Horas después y aun en la oscuridad de la noche, Eddy era conducido de regreso a tierra firme. Ante la vista atónita de algunos miembros del Remanente, fue apertrechado con material de guerra y se le entregó un viejo camión de correos para que cargase los elementos de la lista. Sin más ceremonias que un par de amenazas entre las partes, Eddy trepó al vehículo y pisó a fondo el acelerador, perdiéndose rápidamente entre la espesa niebla de la madrugada. Todo cuanto tenía en mente el regulador, era recolectar cada artículo y regresar lo antes posible por su hermano.
El primer objetivo que se planteó, fue la guarida de los saqueadores. Posiblemente ellos habían logrado juntar cada uno de los requerimientos tecnológicos y eso facilitaría todo su trabajo. Llegó con los primeros rayos de sol, que se afanaban en penetrar la grisácea cortina de nubes.
Aparcó cerca de la entrada y como no andaba para juegos, saltó del camión con pistola en mano y se arrojó escaleras abajo en busca del tesoro que salvaría la vida de Melvin. No tuvo tanta suerte, dos artículos de la lista no estaban incluidos en el exhaustivo inventario que realizó de prisa. Con todo, no se dio vueltas, cargo cuanto tenían allí y lo acomodó en el compartimento trasero del camión de correos. Esta tarea le tomó cerca de una hora y cuando la hubo culminado, se dedicó a pensar como conseguiría los artículos faltantes. Se sentó a la sombra del vehículo, con el arrugado papel en las manos y lo miró por varios minutos sin saber qué hacer.
Se trataba nada más y nada menos que de un mezclador de audio de al menos seis canales y una antena satelital. Ambos artilugios eran completamente desconocidos para el cazador de recompensas y por lo tanto, no tenía ni la más remota idea de la apariencia que podrían tener. De todas formas, esas preocupaciones enmudecían ante la pregunta de dónde encontrarlos. Casi que se devana los sesos de tanto pensar, pero a punto de darse por vencido, se le ocurrió una brillante idea. En el pueblo de "Nueva Esperanza" debía existir alguien con el conocimiento suficiente sobre antiguas tecnologías y de ser así, el Errante Willy lo podría orientar para encontrar los artículos faltantes. Eddy se felicitó primero por su genialidad y un segundo después, se reprochó el haber demorado tanto en llegar a dicha conclusión, la cual resultaba a todas luces, lo más lógico. Acusándose de ser un gran tonto, subió al camión de correos y emprendió el viaje al pueblecito de "Nueva Esperanza". Más que nunca, el nombre del pueblo se le antojaba una afortunada coincidencia.
Por el extraño cambio de vehículo, le costó unos cuantos minutos demostrar a los guardias de la barricada que era uno de los reguladores de Gordon, pero tras una breve explicación e informar que habían dado muerte a los saqueadores, le dejaron pasar. No se tardó mucho en rendir parte al alcalde, el cual se sintió ampliamente satisfecho con los resultados y se ofreció a colaborar en el rescate de Melvin, a lo que Eddy se negó, aludiendo que lo que necesitaba, era encontrar a alguien que conociese de tecnologías. Conducido por un asistente del alcalde, llegó al puesto del mayor chatarrero de la zona. Antonio el Comerciante era famoso por tener los más anticuados e inservibles artefactos y si dentro de su colección no encontrabas lo que buscabas, era porque no existía en el mundo. Para mala suerte de Eddy, Antonio no poseía ni un plato satelital, ni una mezcladora de audio, sim embargo, supo darle una buena descripción de ambos elementos.
A toda prisa, salió de la chatarrera de Antonio en busca del Errante Willy. Pero como la vez anterior, por más que lo buscó, no lo encontró, aunque imaginó que esta vez era posible que su hija conociera su paradero. Atravesó el bar sin prestar atención a los clientes y se dirigió directamente a la barra, donde la chica servía licor distraídamente. La tomó del brazo sacudiéndola con tal fuerza, que la joven casi derrama el preciado líquido sobre uno de los clientes.
- ¡Tranquilo amigo! – se quejó el hombre, pero al enfrentar la furiosa mirada del regulador, no dijo nada más.
- Así que nos volvemos a ver. – dijo la muchacha intentando limpiar el desastre. – No me importa. ¿Ese es tu nombre, cierto?
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Otro Día en el Apocalipsis
Science-FictionCon el fuego de mil truenos, las naciones de la Tierra se extinguieron en el caos de la Guerra Global. Ahora, el mundo ha desaparecido y todo rastro de orden y civilización se ha ido con él. Las ciudades no son mas que cenizas y recuerdos olvidados...