capitulo 6

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Capítulo 6

Cloe llevaba trabajando en la casa de los Saint durante toda una semana, el trabajo de niñera era satisfactorio hasta cierto punto. Cuidar a Justin era algo que ella le agradaba, tal vez solo con él se mostraba como era antes ya que a los demás los veía como las peores personas.

Casi no se había cruzado con Evaristo ya que él siempre tenía una cita con su novia, pero en parte ese era parte del plan, estar pasiva por el momento ayudaba. Además tenía planes con los chicos del contado que habían vuelto a conocer. Como el día de hoy que tenía una cita con Damián, para eso uso su vestido rojo que acaba de adquirir, también iba a funcionar para atrapar a Evaristo, al fin y al cabo era un hombre.

Aquel vestido la hacía todo una tentación. La hacía lucir inocentemente provocativa.

Cuando fue a su trabajo enfrascada en el vestido, noto como cada hombre que la veía se le caía la baba le dedican miradas indiscretas tratando de ver más allá del leve escote y de la falda, no era corta estaba justo arriba de las rodillas. Algunos jóvenes hasta se daban el privilegio de decirle algunas palabras. Claro que el vestido también llamo la atención de ciertas mujeres que la miraban con desaprobación y envida. Ya quisieran ellas ser tan bonitas como aquella chica nueva.

Tal vez debería ordenar bien sus prioridades, ya había tenido advertencias de los arcángeles y claro también las tubo del doctorcito, que hasta cierto punto la hacía enfadar, le recriminaba solo con la mirada cada que lo veía. Lo que ella no sabía es que el también tenía sus propios planes, que por supuesto la implicaban demasiado...

Llego a la casa de los Saint tocando el timbre. Apenas termino la melodía Justin abrió la puerta, y la recibió.

—Estas muy bonita —le dice inocente el niño.

Ella sonríe con gratitud y pasan juntos a la casa.

Evaristo esta en la sala viendo NCS Miami. Ella con prudencia lo mira y recuerda ya haberla visto y deliberadamente le cuenta el final.

—El que disparo fue el perro.

—Eso es ridículo, ¿cómo puede hacer eso un perro?

—El tipo que cuidaba al perro le enseño a morder el gatillo del arma para así poder deshacerse del aquel tipo y tener la herencia.

Él quiso replicar y se volviendo para enfrentarla, se sorprendió de sobre manera al verla en ese vestido y su pelo recogido decorado con una cinta haciendo caer unos mechones adelante encuadrando su cara. Se veía muy primaveral, él de pronto la comparo con una rosa, es más se atrevía a decir que la reencarnación de una… la hacía ver totalmente inocente a diferencia de como la veía siempre.

La mirada y la leve boca abierta no paso para nada desapercibido a los ojos de la morena, y le brindo una sonrisa algo tímida.

—C-como sea… creo que me voy a mi cuarto.

Ella frunció el ceño. O no tú no te me escapas —¿Hoy no saldrás con tu chica?

—Tenia cosas que hacer. —dijo encogiéndose de hombros pareciendo lo más casual posible.

El pequeño inquieto por no recibir atención empezó a jalar la falda de su niñera. —Quiero jugar…

—Ok, pequeño, ok… ¿qué tal un juego de mesa?

El niño sonrió mostrando sus dientes. —No… Quiero jugar a las escondidas. —pidió haciendo su puchero más adorable.

—Pero… no sé, ¿no quieres jugar otra cosa?

Puso su carita aún más adorable y haciendo brillar sus ojos con el riesgo de que algunas lágrimas se le escapen. Se rindió.

—¿Yo también puedo jugar? —dijo Evaristo sorprendiendo al niño y a la niñera.

Justin se puso contra la pared cerrando sus ojos y contando.

Evaristo tomo la muñeca de Cloe dirigiéndola escaleras arriba, ni ella se esperaba algo así pero le llevo a un recuerdo de su pasado donde él había hecho exactamente lo mismo, solo que en aquella ocasión la esperaba una cena en la habitación del chico.

Las alas le dieron un leve dolor y tuvo que detener su paso. Él la miro de cierta forma preocupado.

—Oye, ¿estás bien? —dijo tomando su cara entre sus manos y viéndola a los ojos con cierta preocupación. Este acto sorprendió a los dos, alejo sus manos con una leve caricia.

¿Qué tiene esta chica? Porque me recuerda a ella… es algo… ella es un imán que me atrae hacia un lado totalmente desconocido y conocido al mismo tiempo.

Evaristo ya se planteó aquel problema mil veces desde que la vio, pero no obtenía ni una sola respuesta. Muchas noches se sorprendió soñando con ella. Se veía a si mismo besándola y jurándole amor eterno, de pronto se convertía en su ex y se lanzaba por el mismo puede mientras el corría, trataba de ayudarla, pero siempre llegaba demasiado tarde.

—Tranquilo estoy bien… será mejor que nos escondamos rápido ya que Justin se está saltando algunos números. —recupero su sonrisa y esta vez ella lo tomo de la muñeca sin estar segura a donde escapar.

Escucharon a Justin llegando al noventa y él volvió a arrastrarla hacia el closet de limpieza. Un lugar pequeño donde apenas cabían ambos y estaban demasiada cerca sintiendo la respiración del otro… el cosquilleo volvió a ellos… el tiempo se detuvo y sintieron el pasado más presente que nunca.

Sus rostros se acercaron levemente, se concentraron en sus labios y cuando estaban suficientemente cerca para el beso que ambos de cierta forman habían ansiado… sus ojos se encuentran y de pronto los dos retroceden bruscamente, sobre todo a él, recordando a su novia… ella lo quería besar pero las alas de su espalda quemaban demasiado como para ignorar el dolor, se veía un poco de sudor recorrer su frente incluso con la leve iluminación de aquel foco que colgaba encima de ellos.

—Lo siento… yo no… —empezó a decir pero se detuvo al verla otra vez mal. —¿Estas bien? —volvió a preguntar, ganándose una mirada ponzoñosa de parte de su compañera de armario.

—No me gustan mucho los espacios cerrados. —dijo inventando su excusa de aquel comportamiento.

Como una señal, Justin abrió la puerta del armario y los encontró.

El dolor de su espalda fue disipándose poco a poco. Evaristo tenía la cabeza completamente enredada. La chica que tenía a su lado era todo un misterio… y una peligrosa tentación.

* * *

El día en su trabajo se hiso realmente pesado y ya no estaba de buen humor.

Escuchaba vagamente lo que el chico que tenía en frente le decía. Ella solo podía pensar en el plan tan desastrosamente se desmoronara… pero que esperaba la vida siempre es incierta y nadie puede cambiar ello, pero no era solo el problema del destino, el problema venia en que tuvo todo servido en bandeja de plata, aun después de las escondidas, solo que se fue frustrando con el dolor en sus alas. Los arcángeles no mentían con sus amenazas y Cloe lo había comprobado con esa leve amenaza… ciertamente no quería experimentar una verdadera lección por ellos.

Damián toco la mano de Cloe trayéndola de nuevo a la tierra.

—Debes estar cansada. ¿Quieres que nos vayamos?

Forzándose le dio una sonrisa y se excusó prometiendo una salida nueva después. Aquel chico era una buena persona, pero como todos tenía sus cosas malas, un secretito que Cloe conocía a la perfección.

Ella solo quería tumbarse tomar una ducha que le aliviara toda la tención de las malditas alas.

Cuando al fin estuvo frente a su cuarto siento un gran alivio y cuando abrió la puerta no pudo estar más sorprendida.

—Te estaba esperando…

Angel CaidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora