Ultimo día [EDITADO]

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Ella nunca comete el mismo error dos veces. 

Elizabeth finalmente estaba aliviada de su enfermedad y estaba lista para volver a ayudar en el sombrero de Jabalí de nuevo. Estaba de muy buen humor como solía ser. Fue una de las muchas cosas que probablemente nunca cambiarían en ella.

Ella sirvió a los clientes y, ocasionalmente, tropezó con las patas de las sillas. Ella llenó el corazón de alegría a Meliodas. Le encantaba ver que ella haga su trabajo, ser tan torpe también. 

Por la noche, ya que el pecado cierra la taberna, se dio cuenta de que se le acabó el agua otra vez. Se sentía como un deja vú a él como Elizabeth ofreció para ayudarle a traer un poco de agua fresca. Se dirigieron al río. Era una noche caliente a pesar de que el sol ya se había puesto. 

-¡Elizabeth, esta vez no llenes demasiado el cubo!-dijo el rubio. 

Elizabeth asintió y soló lo lleno hasta la mitad. 

Si bien Meliodas llevaba sus dos cubos llenos, Elizabeth ella tenía la mitad de uno. Llevaba en una mano y se mantenía en equilibrio con la otra mano. Como ella había conseguido la destreza de ella, trató de mantenerse al ritmo de Meliodas. Ella lo hizo mucho mejor que la última vez. 

Elizabeth caminaba detrás de Meliodas de nuevo, pero quería caminar a su lado y empezó a caminar más rápido. Concentrada para ponerse al lado del rubio no se dio cuenta de una raíz en el suelo. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, estaba tendida en el suelo, completamente mojada.
Un deja vú totalmente.

-Elizabeth...-

Meliodas no sabía que decir más. A pesar de que hizo todo hoy en día, todavía era tan torpe como siempre. Se echó a reír y después de Elizabeth se dio cuenta de dónde estaba, se estaba riendo también. 

-Lo siento Señor Meliodas...-

-¡Voy a llevarte a casa antes de que te enfermes de nuevo!-

Se quitó la camisa y se la dio. Ella lo tomó. Sabía que no tenía elección. El chico se dió la vuelta y dejo que Elizabeth se desnudase levanto la blusa y se puso la camisa blanca. Debido a su falda y el calcetín se mojaron, así que se los tuvo que quitar también. Termino, pero se alegró de que la camisa de Meliodas podría cubrir su parte inferior a la perfección.

-Vamos a casa...- dijo mientras se realizaba el cambio. Meliodas se dio la vuelta y tuvo que tomar un buen vistazo. El examino bien...

-¡De ninguna manera te dejaré caminar de esa manera!-

-¿Se ve muy malo en mí?-

Meliodas tenía que sostener en un segundo para que no pudiera gritar lo que pensaba acerca de esto.

-¡Al contrario! Se ve demasiado bien en ti.- Lo dijo como pudo. Se acerco a la chica y la tomó de al estilo princesa en sus brazos.

Él no la dejó enfermarse tan fácilmente de nuevo, así que lo tenía que hacer era llevarla a su casa tan rápido como pudo. Elizabeth se agarró a la fuerza y sin saltó tan alto como pudo, para superar grandes distancias rápidamente. 

Tal vez él recogería el agua más tarde, pero de una cosa el estaba seguro... 

Nunca dejaría que nada malo le pase a su princesa de nuevo...







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