CAPÍTULO 13: Baúl, Bosquejos y Retos

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La historia está en edición. Se han añadido escenas y diálogos nuevos en los capítulos anteriores. Gracias por el apoyo y leer. En mi perfil puedes acceder a un enlace de Spotify que contiene canciones que inspiraron capítulos de la historia.

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E V A N

Una semana.... había transcurrido, una semana viviendo como alguien que no era y no soportaba más la cuestión de utilizar sostén y ropa interior de mujer. Era incómodo no verme; no ver mi yo. Aunque a veces disfrutaba ser Abi. Era agradable no hacer nada. Comer, estudiar y dormir eran mi único ejercicio, pero aunque disfrutaba de la lectura, no tenía ganas de hacerlo. Abigail pensaba que era un holgazán que detestaba leer y el típico mujeriego de sus historias de romance. Se equivocaba, prefería creer en las apariencias, los rumores, los chismes. Ella no sabía quién era yo realmente, como persona. Sí reconocía que hubo una época en la que la traté pésimo, pero yo cambié muchos defectos de mí y que muy pocos lo notaban. 

Yo no le hablaba a cualquier chica, me gustaba leer y disfrutaba de una vida sana y saludable.
Si Abigail quería entrar al cuadro de honor debería primero hacerme el Capitán del equipo y yo le pagaría con mucho gusto convirtiéndola en la Presidenta como tanto ansiaba. Su habitación de matices azul grisáceo contrastaban con los muebles blancos. Lo único que alteraba la armonía del entorno era su viejo y oxidado baúl medieval. Curioso rebusqué entre los rincones y espacios para dar con la llave que me permitiría descubrir la mayor incógnita desde mi llegada. 

Después de un desorden colosal y desaliento separé la cortina casi transparente de la ventana. Un cuaderno decorado con recortes de revistas reposaba en el marco de la ventana. De sus páginas casi arrugadas sobresalía del borde de una reluciente llave. Éramos yo y el viejo baúl, frente a frente. Dudé por varios minutos en abrirlo para descubrir lo que poseía dentro o si era mejor no hacerlo. Teníamos algunas reglas casi claras y otras en proceso, pero Abigail me había prohibido abrir su preciado baúl. 

Cuando me había decidido ya era casi de madrugada y al hacerlo me conmovió lo que tenía delante. La delicadeza en la que los trazos estaban incrustados en la hoja de papel, me deslumbraron. Cuando tomábamos como clase electiva la de arte, nos enseñaron diferentes tipos de dibujo y pintura. Abigail siempre dominaba casi la mayoría, pero si era cierto que destacaba en las acuarelas y sus técnicas. Juraría que los más grandes artistas sentirían una pizca de celos.

—Abigail, ¿no te avergüenzas? —interrumpió Dylan. 

—¿Tus padres no te han enseñado a tocar antes de entrar?

—¿Hablas de nuestros padres, no? —Se ríe. —Esos dibujos... son los que hacías en primaria. 

—No...recordaba.

—Siempre atesoras tus dibujos más significativos, ¿has hecho uno mío?

—¿Debería?

—Soy más importante que tu amor imaginario por Evan Clark —fingió llorar. 

—Prometo hacer un dibujo de ti. 


A B I G A I L

No soportaba ser Evan. Me la tenía que pasar comiendo carbohidratos, batidos de vegetales para mantenerme en forma, vitaminas, hacer ejercicio temprano, entrenar arduamente. A pesar de la dificultad que todo esto me causaba, había comidas del menú que preparaba y eran deliciosas. 

—Joven Evan...—apareció Leandra, la niñera, la cuarentona que entró al baño cuando descubrí que estaba en otro cuerpo—. Tiene una visita.
—¿Quién es? —pregunté terminando de hacer cien abdominales. Los pies y el abdomen me ardían. Cassidy comenzó a llorar sobre sus brazos y Leandra la calmó dándole su biberón. 
—La señorita Darla, joven. ¿Cuándo lo dejará en paz?. Esa chica si que es un dolor en el trasero.

¿Darla?

—Dile que estoy ocupado —pedí, pero ya estaba entrando a la habitación imprudentemente.
—¡Evan!—apareció muy alegre—. Te puedes largar Leandra —ordenó. Leandra bajó la cabeza, mirando el suelo con ganas de insultar a Darla y se retiró.

