Capítulo 4.

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Hijo, has vuelto Una voz femenina lo despierta y él abre los ojos sobresaltado.

¿Quién eres? ¿Dónde están todos?James no comprendía nada, la ciudad estaba como si jamás hubiese sido escondida bajo la arena durante tantos años.

Soy tu madre, la reina Cleopatra VII, y él es tu padre, el rey Ptolomeo XII, quien además es tu tíoSe presentó señalando al hombre que caminaba hacia ellos.

¿Qué? Es lo único que James había podido pronunciar, estaba totalmente confundido, de repente su familia egipcia estaba viva y la ciudad estaba en perfecto estado con muchas otras personas, pero lo que más lo inquietaba en ese momento, era que su padre también era su tío.

Hijo, has leído el papiro y seguido las indicaciones, la profecía era cierta, a partir de ahora, todos seremos inmortales ¡Y Egipto se apoderará del mundo entero! ¡Guardias, encierrenlo en el calabozo! De inmediato dos hombres a quienes James no podía tomar como guardias reales debido a sus faldas extremadamente cortas, lo tomaron de los brazos y lo arrastraron hacia una habitación subterránea, oscura y húmeda, dejándolo allí encerrado.

¡Sáquenme de aquí! ¡Soy el príncipe de Egipto! ¡Yo los reviví, de no ser por mí estarían todos muertos!Gritó James en un vano intento de ser oído.

Comenzó a caminar de un lado a otro sin saber que hacer, miró a su alrededor y se percató de que no había absolutamente nada en esa habitación, por lo que debía dormir en el suelo.
Las horas pasaban y nadie bajaba a ver si él se encontraba bien, la situación lo superaba y ahora más que nunca se arrepentía de sus actos.

Sáquenme de aquí, por favor Terminó la oración en un susurro.

Se sentó escondiendo la cabeza entre sus piernas y comenzó a sollozar —Si tan sólo me hubiese quedado con mi madre, nada de esto estaría sucediendo ahoraPensó, y sin darse cuenta, cayó profundamente dormido.

El Renacimiento De Egipto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora