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La fiesta continuaba, mis amigos se divertían, pero yo no. Todos empezaban a notarlo, y se acercaban a mí, intentando darme algo de conversación. Pero de mí solo recibían monosílabos como respuestas, por lo que pronto se cansaban y se iban, a seguir divirtiéndose.

Me senté en la escalera, que quedaba justo enfrente de la puerta principal, para esperar aún un rato más a Rachel. Pero ella no aparecía. Esperé durante largo rato, pero ya estaba empezando a desesperarme. Quería explicaciones. Necesitaba explicaciones. Era mi día. ¿Por qué no estaba allí, conmigo? En un momento de distracción de mis amigos, me escapé hacia su casa. Era medianoche, y no me atrevía a llamar al timbre. Caminé por su jardín durante un rato, su perro me vio y me persiguió un rato por el patio, ladrando. Me costó convencerlo de que era yo para que se callara y dejara de ladrar, pero lo conseguí.

Miré hacia arriba, donde estaba su ventana. Justo en frente de la ventana de mi cuarto. No era exactamente una ventana, era más bien un pequeño balconcito. Aproximadamente cuatro metros me separaban de allí. Miré a los alrededores, buscando algo con lo que pudiera subir al balcón. Quizás había por allí una cuerda o algo similar. Fue entonces cuando visualice en el gran árbol de su jardín. Era grande pero subir no era nada difícil. Decidí subir al árbol, una rama pasaba por delante de su cuarto y quizás con un poco de suerte podría saltar hacia el balcón sin caerme.

Pero me caí al primer intento, haciendo un ruido espantoso. Me quedé quieto, oculto tras en tronco, siendo beneficiado por la oscuridad de la noche. Creí que no pasaba nada, y miré hacia arriba, decidiendo por dónde subir. Fue en ese momento que las luces del cuarto de Rachel se encendieron, y se asomó al balcón. Contuve la respiración y me quedé totalmente quieto.

— ¿Hay alguien? — Pregunto ella

Su perro se volvió a acercar a mí y a ladrar.

— ¡Calla! – Dije en un susurro.

Rachel estaba asustada. Sabía que si me delataba ahora, con la noche tan oscura que había ese día, no me iba a reconocer, y quizás me confundiría con un ladrón.

— ¿Hay alguien? – repitió.

El perro se había callado, y el jardín se había quedado en silencio otra vez. Rachel volvió a su cuarto y apagó las luces. Fue en ese momento cuando pude volver a respirar tranquilo. Pero sabía que tenía que tener cuidado.

Subí a las ramas del árbol, evitando rozar las hojas y hacer ruido. Puse especial atención cuando llegamos a la altura de su cuarto, quería evitar asustarla. Solo me quedaba saltar un poquito y ya estaría en el balcón. Fui a saltar pero... ¿He mencionado que le tengo pánico a las alturas?

Me quedé colgando de la barandilla. Unos cuatro metros me separaban del suelo. Cometí el error de mirar hacia abajo, y mis manos empezaron a temblar al ver lo lejos que quedaba el suelo. Empecé a sudar, sin poder moverme. No podía subir, tampoco bajar. ¿Qué iba a hacer ahora?

A travéz de la ventana -Adaptada- Historia Corta(Ricky Olson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora