en uso ahora y trasladar todo.
+ Y dime mi chiquita, ¿Cuáles son tus planes?
+ No lo sé abue, sabes que amo la fotografía, pero no me he decidido.
+ Eres muy buena en eso cariño y como siempre te he dicho, tienes que seguir lo que dicte el corazón.
+ Sí, pero ¿qué pasa si no tengo éxito?
+ Mira pequeña, lo que importa es ser feliz con lo que haces, sabes que la vida es una sola y tienes que arriesgarte por algo que te haga despertar con ganas de hacerlo. Que cada día te de fuerzas para seguir. Cuando eso pasa, cuando disfrutas de tu trabajo, el éxito viene solo. –acaricia mi mejilla y me dedica una de sus dulces sonrisas.
+ Gracias, es lindo hablar con alguien que no se guía solo por el dinero para vivir. Ya sabes, mis padres quieren que sea feliz, pero no quieren que "pase hambre".
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Se dice amor
Romance+ Volveré a casa -dije un tanto apenada, pero segura de lo que decía. + Bien -se limitó a decir y sonó frío. Sin ningún rastro de tristeza en su rostro, ¿me dolió? Claro que sí, pero así debía ser. Así fue como terminamos con Noah, esta historia que...