Capítulo II - Visita Imprevista Al Psiquiatra

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No se cuanto tiempo habrá pasado, quizás minutos u horas, lo raro de todo esto, es que ya estaba despierta, pero no podía abrir mis ojos, ni moverme, sólo sentía los pasos de las personas pasar por mi lado y ninguna se detuvo a ayudarme. Para ellos, yo era inexistente, invisible ante sus ojos.

Después de tantos esfuerzos por intentar tener de nuevo la movilidad de mi cuerpo, lo logré, me levanté y seguí con mi camino. Pasé por una calle pequeña y algo me dijo que debía entrar en ese edificio, entonces me animé. Al entrar, estuve desubicada un buen rato, habían muchas oficinas, y tres ascensores en la primera planta. Los pasos, el ruido de las máquinas, sonaban muy fuertes en mi cabeza, hasta que una voz me distrajo de mis pensamientos.

- Buenos dias señorita. ¿La puedo atender en algo?-Dijo la secretaria, con una sonrisa amable.
-Ehh-Respondí nerviosa, porque ni yo misma sabía que hacía en éste lugar-. Pues, verá...
- Ah, seguro usted sacó cita anticipada por teléfono para que la atienda el doctor Daniel. Espere un momento por favor.-Me interrumpió la secretaria.
- Ahh si-Respondí con voz temblorosa y sólo me limité a seguirle la corriente-Gracias.
-Tome asiento, por favor.

Esperé y esperé, los minutos parecían eternos, justo cuando me iba a retirar, volteé a ver por última vez a aquella secretaria. En eso veo que me llama con la mano para que me acercara. Me maldije interiormente, ya que no tenía idea de que hacía acá, pensé que lo mejor sería decirle que todo fue una confusión y largarme de éste lugar, pero había algo que me detenía, algo que me hacía creer que en éste lugar se podrían aclarar todas mis dudas, y no sé qué era. De pronto la secretaria me dijo:
- El doctor la va atender en unos minutos, Pero antes de pasar. ¿Me puede responder algunas preguntas para su formulario?
- Si, claro.
- A ver. Su nombre completo por favor.
- Kendra Christine Sanders Maldonado-Respondí.
-Fecha de nacimiento-Preguntó, sin levantar la vista de la ficha.
-01 de enero de 1995.
-Bien, dentro de poco va a cumplir veintiuno. Sigamos, ¿Hijos?
-No, niguno.
-¿Vive con alguien?
-No, sola.
-Listo, por favor, ponga aquí en ésta ficha su número de teléfono y el de algún familiar, lo segundo es opcional, y para finalizar; su firma.
-... Ya está, ¿Eso es todo?-Respondí con un poco de incomodidad.
- Si, ya puede pasar, gracias.- Respondió la secretaria.

Subí por las escaleras, hasta la tercera planta, donde vi que decía "ZONA DE PSIQUIATRÍA". ¡Oh! ¡Que bien! He venido a que me atienda un loquero. Voy a desperdiciar más mi tiempo acá. No tenia de otra, así que toqué la puerta, se abrió y me encontré con un señor, no más de cuarenta años y me dijo:

- Buenas Días, mi nombre es Daniel Barbieri. ¿Me puede comentar su caso?, siéntese por favor.

Daniel, ese nombre retumbaba en mi cabeza una y otra vez, mis pensamientos se mezclaron, tenía recuerdos vagos, donde habían varias personas, susurros y sangre por todos lados, sentí que me iba a desmayar nuevamente, el doctor se paró y me preguntó si todo andaba bien. Me agarré la cabeza, luego regresé a la normalidad y las palabras comenzaron a salir solas de mi boca, era raro. Habían muchas voces dentro de mi cabeza, estaba asustada.

- Por favor, tome éste vaso de agua, y siéntese un rato.-Dijo el doctor, mientras se acomodaba su corbata.
-Gracias-Respondí, agarré el vaso y tomé el contenido con un poco de timidez- Pero prefiero no sentarme, estoy bien aquí.
- Como gustes, ¿Me dices tu nombre, edad y me cuentas qué pasa?
- Me llamo Kendra Sanders Maldonado, tengo 20 años, y pienso suicidarme el primero de enero - Respondí, después de todo ese era mi destino.
- ¿Por qué quieres suicidarte?-Respondió Daniel.
- Porque nada está bien en mi, escucho voces.-Respondí. La voz del doctor me hacia recordar escenas trágicas de mi vida, pero no muy claras, me agarré la cabeza, las voces no cesaban.
- Algun suceso que te haya ocurrido anteriormente y que ha influido en ti para que pienses suicidarte.-Volvió a preguntar.
-Basta, no se haga el interesado, no se ni para que vine aquí. -Respondí alterada.
- ¿De verdad quieres suicidarte? Si eso es cierto, tendré que tomar otras medidas.
- No le estoy mintiendo, ya verá usted mismo dentro de cuatro días -Respondí-. Sólo recéteme algunas pastillas y ya.

El doctor me pasó un cuaderno y me pidió que escribiera lo que decían esas voces. Lo estaba haciendo, hasta que interrumpieron, tocando la puerta. Daniel le dijo que estaba ocupado que esperara un rato.
- Perdón, prosigue por favor - Dijo.
- No va a entender - Respondí.
- ¿Que dicen esas voces? - Preguntó, separándose de su asiento y sentándose al lado mío.
- Ehh pobrecita, ¿Se va a morir?, Escucha mi voz Kendra, Tu eres fuerte - Tomé un descanso.
- ¿Vives sola? - Me preguntó.
- Si, mis papás murieron -Respondí.
- Lo siento - Trataba de disculparse.
- No importa - Respondí nerviosa, el no podía enterarse, todavía.

Acabamos la conversación, luego me recetó algunos medicamentos. Agarré la receta y me fui rápido sin despedirme, bajé las escaleras, le pagué a la secretaria, por la consulta, lo único que quería era estar en mi casa, y me fui rápido de ese lugar.

Yo No Pertenezco AquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora