Nos acostumbramos a poner como excusa nuestro diseño,
sin saber nada del diseño original.
Cubrimos nuestras carencias con talentos,
como si pudiéramos llenar un espacio cuadrado
con una pieza triangular
Subimos escaleras hacia un piso sin puertas,
y abrimos puertas que se quedan sin suelo.
Nos colgamos de la cuerda que nos eleva,
y sin saber volar,
dependemos de que alguien más
no la quiera cortar.
Entramos en un laberinto de miradas
sin saber descifrar la que nos mira desde arriba,
buscamos unas manos que hagan por nosotros
lo que no podemos cultivar en nuestro corazón.
Que nos miren y hagan,
mientras esperamos y miramos sin hacer.
Quizá algún día nos cansemos
de permitir que el polvo se asiente
en las ropas que usamos para
sentarnos a esperar que nos aplaudan
mientras lo único que movemos son nuestros ojos
y nuestra boca para ordenar
lo que desearíamos poder hacer
nosotros mismos.