—Esa no es manera de tratar a las personas. Discúlpate, ahora.
—¿Disculparme?, Si tú las tratas igual —rio a carcajadas. ¿Enserio Evan la trataba mal o son inventos?. Debía hablar con él. Leandra era muy dulce, y siempre estaba dispuesta a ayudarme en lo que necesitase.

—Y son solo empleados, Clark. Se tratan como tal.
—Entonces, ¿te trato como tal a ti, como mal educada que eres?
—Está bien, Evan, lo siento Leandra ¿feliz?—Se acercó a mí— ¿Hacemos el ensayo juntos? Ya he llamado a los chicos —preguntó pasando sus manos por mi nuca. Su actitud me parecía repugnante. Darla solía ser una chica amable y dulce con todos. De repente, nuestra amistad se quebrantó y dejamos de hablar. Después de eso, comenzó el acoso. 
—Discúlpate con Leandra. 

—Luke me dijo que tuvo un sueño con la gordita Abi y tú estabas en el. ¿Crees que esté secretamente enamorado de ella? Se lo conté a su novia y se enfureció un poco.

—¡Leandra! —grité. Sostuve a Darla con mucha fuerza por el brazo y se zafó asustada.

—Dígame, joven.

—La señorita Darla tiene algo que decir.

—Evan...
—No tenemos todo el día, Darla.
—Lo si... —comenzó— Nada. Ve a hacer tu trabajo.

Esbocé una sonrisa falsa.

—Supongo que conoces la salida —dije. Me regresé a la habitación. Darla me persiguió desconcertada por lo acontecido.

—Evan, ¿porqué actúas así?
—No necesito recordarte la salida.
—Ya veo, pasar tiempo a escondidas con la gordita Abi te ha hecho más sensible. Qué tierno.
—¿Me has visto con ella? Y si es así, ¿tendría algo de malo eso?
—Sí. Abigail no es agradable.
—Darla, estoy muy ocupada...que diga, ocupado. 

Darla hizo una expresión de descontento. Noté mis dedos marcados en su antebrazo y me arrepentí de haberla sujetado con tanta firmeza.

—¿Estás molesto conmigo porque no le dije a Abigail lo que me pediste?—preguntó. Me detuve antes de girarme.

—¿Qué te pedí que le dijeras? No recuerdo.

—¿No lo recuerdas? Días antes de mi fiesta querías que le diera a Abi un disfraz para que no cumpliera con la temática de la actividad, pero no lo hice. —contó aburrida—. De igual forma, ella misma lo cumplió sin ni siquiera darle un disfraz. 

—Gracias por haberla invitado. Ahora, ella se dará cuenta de lo despreciables que somos todos nosotros. Con permiso, debo salir.
—No te entiendo, Evan. ¿Porqué insultas a tus amigos? ¿Qué puede ser más importante que nosotros?—Me tomó de la mano.
—Muchas otras cosas...—dije retrocediendo un poco. Esto si que era un problema. Todas las chicas estaban detrás de mí. Siempre. Era un fastidio.
—Últimamente estás muy distante conmigo, con todos. Estás pasando mucho tiempo con la gordita Abi, ¿no es cierto?—cesaron sus caricias esperando una respuesta.
—¿Tienes algún problema con eso?
—¿Qué si tengo un problema? ¿Porqué estás tan cambiado? Si estás molesto porque te abandoné frente a su casa, lo siento. Debiste dejar las cucarachas.

—¿Qué?...—ahora sí que Evan lo arruinó—. ¿Cucarachas? 
—Pareciera que haberte casi ahogado en aquel estanque te provocó una amnesia parcial. A no ser que la gordita Abi haya realizado algún tipo de encanto en ti, Evan. Conozco personas que han sufrido esos actos mágicos. 

—Darla, tu no eras así cuando éramos pequeños. Quizás fuiste víctima de esos conjuros que mencionas.

—Idioteces. Abigail Eaton te trató mal de pequeño y tienes la generosidad de pasar tiempo con ella. Me parece hipócrita de tu parte. No debí retarte. 

—No quiero que me visites más, Darla. Solo eres una amiga. Retírate sino quieres que lo haga por ti —dije cerrando la puerta del baño para sentarme en el suelo y llorar.

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⏰ Última actualización: Oct 30 ⏰

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