La cuarta Bala

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No... ¡No podía dejar que Catherine muriera!

Disparó la cuarta bala, y antes del golpe la pelirosada se puso delante de su compañera.
Polvo rosado salió, mientras pétalos de rosas rodeaban el cuerpo, que se encontraba suspendido en el aire. Aquel bello espectáculo pasó delante de los ojos aterrados y cristalizados de la morena.
Los guanteletes se desprendieron de las manos y brazos de la mujer. El rifle cayó al suelo, al ver como el cuerpo de la muchacha se teñía de una luz rojiza y se difuminaba delante de sus ojos.
Cayeron suaves, como rocío, las lágrimas de ambas mujeres. Jhin guardó su arma y levantó con cuidado a la Catherine. Una pequeña mancha carmesí yacía en el suelo y ante la mirada medio moribunda de la rubia, cayó al suelo la colosal obra de arte.
La cargó sobre su hombro y camino fuera de la casa.

***

Despertó completamente dolorida, su frente ardía y su pulso se aceleró. Sintió frío en su cara y comenzó a temblar. Vio, entonces, un rostro delgado. Cabello negro caía en su frente.
Un negro mechón de pelo cubría uno de los ojos del hombre que se encontraba a su lado. Se ruborizó extrañada. Quiso hablar, pero su boca no lograba formular las palabras. Su pálida piel, aquel melodioso rostro, esos ojos, sus labios... Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de aquel personaje, extravagante y perfecto. Con una voz serena, apasionante, se dirigió hacia ella. -Me alegra que hayas despertado, Catherine-una corriente eléctrica paso por la espalda de Cath, poniendo sus pelos de su nuca de punta. Una palabra logró salir de su boca, más bien, un pensamiento en alto.

Jhin...?

El amor es ArteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora