Capitulo 7

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El tiempo paso lento, salí de su casa como a las tres horas siguientes, de camino a casa me sentía en el mundo Alan, realmente no sabía que me sucedía, eran las famosas maripositas en el estómago, ese vacío que sientes en el corazón del que todo el mundo habla cuando encuentras a la persona elegida, o por lo menos creía que así era.

Legue a mi casa pasadas las cinco de la tarde, mi papa estaba sentado en la biblioteca con la cabeza abajo. –Pensé, voy y hablo con él o simplemente lo dejo pensando y le hablo en la noche; decidí hablar con él, era mi papa desde hace mucho no comparto tiempo con él, pienso que es en estos momentos de la vida en que uno se pone a pensar, pronto tu padre no estará, pronto tu padre estará arriba, cuidando de ti pero todo cambiará, tal vez te sientas sola, sientas que todo se derrumba porque es tu padre, la persona que te ha acompañado todos estos años, la persona que tuvo que hacer el doble papel de una familia hasta que descubrió que te puedes enamorar de nuevo, no podía imaginar una vida sin Gabriel. Tengo claro que la vida se acaba, pero tiene que ser tan rápido, es decir, le queda toda una vida por delante, Juan sigue siendo un pequeño todavía y Emma no va a estar siempre, además hasta lo que yo se ella no es tutora legal de mi hermano, quiere decir que yo seré la que estará a cargo, mi Tía ya no está, mis abuelos están lejos, solo tengo a Alan y Samantha.

-Hola papi. ¿Estás bien? ¿En qué piensas?

-Cielos Mía, con razón eres mi niña, veras, no quiero morir.

No pude evitarlo lagrimas comenzaron a derramar mis ojos.

-Papa, eso no sucederá. Dije arrodillándome frente a él.

-Mía, estoy mal.

-Lo sé, pero seguirás con nosotros, no puedes dejarnos. Papa, tienes que ser fuerte por favor. ¿Dónde está Emma?

-Debe de estar con tu hermano en su cuarto.

-Está bien Papi, iré a mi habitación.

-Okey Mía, de hecho te están esperando se me había olvidado decirte.

-¿Quién está en mi habitación? Lo mire intrigada.

-Descúbrelo por ti misma. – Me miró fijamente, adoro cuando mi padre esta así, es decir, de momento esa tristeza desapareció y ahora era el de antes. El Gabriel que conozco de toda la vida que es alegre y lindo con todos.

Entre a mi habitación, la vi, estaba mirando mis libros, como era de chismosa siempre no? Me decía a mí misma, cielos, como la extrañaba, tenía que contarle muchas cosas, prácticamente necesitaba ponerla al día, sin contar con lo de mi padre y mi Tía eso lo sabía; deje de hablarle a mi subconsciente y salí a darle un enorme abrazo.

-Hola Mía, cuanto tiempo sin verte amiga.

-No vuelvas hacer esto, no quiero que estés lejos de mí. Dije con lágrimas en mis ojos de nuevo.

-No Mía, ¿Por qué lloras?

-Amiga, por todo, te he necesitado más que nunca.

-¿Quieres que hablemos del tema?

Deje de hablarle por cinco minutos, quería detenerme un momento a pensar las cosas, si, estaba claro que no estaba bien, pero desde hace tiempo no la veía y quería compartir tiempo con ella y no precisamente llorando, comiendo helado, ahogando mis penas en ella.

-No, tranquila; más bien, cuéntame, ¿cómo estuvo tu viaje?

-No sé ni cómo definirlo, la pase de maravilla, pues te empezare a contar, el día que llegue, en el hotel me recibieron muy bien, uno de esos días estaba llegando al lobby del hotel un poco distraída, cuando me di cuenta mi maletín estaba en el piso y me encuentro con un chico con unos ojos verdes de contextura delgado, más alto que yo y con una mirada que penetraba mis ojos; me puse muy nerviosa, me alcanzó mis cosas y me dijo que anduviera con más cuidado; no lo volví a ver hasta que un día que salí a caminar en la noche a cenar, entre a un restaurante de comida peruana, me senté y ahí estaba justo en la mesa al frente mío, sinceramente Mía quería que me tragara la tierra, supongo que me abre puesto roja tomate, y habrá hecho el ridículo comiendo, sabía que él estaba mirándome pero no quise parecer desesperada. En el momento que salía del restaurante sentí que alguien agarraba mi mano.

Era el, me dijo. Que linda casualidad, verte de nuevo, te gustaría tomarte un café?

Yo, caída en sus pies, le dije que sí; veras hablamos de muchos temas Mía, nuestros pasatiempos, el porqué estaba de viaje, él vive aquí en EEUU, le gusta mucho Italia, pero solo quería visitarla ya que sus padres se habían criado en esa ciudad, la verdad Mía ese chico me gustaba mucho.

-Bueno amiga, pero dentro de toda esa historia nunca mencionaste su nombre. ¿Dónde vive? Le dije un poco perdida.

-Lo siento, se rio. Se llama Lucas y vive en Nueva York.

-Cielos Sam, queda a dos horas de aquí en avión y que esperamos.

-Calma Mía, de nuevo se ríe. Tengo que pensar bien las cosas, es decir, terminamos bien, pero él me dijo que llamaría, creo que está interesado en mí, sin embargo vine a visitarte, quiero salir contigo y hacer locuras como solíamos hacerlo.

-Te quiero amiga, ¿Cuánto tiempo te quedarás?

-Bueno, pues estaba pensado.. No sé.. Yo solo digo.. Me gustaría..

-Basta Sam, sabes que detesto que hables así, ¡Dime ya!

-Lo siento querida. Bueno, te diré, quiero estudiar aquí contigo.

-Dios. Sam, ¿estas segura?

-Plenamente hermosa.

-Pues no sabes lo feliz que me siento, deberíamos ir a buscar un apartamento para las dos y vivir juntas. ¿Qué te parece?

-Me encantaría. Además, aquí tenemos la playa, y puedo ser salvavidas por un tiempo, ganar dinero y poder pagar mis estudios,

-Si!! Le dije entusiasmada.

 

Me muero por abrazarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora