Capítulo 5

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¡Atención! Este capítulo puede contener algo de gore.

Quedas avisado.

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Narra Yonaka

Ver al Mogeko Defectuoso desaparecer entre las llamas me provocó un gran dolor y tristeza. Quería apartar la vista de allí, pero no podía. Solo me fui cuando el fuego, y mis lágrimas, se  consumieron por completo.

Sabía que me tenia que ir. Era el momento.

Corrí lo más rápido que podían mis cansadas piernas hacía el lugar que me traería fuera, lejos de aquel injusto castillo. Me quedé unos segundos mirándola. ¿De verdad... me iba a ir...?

Noté unos pasos que venían hacía mi. Ahí tuve claro que si me tenía que ir. Ya no había nada que me sostuviera a ese lugar y, aparte... Mi hermano me estaba esperando...

Cruce la puerta que me llevaría a la salida, sin tener en cuenta los gritos que venían detrás mía.

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Mis cansados parpados se abrieron, permitiendo a mis ojos ver lo que había a mi alrededor. Estaba en un bosque, pero un bosque que conocía bien. A la distancia, ya se podía ver mi casa, donde seguramente estaría mi querido hermano. Pero entonces...

¿Todo había sido un sueño?

Me levanté del césped donde estaba apoyada, y vi algo que me llamo la atención. Una pequeña herida se hallaba en la palma de mi mano izquierda, que comenzaba a sangrar con intensidad. No se porque, pero eso me confirmo...

Que no había sido un sueño.

Mientras corría hacía mi casa, intenté procesar todo lo sucedido. El castillo Mogeko y su malvado rey, los soldados Mogekos y los Mogekos especiales... Y también al Mogeko Defectuoso...  Aún no consiguió procesar todo esto ni cuando giró el pomo de su puerta.

-Estoy en casa...- murmuré mientras abría lentamente la puerta.

Miré hacia adelante. Todo estaba muy oscuro, a pesar de que la luz del sol entraba por las pocas ventanas que había. No conseguía ver a mi hermano, y eso me asustaba. Lo llamé por su nombre, Shinya, pero no me contestó. Decidí entonces buscar por toda la casa, que tampoco era muy grande. Así, conseguí encontrarle en la cocina...

Junto con los cadáveres de mis padres.

Ambos estaban en el suelo, rodeados de sangre, su sangre, y en sus rostros apagados y pálidos ya se veía la muerte. Además, no murieron felices, ya que sus expresiones eran de puro terror. El único que estaba feliz era Shinya, el chico que los asesinó, su propio hijo. Pero era una alegría mezclada con locura, una que se alegraba de ver sus rostros muertos, de ser él que los asesinó, y de tener su sangre por todo el cuerpo. Pero... por muy raro que parezca, no me sorprendió del todo.

Es verdad que me impactaba ver los cuerpos inertes de mis padres en el suelo de mi casa.
Es verdad que me impresionaba ver que fue mi hermano quien les quitó la vida.
Pero yo ya lo sabía. Sabía que esto acabaría ocurriendo.

Mi hermano... ¿Que es para mi hermano...? Ni yo misma estoy segura... Yo solo se que le aprecio de corazón...

Por eso quería salvarle. Por eso no le hice caso a los médicos del pueblo, que decían que una maldición estaba arrastrando a mi hermano consigo, y que ya era demasiado tarde.
Pero yo ya sabía que no había nada que hacer. No había ninguna medicina, ningún sortilegio o maleficio que pudiese salvarle de su destino. Yo me fui de mi casa siendo consciente de ello. Pero... no quería quedarme sin hacer nada, sabiendo que él...

En contra del rey #COOFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora