Parabatai.

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Esa noche, Rafael no podía dormir. Se suponía que debía estar dormido desde hacía media hora, pero había algo que preocupaba al pequeño cazador de sombras, y eso, sumado a la fuerte lluvia que caía en Brooklyn, no dejaba dormir a Rafe.

Miró el reloj que se encontraba sobre su mesa de noche, el cual marcaba las 10 pm. Si era silencioso, podría colarse a la habitación de Max para dormir con él, pero ahora solo quería a sus padres.

Todo había comenzado hoy, cuando el tío Jace se había unido a Alec en la sesión de entrenamiento en el Instituto y habían hecho una "pequeña demostración" de como se luchaba sin espadas. Rafael había quedado sorprendido ante la coordinación de los movimientos de ambos, como si Jace pudiera leer los pensamientos de Alec para saber que movimiento efectuar y viceversa. Su padre le había explicado sobre los Parabatai varias veces, y él sabía perfectamente a quien quería para Parabatai, pero saber que no podían serlo solo hacía que el corazón del niño se estrujara. Un fuerte relámpago iluminó la habitación, seguido de un trueno, haciendo sobresaltar a Rafael. Decidido, bajó de un salto de la cama y corrió por el pasillo hacia el cuarto de sus padres.

Entró a la habitación y caminó de puntitas hasta el borde de la cama.

Alec se encontraba profundamente dormido, abrazando a un Max también dormido, quien seguramente se había pasado a la cama de sus padres hacía rato. Eran unos ojos de gato los que lo miraban en la oscuridad de la habitación.

-¿Rafe? -la voz de Magnus sonaba ronca, seguramente por el sueño. Extendió uno de sus brazos en dirección al pequeño cazador de sombras-. Ven aquí, anda.

Sin pensarlo dos veces, Rafael se trepó a la cama y gateó hasta llegar al brujo, abrazándose con fuerza a él.

-¿Te despertó la lluvia?

Rafael negó, los oscuros rizos negros de su cabeza moviéndose cuando lo hizo.

-Así que no puedes dormir. -Magnus suspiró y abrazó a su hijo, besando su frente-. ¿Te preocupa algo? ¿Quieres contarme?

Rafael volvió a negar. No quería hablar sobre lo que le preocupaba ahora, Max podría despertar y escucharlo.

-Mañana. -respondió simplemente, comenzando a sentir pesados los párpados.

-Bien, mañana. -el brujo asintió y comenzó a quedarse dormido también, abrazando a su pequeño hijo-. Ahora duerme, mi pequeño ángel.

Esa noche, Rafael durmió toda la noche abrazado a Magnus, pero había estirado una de sus manos hacia la mano de Max y la había tomado, prometiéndose a sí mismo que encontraría una solución.

A la mañana siguiente, cuando despertó, estaba solo en la habitación, a excepción de Presidente Miau, quien se encontraba dormido sobre la almohada de Magnus. Se levantó de la cama y caminó hacia la cocina, encontrándose con Alec preparándose un té.

-¿Y papá? -preguntó una vez estuvo dentro de la cocina.

-¡Rafe! Tu desayuno está en el microondas, solo dame unos minutos para calentarlo. -Alec se acercó y despeinó con cariño el cabello de su hijo-. Salió a atender un cliente y Max quizo acompañarlo.

-Oh. -el pequeño niño no pudo evitar la pequeña mueca que se formó en sus labios, logrando preocupar al pelinegro.

-¿Rafael? -preguntó Alec con suavidad, con los ojos fijos en su hijo -. ¿Está todo bien?

Rafael suspiró y cuando abrió la boca para contestarle al ojiazul, la puerta del Loft se abrió.

-¡Hemos llegado! -exclamó Magnus, entrando al lugar con Max apoyado en su hombro, completamente dormido. Besó con suavidad los labios de Alec antes de sujetar mejor a Max-. Supongo que tanto ajetreo dejó exhausto a Max, iré a dejarlo en su cama.

Malec Fics.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora