Me estoy acostumbrando
a hablar
con los mismos ojos
que observan.
Esos que ves
cuando estoy en silencio
y que te pierdes
cuando lloro
porque dicen demasiado.
Empiezo a pensar
que no es así
como deba explicarte
que las lágrimas son historias
o que el silencio sean cicatrices
que te gritan
que te dicen
que regreses
y que no te vayas nunca.
La verdad ya no sé
qué está escrito en mi piel
sobre los silencios que guardo.
Sé que ellos mismos
son el lienzo
para que tus palabras
me dibujen
como quieras.
Ya no me va a doler que traces
con lágrimas,
o silencios,
o sonrisas,
o palabras,
lo que tú
harás
de nosotros.