Piratas (En Reedición)🚩

2-. Draconis

Afirman que, en la cartografía contemporánea, la precisión es esencial para delinear con exactitud los territorios y lugares donde la influencia del ser humano no alcanza. Somos un pequeño grupo de seres capaces de pensar, pero no siempre de razonar. Creemos con firmeza que nuestros destinos están predestinados desde el momento de nuestro nacimiento; lo que no sabemos con certeza es en qué medida dependen de nuestras propias acciones.

Resido en un lugar donde, sinceramente, nunca se puede predecir cómo será el siguiente minuto o día. Estamos rodeados por numerosos montes ardientes, como llamamos a los volcanes; su imponente presencia domina el horizonte y nos recuerda constantemente la fragilidad de nuestra existencia. La tierra, repleta de fisuras y cicatrices de antiguas erupciones, nos habla de la eterna lucha entre la naturaleza y la civilización humana. La supervivencia de mi pueblo depende en gran medida de la esperanza de que la naturaleza sea algo benévola al salir el sol y ocultarse la luna.

Rara vez sentimos temor a la muerte, pero siempre hay un principio para todo. La incertidumbre se cierne sobre nosotros, como el humo de un volcán en erupción, y a pesar de ello, seguimos adelante con la convicción de que el destino, en parte, está en nuestras manos. La fuerza de la naturaleza y la resiliencia de nuestra comunidad se entrelazan en este rincón de irresolución y belleza salvaje.

El día en que el miedo se apoderó de mí, el amanecer fue particularmente esplendoroso, con un sol resplandeciente y un cielo azul profundo. Sin embargo, para mi padre, esta luminosa escena nunca auguraba nada bueno. Él veía en esos momentos de claridad un presagio de inminentes dificultades que se cernían sobre nosotros. Aunque en mi juventud solía cuestionar sus creencias, esas palabras nunca dejaron de resonar en mi mente a lo largo del tiempo.

Como futura líder de nuestra comunidad, he acumulado un sinfín de preguntas sin respuesta. Cada una de ellas se basa en experiencias que he presenciado y que desafían una explicación exacta. Los eruditos, incluso los más sabios, parecen reticentes a hablar, como si el miedo les impidiera revelar la verdad que conocen. En sus miradas, detecto esa misma aprehensión que he visto en mi padre, y entiendo que hay conocimientos reservados que podrían perturbar a la multitud.

Un ejemplo doloroso de esto es la desaparición de un pueblo entero en medio de una erupción volcánica. Como el Vesubio en el pasado, lo que antes era un lugar pintoresco se convirtió en un paisaje lúgubre, plagado de muerte y desolación. La reacción del primer ministro fue simple pero profunda: "Dios sabe por qué hace las cosas". Esta frase, pronunciada en medio de la tristeza y la incertidumbre, resumió la sensación de impotencia que experimentábamos frente a las fuerzas de la naturaleza y las incógnitas que escondían.

En el más profundo de los silencios, me pregunto si la tragedia ocurrió debido a que la población confió en que los volcanes permanecerían eternamente en su sueño profundo, creyendo que vivir a los pies de estas majestuosas montañas era seguro. Quizás esa confianza los llevó a no reconocer el peligro latente o a suponer que la naturaleza sería benévola con la inocencia de los seres humanos. Mi esperanza es que, en su nuevo destino, las consecuencias de sus actos aquí sean retribuidas de una manera justa.

Luego, surge otro desafío en el mundo moderno: la odiosa piratería. Esta lacra se extiende sin control como una peste, corroyendo la paz de los pueblos lentamente, pero de manera inexorable. Es una epidemia que contamina todo lo que es noble y bueno en la capacidad del ser humano. Inicialmente, la navegación fue concebida para acortar las distancias, para abrir puertas a la expansión de culturas y para unir a personas de diferentes horizontes. Sin embargo, la piratería ha corrompido este noble propósito y se ha convertido en una amenaza que socava la coexistencia pacífica y el progreso de la humanidad. La sombra de esta plaga se cierne sobre las promesas de un mundo unido y hace que la esperanza se desvanezca ante la persistente maldad.