Capítulo 6. Mi nuevo color favorito.

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El día empieza bien, o al menos por ahora. Nos hemos levantado a las siete de la mañana, cuando Dana nos ha despertado. Menos mal que Dana nos ha levantado con su dulce voz y con paciencia, ya que yo soy de las que si me levantan bruscamente me tiro todo el día de mal humor.

Hemos ido a la explanada que hay delante del comedor, donde nos solemos reunir todos. Son las siete y media y nos han reunido como cada mañana para el ejercicio matutino.

-Odio esto de hacer ejercicio antes de desayunar -le digo exhausta.

-Creo que hacen esto para abrirnos el apetito -me dice Maya- aunque no es necesario, el mío siempre está abierto.

Le miro y sonrío.

-Esto es maltrato infantil -replico.

-Hagamos una cosa, de aquí en adelante nos levantaremos a las siete y media, nos vestimos y llegamos aquí a las ocho, justo a la hora del desayuno -me guiña un ojo.

-Maya, creo que es lo más inteligente que has dicho desde que estamos aquí -le doy un beso en la mejilla- te amo.

-Yo también Yas- me corresponde con un beso en la mejilla justo cuando oigo el silbato.

-¡Venga chicos! ¡A desayunar! -nos grita Mario.

Mario es el hijo de Lara, la organizadora de éste campamento. Lara tiene un carácter muy fuerte, se suele estresar con frecuencia. Ella tiene tres hijos, Mario, María, que tiene 18 años, va a mi grupo y somos amigas. Y finalmente Leo, que solo tiene dos años pero ya camina perfectamente. Leo tiene el pelo rubio y rizado y los ojos azules y como su madre siempre está muy ocupada, él se queda al cuidado de Arón, así que tengo un motivo para poder hablar con Arón.

Entramos a desayunar y me quedo sorprendida porque no había caído en la posición de las mesas. El comedor es alargado. Las mesas de las chicas están a la derecha y las de los chicos están a la izquierda. La nuestra es la segunda y la de mi hermano también es la segunda, lo que significa que Arón y yo estamos muy cerca a la hora de comer.

Como ya hemos acabado de comer, empezamos a hablar mientras busco con la mirada a Arón. Cuando lo encuentro me está mirando, y cómo le he sorprendido, agacha la cabeza rápidamente, recoge sus platos, los deja en la bandeja y sale fuera. Al verlo no puedo evitar hacer lo mismo que él y Maya me agarra del brazo.

-Yas, no salgas tan rápido, que se dará cuenta -me guiña un ojo.

-No me había dado cuenta, pero ha salido y quiero ver donde va -le digo cuando veo su risa.

-Tienes suerte cari, Lara acaba de salir con Leo y ha entrado sin él -me golpea con el codo- ya sabes con quien lo ha dejado.

Una sonrisa se posa en mi cara y vamos a avisar a Dana que las esperaremos fuera. Ella nos da permiso y vamos hablando mientras salimos. Encontramos a Arón con Leo y Maya me agarra del bazo mientras vamos hacia ellos.

-¡Leo! Pero que guapo eres -dice con una gran sonrisa.

Arón se gira y nos sonríe.

-Hola chicas -nos dice con una gran sonrisa.

-No sabía que eras cuidador -sonrío- hasta pareces responsable.

-Pues sí... espera, ¿cómo que parezco? -dice como si se hubiera ofendido.

-Pero... no te enfades, era broma -le digo rápidamente.

-Je rigole -me dice en un perfecto francés (era broma).

-¿También eres francés? -le digo sorprendida- vaya, no dejas de sorprenderme.

-¿Pensabas que eras la única francesa? -me dice riendo.

Me encanta su risa. No puedo parar de sonreír mientras lo miro.

-Menos mal... Al menos hay alguien con quien puedo hablar en francés -rápidamente me arrepiento de haber dicho eso- digamos que mi italiano es muy limitado -le digo entre risas.

Al oír eso se pone a reír conmigo hasta que para. Me doy cuenta que me está mirando directamente a los ojos y no puedo evitar hacer lo mismo.

-Leo, ven -oigo a Maya

-¿Es el hermano de María? -digo para sacar tema.

-Sí, su madre lo suele dejar conmigo, como me conoce no se pone a llorar.

Me quedo mirando a Leo, que viene y se agarra a la pierna de Arón.

-Qué mono. Dios, ¡me encantan sus ojos! -le digo agachándome y mirándolo.

-Tú también... -dice en voz baja -quiero decir... esto... que sus ojos son bonitos -se sonroja y se rasca la nuca, parece nervioso así que intento solucionarlo.

-Aquí todos tenéis unos ojazos menos yo, ¡vaya con los italianos! -le digo con una gran sonrisa.

-Que dices... no todos los italianos tienen unos ojazos, que los tengas azules no significa que sean bonitos, a mi me gustan los negros... -me dice mirándome.

Al oír eso no puedo evitar sonrojarme pero me alegra oír eso así que esbozo una sonrisa.

-Pues yo prefiero los verdes -le digo mirando a Leo.

Estoy mirando a Leo cuando siento su mirada sobre mi. Levanto la vista y nuestras miradas se cruzan cuando me doy cuenta de que él los tiene verdes. Es un verde precioso, cómo hipnótico. En ese momento decido que mi nuevo color favorito será el verde.

Problemas con el monitorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora