My Love.

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Aquella noche, las paredes del Loft se encontraban más frías de lo usual, al igual que las sábanas de seda y al igual que el corazón de Magnus.

Hacía ya dos semanas que había terminado con Alec. Dos semanas que, en 400 años, se sentían las más miserables de su vida. Alec le enviaba mensajes y lo llamaba todos los días, cada mensaje acumulado en un teléfono que no revisaba, cada llamada atentida por el buzón de voz.

Y lo peor era eso, que lo extrañaba. Extrañaba sus hermosos y sinceros ojos azules, extrañaba su alborotado cabello negro y pasar los dedos por este mientras ambos se acurrucaban en la sala para ver películas a altas horas de la noche. Extrañaba todo del Nephilim, sus mejillas sonrojadas, el suave tacto de su piel, el olor a café en las mañanas. Pero sobretodo extrañaba su profunda y suave voz diciéndole Te amo con timidez pero con una sinceridad tan fuerte que hacía que él corazón de Magnus doliera.

Extrañaba a Alexander como no había extrañado a alguien o algo nunca.

Presidente Miau sacó al brujo de sus cavilaciones al maullar desde el suelo de la habitación. Magnus volteó a observar al gato, quedándose momentáneamente sorprendido. El felino llevaba entre sus dientes la bufanda azul oscuro que él le había regalado a Alec. Sin pensarlo tomó la prenda, aún olía a gel de baño y canela. Olía a Alec.

Miró el reloj de su mesa de noche, el cual marcaba las 11:37 pm. Oh, al demonio.

-A veces logras sorprenderme, Presidente. -murmuró Magnus mientras se incorporaba y salía de la cama. Se acuclilló en el suelo y acarició a Presidente Miau detrás de las orejas-. Recuerdame darte una lata de atún más tarde.

Y sin más, se levantó y se encaminó a la ducha, ganándose un maullido de protesta de parte del gato al haber dejado de mimarlo.

Lo había estado pensando muy bien en esas dos semanas. Si, él se había enojado con Alec por hablar con Camille a sus espaldas, pero si lo veía desde otra perspectiva, era algo un poco lógico. Él sabía todo de Alec, y Alec no sabía mucho de él. Nunca nadie se había ganado tal confianza para saber todo de Magnus, pero el solo pensar en su Nephilim afligido por eso, hacía que el brujo quisiera contarle absolutamente todo.

Tras ducharse rápidamente, salió con una toalla en las caderas y caminó hacia su closet. El closet de Magnus no era tan grande, al menos no desde afuera, pero cuando abría la pequeña puerta, estaba un espacio tan grande como para ser una boutique, lleno de absurdas cantidades de ropa, zapatos, accesorios y maquillaje.

Se decidió por un par de jeans ajustados de color azul oscuro, seguido de una especie de camiseta mangas largas de color morado brillante, los botones se ajustaban solo hasta el inicio de su caja torácica, por lo que parte del pecho del brujo quedaba a la vista. Combinó un par de zapatos de vestir negros y, para finalizar, su cinturón con la M de oro en la hebilla.

Peinó su cabello como siempre hacía, dejándolo en puntas, lleno de varias líneas de purpurina a juego con los mechones de colores que tenía. Se limitó a colocarse solo delineador y una línea fina de purpurina en la línea de las pestañas.

-¿Tu que dices, Presidente? -el brujo volteó a ver al gato, el cual estaba acurrucado sobre una de las almohadas del cuarto-. ¿Debo dejarlo maravillosamente deslumbrado o solo deslumbrado?

El gato maulló en dirección a Magnus, quien sonrió ampliamente.

-Eso pensé. Maravillosamente deslumbrado. -chasqueó los dedos y deshizo el glamour que solía usar en sus ojos. Lo común se fue, dando paso al oro con unos tonos verdes y a pupilas como rendijas.

Alec nunca había visto a Magnus sin glamour en sus ojos.

Una vez listo, el brujo comenzó a crear un portal allí mismo, no había tiempo que perder.

Malec Fics.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora