8. LA NOVIA

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Kim Won Sik

Mi primer amor se llamaba Kyung-Mi, igual de hermosa como su nombre. Había asistido al colegio conmigo por dos años, antes de mudarse de la ciudad. Durante ese tiempo, se dedico al deporte y al estudio, prestandome poca atención. Pero incluso al sentirme ignorado, la observe desde las gradas de la cancha en espera de que dejase el balón.

Una semana antes de que se marchara, compuse una canción de amor, tan empalagosa y lenta que las hormigas me seguían cuando la cantaba.

Llegue a casa de Kyung-mi montado en mi bicicleta, el único deporte que practicaba a tan temprana edad. Toque a la puerta con calma y aguarde a que ella saliera. Cuando su rostro se asomó, comencé a cantar.

No pensé en lo ridículo que debía verme, con el cabello revuelto tras una carrera de diez minutos, las ropas arrugadas, el rostro colorado y la voz desafinada. Lo único que pensaba, era en la sonrisa de Kyung-mi al escucharme, una mezcla de alegría y sorpresa.

Cuando termine, palmeo mi cabello. Había entendido a la perfección lo que quería decirle, lo mucho que la amaba.

   Babo. —me dijo.

Entonces, aún con la sonrisa y la mano acariciando mi cabello, añadió:

   —A mi me gustan las chicas.

Fue inmediato: retrocedí. Ella abrió los ojos con sorpresa, la mano en el aire. Me llamo a gritos mientras yo montaba mi bicicleta y me marchaba. Me negué a voltear sin tomar en cuenta que seria la última vez que viese esa casa. Recuerdo vagamente que sus paredes eran del mismo tomo que los ciruelos.

Recibí muchas llamadas de su parte, más de las que había recibido cuando eramos amigos.

   —Disculpa que no pueda corresponder tus sentimientos —soltó de golpe cuando por fin tome la llamada. —Eres un magnífico chico y te quiero, pero...

Colgué.

Ella creía que mi dolor se debía al rechazo. La verdad, es que no me hubiese rendido ante la primera negación. Hubiese compuesto miles de canciones más y se las habría cantado aún en la distancia. Luchar por amor nunca ha sido un problema.

Lo que me dolía, era que se sintiese atraída por alguien de su género. Un fenómeno, le diría después de aquella tarde.

Seguí yendo a las prácticas de basquetbol, preguntandome cuantas del equipo femenino pensaban igual que Kyung-mi. Jamás me atreví a preguntarles pero a puesto que Yun, una de las jugadoras novatas, sentía atracción por Mi-Hi, la capitana.

Comencé a odiar a las chicas. Eran tan cínicas para unirse a un grupo femenino, ya fuera un equipo deportivo, una fraternidad o incluso el coro, con tal de complacer sus deseos inmorales.

Pero entonces, me di cuenta de algo. Los chicos también eran cínicos. Había equipos varoniles para cualquier deporte, reuniones de amigos en los sótanos y viajes para liberarse del poder femenino.

Los odie a todos.

Años después, tras varias relaciones terminadas, me uní a VIXX. Compartí cuarto con un chico, cuya nariz era tan grande que siempre se entrometía en mis asuntos. Lo ignore todo el tiempo que pude, pero al mismo tiempo que me aprendía su nombre, empecé a llamarle mejor amigo.  Jaehwan. 

EFÍMERO [VIXX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora