Todo lo contrario (I)

140 19 5
                                    

Nos acostumbramos a poner como excusa nuestro diseño,

sin saber nada del diseño original.

Cubrimos nuestras carencias con talentos,

como si pudiéramos llenar un espacio cuadrado

con una pieza triangular


Subimos escaleras hacia un piso sin puertas,

y abrimos puertas que se quedan sin suelo.

Nos colgamos de la cuerda que nos eleva,

y sin saber volar,

dependemos de que alguien más

no la quiera cortar.


Entramos en un laberinto de miradas

sin saber descifrar la que nos mira desde arriba,

buscamos unas manos que hagan por nosotros

lo que no podemos cultivar en nuestro corazón.


Que nos miren y hagan,

mientras esperamos y miramos sin hacer.

Quizá algún día nos cansemos

de permitir que el polvo se asiente

en las ropas que usamos para

sentarnos a esperar que nos aplaudan

mientras lo único que movemos son nuestros ojos

y nuestra boca para ordenar

lo que desearíamos poder hacer

nosotros mismos.

Entre las veinte y ochoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora