Scott Lang/Ant-Man

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Título: "Hola, Soy Scott"

Personaje: Scott Lang/ Ant-Man

Advertencias: Ninguna

Vivías sola, y como todo en la vida, tenía sus ventajas y desventajas. Te encantaba el hecho de tener un lugar propio, contar con algo de privacidad, ya que antes vivías en una casa pequeña, con una familia bastante numerosa. Pero no te gustaba el hecho de que el edificio donde se encontraba tu departamento tuviera tan pocas medidas de seguridad, ya que últimamente han habido muchos incidentes en que ladrones o drogadictos andan merodeando por los departamentos vecinos, por suerte, nunca el tuyo, aún.
Estabas recostada en el sofá de tu sala, leyendo uno de tus libros favoritos "Cien años de soledad" por Gabriel García Márquez.
Después de terminar el capítulo en el que te encontrabas, decidiste que ya era hora de dormir, pues mañana sería un día muy ajetreado en el trabajo.
Te dirigiste hacia tu habitación. Una vez que llegaste, comenzaste a preparar la cama, te tumbaste bajo las sábanas, y cerraste los ojos, con la intención de dejarte llevar por el sueño.
Justo cuando creíste que ya te habías rendido ante el cansancio, algo llamo tu atención, algo que te dejo muy intranquila. Un ruido sospechoso proveniente de la cocina.
«Demonios»
Sabías que lo correcto, era llamar al 911 en busca de ayuda, como cualquier persona normal, pero en vez de eso, te convenciste con la idea de que podías solucionarlo tú misma.
Te levantaste, tomaste la navaja que estaba en el cajón de tu mesita de noche, la sacaste de su estuche, y te dirigiste hacia la puerta, la cual abriste con mucha cautela.
Saliste a pasos cortos, y silenciosos, no querías alertar a quien sea que estuviera entrometiéndose en tu hogar.
Ya cuando llegaste a la cocina, te sorprendiste bastante, por lo que te encontraste, o lo que no te encontraste, más bien dicho.
«Tiene que ser una maldita broma»
Tu mirada se dirigió a la sala, pero tampoco había rastro de que alguien estuviera ahí, fuiste a buscar al baño, y nada.
Volviste a la cocina, y te sentaste en una de las sillas que había en la barra.
Esperaste unos momentos, y una vez más, escuchaste como un ruido provenía ahora de la sala.
En ese momento, lo único que pensabas era si tenías que llamar a un sacerdote para que fuera a bendecir el lugar, o a alguien para que hiciera una limpia.
—Si eres un fantasma o un demonio, tengo agua bendita y un crucifijo en mi cajón, y no me da miedo usarlo—Avisaste en voz alta.
Te sentías como una estúpida, ya que en primera no tenías nada de eso, y en segunda, no sabias realmente que era lo que estaba pasando.
Te resignaste después de unos minutos, así que solo te diste la media vuelta para volver a retomar tu siesta, cuando escuchaste una voz, una voz masculina.
—No soy un fantasma, soy una persona.
Te volteaste inmediatamente, alarmada, fue ahí cuando realmente entraste en pánico, ya que seguías sin ver nada ni a nadie.
—¿Y por qué no puedo verte? ¿Dónde estás y qué demonios quieres?—Preguntaste con voz temblorosa, y rápidamente fuiste a la cocina por un sartén, el cual alzaste en tus manos en una posición amenazante.
—Ah si, lo siento—Se disculpó—Espera un segundo.
Te quedaste boquiabierta, muda, y asustada. Pensabas que ya lo habías visto, pero definitivamente nunca antes tus ojos habían presenciado algo como eso.
Un hombre salió de la nada, como por arte de magia, solo apareció y ya. Llevaba un traje muy extraño, también tenía puesto un casco en su cabeza.
El hombre abrió la carátula del casco, dejando al descubierto su rostro, que por cierto era bastante guapo.
Tú solo estabas ahí, en silencio, sin saber qué decir.
—Hola, soy Scott—Dijo alegremente con una sonrisa, y alzando su mano en forma de saludo.
Lo único que hiciste en respuesta, fue darle con el sartén en la cabeza, pero no funcionó ya que estaba protegido con el casco, así que comenzaste a golpearlo por todas partes.
—Oye, oye tranquila—Se alejó pero tú seguiste golpeándolo—Ya ya no voy a hacerte nada no soy un ladrón ni nada por el estilo.
Aun así no te detuviste, hasta que el tal "Scott" tomo el sartén y lo aventó a un lado.
Te alejaste, quedando pegada a la pared.
—¿Cómo diablos hiciste eso?
—¿Hacer qué?
—Eso, aparecer de la nada, ¿Es un truco de magia o algo así?
—Es ciencia—Respondió con una leve risa—Y no aparecí de la nada, solo recuperé mi tamaño normal, estaba pequeño, y por eso no podías verme, este traje es el que me lo permite.
—Bien, digamos que dices la verdad y no me estoy volviendo loca, pero ahora, dame una muy buena razón por la que no debo de llamar a la policía en este mismo momento por el hecho de que estas invadiendo propiedad privada.
—Okey, te lo explicaré todo, ¿Tienes algunos minutos? Es una larga historia.
Asentiste nerviosa, y el suspiró.
—Verás...
***
—Y así fue como el Hombre Hormiga no tuvo otra opción más que entrar en tu acogedor hogar a estas horas de la noche, que por cierto disculpa por haber entrado así nomas.
—Wow—Murmuraste—Solo agradezco que hayas sido tu y no Hulk, el tipo grandote y verde que es parte de los Vengadores.
—Si, eso sí hubiera estado feo—Sonrío, a lo que tú le devolviste el gesto—Creo que ya puedo irme, es tarde, y además necesitas descansar, de todas formas ya te he causado muchas molestias.
—No te preocupes, me alegró conocer a una de las personas que le patea los traseros a la gente mala.
Ambos rieron.
El se levanto de tu sillón, y se fue hacia la puerta. Y justo cuando iba a salir, se detuvo, y te miro.
—Sabes, quisiera compensarte por lo sucedido, ¿Qué tal una cena, tú y yo, mañana por la noche? Yo paso por ti, am...
—(Tn), y si, me encantaría ir a cenar contigo—Le dedicaste una sonrisa.
Me devolvió el gesto, y antes de cerrar la puerta, Te miró de nuevo.
—Por cierto, soy Scott.
—Ya me lo habías dicho—Dijiste riendo levemente.
—Oh, es cierto.
Termino de decir, para luego irse.
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Scott tan tierno como siempre, debería de entrar en mi casa también, es bienvenido xD
Espero les haya gustado, gracias por leer!

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