CAP 9: HORA DE HABLAR.

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Primer movimiento.

Segunda casilla, letra F.

Desarrollo del tema. Tutti.

Respiro entrecortado mientras la miro-¡ASUNA!- camino como loco, para agarrarla de sus antebrazos y zarandearla-¡ASUNA!- algunas personas llegan a nuestro alrededor. La chica, luego de salir del shock que dura algunos segundos, me mira confundida y se ruboriza.

-...Kirito-kun…- su labio tiembla suave. Rodea mi cuello con sus brazos y entierra su rostro en mi hombro-...Kirito-kun…-yo la agarro fuerte, posesivo, por su cintura y le hablo a su oído.

-¿estás bien? ¿Asuna, estás bien?- acaricio su pelo, en un desespero intento de calmarla (o mejor de calmarme a mí) para seguir hablando a su oído e intentar frenar el temblor de mi cuerpo.

Es la primera vez que paso por una situación de éstas; más sabiendo que mi tórax me duele un poco y que mi rodilla izquierda también, pues fue la que recibió todo el peso de la moto.

-...gracias a Dios eres tú Kirito-kun…-los copos de nieve se acumulan en su gorro, en mi cabello y a nuestro alrededor. Los pitos de los autos se incrementan- ...gracias a Dios eres tú…- asiento, aflojo el abrazo y me lanzo por mi moto, que al parecer no sufrió mayores golpes. Ella espera paciente a que pueda volver a su lado.

El corrillo de gente que había llegado trata de preguntarle a Asuna cómo está, mientras que a mí dos hombres, del montón de chismosos, me ayudan levantando la moto. Los tranquilizo a ambos, tomo mi casco del suelo, y llevo la moto hasta el andén más cercano, donde la parqueo. Asuna, sigue mi caminar y el flujo vehicular se vuelve a normalizar con el paso de los minutos. En la cera, agarro de las mejillas a Asuna, para obligarla a que me mire, y le susurro:

-¿estás bien? ¿Por qué putas andabas distraída así de esa forma en plena avenida?- ella sigue encausada en sus pensamientos y en su nerviosismo, que se hace evidente. Agarra mis manos, para que la suelte y me sonríe mientras tiembla- ¡Asuna! ¡Habla, mierda, qué no estás muda!- ella sólo se dispone a mirarme; los autos iluminan esa mirada miel que tanto parece gustarme.

-estoy bien Kirito-kun…-me susurra sin dejar de mirarme y sin soltar mis manos.

-¿estás bien? ¡¿Sólo estás bien?! ¡SÓLO ESTÁS BIEN! ¡ASUNA, QUE CASI TE LLEVO POR DELANTE! ¡CASI TE MATO!- manoteo como loco en aire mientras el palmoteo en mi pecho incrementa a una velocidad espantosa-¡CASI MATO A UNA PERSONA! ¡O CASI ME MATO YO!

-sí… pero ninguna de las dos pasó…-coloca una mano en mi mejilla y me mira directa- no pasó nada Kirito-kun…-los autos, ahora en un flujo normal vehicular, siguen en la calle abriéndose pasó a través de la nieve, que bloquea un tanto la visión.

-¡además… ¿tú no estabas ocupada?-su rostro se ruboriza. Suelta mi mano y retira la otra de mi cara para esconderlas en alguna parte de ese fino gabane color beige. Luego de eso, con aparente valor, me mira y despacio pero firme me dice:

-necesitamos hablar Kirito-kun…- me tropiezo un poco por sus palabras. ¿Hablar? ¿Hablar de qué? Nosotros no… espera, sí. Caigo en cuenta de que estaba olvidando un tema que lleva en mi cabeza casi un mes.

-¿necesitamos hablar de Brahms, cierto?- con esperanza, espero su respuesta afirmativa.

-sí Kirito… necesitamos hablar de Brahms…- miro a la calle, tal vez, ido en mis pensamientos.

-¿cuando pasó, bueno, lo de la moto... ibas para algún lugar en específico?

-para un café aquí cerca, está a una cuadra más o menos…- señala a la que sería la dirección del local y luego pienso en un lugar que posiblemente pueda estar casi vacío a ésta hora.

MÚSICA Y TÚ, ASUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora