Cap. 3

73 14 2
                                    

Stoney Valley siempre había sido un sitio curioso. Desde su fundación en el siglo XVII, corrían y se contaban historias tenebrosas y macabras sobre los orígenes de nuestro pueblo.

Unos afirmaban que fueron las brujas descendientes de las sobrevivientes de Salem las que construyeron el pueblo. Otros afirmaban que fueron colonos que perdieron la fé en Dios y otras cuantas que el pueblo está maldito. Siempre se ha dicho que este sitio no era un lugar normal y todos lo sabíamos. Cada uno de nosotros había visto con sus propios ojos cosas cuestionables y en contra de la propia lógica, sin embargo, con el paso del tiempo, uno se acostumbra.

La noche había caído tan rápido que apenas me dio tiempo a salir del entrenamiento y llegar a casa rápido para terminar unas cosas del instituto. Como de costumbre, mi madre me vociferó desde la planta baja y acudí rápidamente para la cena.

Cuando llegué al salón mi padre había vuelto de trabajar. Sus ojos cansados y su pelo con cada vez con menos brillo hacían que se pudiese ver el cansancio que suponía estar todo el día en la oficina.

Una sonrisa salió de sus labios al verme junto a mí madre, observándole desde la distancia.

– Vamos a cenar – de un salto salió del sofá y se dirigió a la mesa de la cocina.

La cena transcurrió tranquila como de costumbre. Hablamos sobre mi universidad y sobre los próximos partidos de hockey a los que mis padres querían asistir. Al terminar, les deje a ambos viendo una película en blanco y negro en el sofá mientras yo terminaba de organizar lo del instituto y podía irme a dormir.

Metida ya en la cama, con las sábanas y la manta hasta el cuello para no pasar frío, me acurruqué y cerré los ojos. Pero no conseguía conciliar el sueño, le seguía dando vueltas a lo de Adam. ¿Por qué me miro así? ¿Estaría planeando algo?

Intenté despejar mi mente y dejarla en blanco. Dormirse pensando en el asqueroso de Adam Harrison no era muy buena idea. Así que me dispuse a volver a intentar dormir un poco.

El despertador comenzó a pitar de la misma manera que hacia exactamente todos los días, sin embargo unas horas más tarde. Cogí el despertador entre mis manos y le di un pequeño golpe contra la mesilla para que se callase.

Me pregunté a mi misma como narices se había puesto una alarma sola a las tres de la madrugada, pero luego me acordé de todos los golpes que le daba al cacharro y pensé que seguramente se abrí roto algún engranaje, haciendo que este programase erróneamente una alarma.

Tardé demasiado en dormir, así que cuando me quería dar cuenta, la dichosa alarmada de las siete y media estaba retumbando por las paredes de mí habitación. Largué un suspiro bastante profundo y pesado. Miré malhumorada el reloj y volví a suspirar. 

¿Qué narices le habría pasado a este trasto?

Prepararme y desayunar apenas me llevo diez minutos, así que decidí que hoy iría andando. Por lo menos el aire fresco haría que mi cerebro se conectase.

Iba por la última calle, que había antes de llegar a la manzana del instituto cuando me tuve que parar porque sentía que me seguían. Un deportivo negro, camuflado por la niebla, llevaba siguiéndome ya dos calles. Me pare en seco unos segundos y el coche avanzó hasta meterse en el aparcamiento del instituto.

¿De quién era ese coche?

Nada más entrar por la puerta, Adam estaba con sus amigos charlando y se paró un momento a mirarme. Le mire con asco y seguí hasta mi taquilla donde casualmente estaban Char y Eric hablando sobre algo de física.

– ¿Qué hacéis vosotros aquí? – les miré confundida a ambos.

– Te estábamos esperando — me contestó Eric.

The Last Year || THM IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora