Capítulo 1.

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James acababa de despertar tras un alocado cumpleaños, al fin tenía sus tan anhelados dieciocho años. Se sentó en su cama aún adormilado y contempló su habitación, es pequeña, las paredes son color azul marino, el piso es de madera, tiene una ventana que da a la calle con unas cortinas blancas, un armario azul no muy grande, un escritorio blanco con su laptop negra, una mesita de noche celeste y por supuesto, una cama muy cómoda.
Tocan la puerta de su habitación, y tras un —Adelante— de su parte, una señora de unos cuarenta y cinco años, bajita, de tez blanca, rubia y de ojos claros, entra a su cuarto con una bandeja en sus manos.

—Hola cariño, te he traído el desayuno— Saluda su madre entrando a su habitación con cuidado de no volcar el café.

—Hola mamá, gracias— James tomó la bandeja y la situó sobre su regazo

—¿Cómo amaneció mi hombrecito?— Preguntó ella acariciando el negro cabello de su hijo.

—Bien mamá ¿Cómo está papá?— James se notaba claramente preocupado por el estado de su padre, quien hacía más de un mes, permanecía en coma.

—Hijo, hay algo que debes saber sobre eso...— Comienza cabizbaja, toma una bocanada de aire y continúa —Tu padre, falleció esta mañana, lo siento mucho, pretendía decírtelo más tarde y no arruinarte el día desde ahora— Su madre se disculpó y salió de la habitación de su hijo para dejarlo pensar en soledad.

James no podía creer lo que había sucedido, él amaba a su padre, era su ejemplo a seguir. Divagando a causa de su tristeza comenzó a pensar, él no era nada parecido a ningún familiar suyo, el miedo lo invadió por completo y miles de pensamientos cruzaron su mente.

—¡Mamá, ven ya!— Gritó James desesperado, esperando que lo que perturbaba sus pensamientos no fuese cierto.

—¿Qué sucede hijo? ¿Te encuentras bien?— Su madre apareció en la habitación en menos de diez segundos, claramente asustada ante el repentino grito de su hijo, pensando lo peor.

—¿Por qué no soy parecido a ninguno de ustedes?— Preguntó él molesto, al ver que no obtenía respuesta, dió por acertada su duda —¡Dime!— Le gritó a su madre y ella se sentó en una esquina de su cama.

—Hijo, ahora que tienes dieciocho años, hay algo que debes saber...a decir verdad, es algo muy extraño, de hecho, ni yo misma logro hacerme la idea aún— Su madre se sienta en la cama mirando hacia abajo.

—Mamá habla ya, me estás asustando— Le advierte James y ella asiente cabizbaja para luego volver a mirarlo al rostro.

—Primero que todo, cálmate, no quiero que te aflijas más ¿De acuerdo? Tal vez sea mejor que vuelva y te cuente más tarde, cuando ya no te sientas tan mal por la muerte de tu padre— Su madre intentaba escapar de dicha noticia como sea, pero no le sería fácil.

—Dime qué es lo que sucede, ya no me lo escondas más— Pidió su hijo aparentando estar relajado, pero su mandíbula apretada y las lágrimas que estaba conteniendo, dejaban al descubierto el claro enfado que sentía en ese momento.

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