CAPÍTULO 12: Ventajas, Presidenta y Capitán

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La historia está en edición. Se han añadido escenas y diálogos nuevos en los capítulos anteriores. Gracias por el apoyo y leer.

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A B I G A I L

Un lunes, comienzo de semana, lluvioso de nuevo. Evan y yo nos encontrábamos en la cafetería desayunando. No había casi nadie; lo cual era perfecto. Evan decía que es mejor así porque nadie nos veía juntos. Las cocineras sonaban las bandejas metálicas al lavarlas y el único aroma en el aire era una mezcla de avena y jabón de lavaplatos.

—Comienza, Abigail —Empezó Evan. Tenía los ojos hinchados y una pizca de pasta dental seca en la comisura de sus labios. La conversación de la noche pasada no fue suficiente. Quedaban cosas por aprender. Aún conversábamos sobre todo lo que debíamos saber del otro; conociéndonos.
Nunca imaginé estar tan cerca de quien fue mi primer amor de la infancia de esta manera y luego mi acosador de primaria.

Qué suerte, ¿no?

No olvido que Evan es un completo cretino por lo que sucedió en la fiesta de Darla. No debería de estar dándole vueltas a lo mismo, pero es inevitable no hacerlo después de haber confiado en él. Además, es un poco doloroso pensar en ello, porque por primera vez pensé que todo podía ser distinto entre ambos.

—Me gusta ir mucho a la biblioteca —dije aburrida. No me apetecía contarle la historia de mi vida y mi rutina cotidiana. A él tampoco parecía emocionarle.

—Lo sé. Dime algo que no sepa —Él se acomodó el uniforme. Era increíble verme a mí misma. Era raro, pero fascinante. Notaba cosas que antes no.

—En vez de estar perdiendo el tiempo en clase hablando y durmiendo estudio y adelanto alguna tarea de cualquier otra clase —continué—. Toma notas, puede que tu cerebro no lo recuerde.

—En primer lugar, tengo tu cerebro. Segundo, dices eso con mucho énfasis: "en vez de estar perdiendo el tiempo en clase hablando...". Fui por varios años Presidente de la clase.

Miré mis uñas sin mucha importancia —. Me pregunto si tú piensas como yo o viceversa —dije curiosa, pero no entro en detalles porque ya es suficiente con haber cambiado de cuerpos, para romper mi cabeza, más bien, la de Evan, con tantas dudas, y preguntas que no tendrán una pronta respuesta.
—¿Me lo preguntas a mí, cuando no tengo ni la menor idea? —Estiró las piernas y con mi mano, su ahora mano, rascó mi monte de Venus.

–¡Modales, por favor!

—No me puedes obligar. Es incómodo, me arde. No debí rasurarme —lamentó estirando mis piernas un poco más, sonriendo. Me subí a la mesa para obtener venganza.

—¡Soy Evan Clark, el más estúpido de todo el colegio! —grité llamando la atención de los agotados estudiantes y las cocineras. Él abre sus... mis ojos y me obligó a sentarme—. Te comportas mientras estés tú en mi cuerpo. Te lo advierto, porque te avergonzaré mientras esté aquí dentro —Lo amenacé y extrañamente me sentí como si en realidad fuera Evan Clark. Mi amenaza me puso nerviosa, porque Evan podía hacer lo mismo, avergonzarme estando en mí.

La Gordita AbiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora