A B I G A I LLa leyenda de el Bosque del Loto era conocida por todos. Cada bebé nacía escuchando la historia de ese misterioso lugar. A mi me la contó mi abuela Rose porque mi padre no creía en esas leyendas, pero todas deben tener algo de veracidad en ellas; difería mi madre. Yo... era escéptica ante todo lo relacionado con la leyenda cuando crecí, pero a veces quería creer en ella. Me atraía a querer conocer más de ese mundo tan lejano y de esas personas ya inexistentes.
—Así que...—rompe contacto visual conmigo—¿te gustan estas cosas? —sonaba divertido y sarcástico.
—Se llama libro —niego con mi cabeza—. Y se usan para leer—doy la vuelta al estante para encontrarme con él.
—Sigue siendo una cosa es un objeto—aclara y tenía razón lo que me causa hipo— ¿Por qué te gusta leer? —pregunta curioso.
Buena pregunta
—Ya me he leído esta Antología, Eaton. Pero me puedes recomendar algo más, ¿Qué lees? A mí, todo me parece igual.
—Lee más...—comento acariciando la Flor de Loto de textura sobresaliente en la portada de piel curtida de un animal de desconocida procedencia.
—Ni siquiera hay láminas o fotos... solo letras.No, no entendió.
—Increíble, ¿sabes que existen libros con ilustraciones? Además, hay algo llamado imaginación. —Me cruzo de brazos. Acaso, ¿siempre fue irritante este chico? No me esperaba esta actitud.
—Entonces, déjame decirte que tu imaginación no me sorprende —ríe criticando mis gustos y continua la faena.
—Imagino que nunca has usado la tuya.
—La uso para otras cosas —dice con un tono atrevido y camino hasta la mesa comenzando a releer por enésima vez el libro, para evitar conversar con él, con alguien que no tenía el mínimo interés en hablar de mis gustos.
Lo miro por encima del libro, curiosa y sigo leyendo. Aunque en realidad solo miraba por encima de las páginas, leyendo nada en absoluto y solo mirando las ilustraciones.
Vuelvo a mirarlo, disimuladamente, solo por curiosidad y aún tenía su intensa mirada puesta en mí.—¿Qué? —pregunto.
Vaya, vaya Abi, y ¿esa actitud?
—¿Qué? ¿No puedo mirarte? —cuestiona manteniendo su vista.
No parpadees Abi, esta batalla es tuya.
Trato de no parpadear al mismo tiempo que se me cristalizan los ojos y arden. Aquella sonrisa cautivadora... no era eso lo que me gustaba de él, sino la forma en que sonreía cuando estaba feliz. De vez en cuando asistía a los juegos escolares para verlo. En las victorias de sus ojos emanaba felicidad y de su sonrisa también. Todo el mundo admiraba o despreciaba a Evan, no había nada por medio. Yo no sabía cuál de las dos sentía. Admirarlo era demasiado exagerado, pero odiarlo también. Supongo que yo era ese intermedio.
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La Gordita Abi
Novela Juvenil«El cuerpo humano no es más que apariencia, y esconde nuestra realidad. La realidad es el alma». Víctor Hugo Abigail Eaton solía ser constantemente acosada por sus compañeros de clase e incluso por el chico al cual siempre le ha tenido afecto, Evan...