vii. Debiste matarme cuando tuviste la oportunidad.

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El caso del asesinato de Elizaberth era el más polémico que encontré de la primavera del 2009. Al leer el expediente, me sentí consternado. Pidiéndole así a mi jefe de departamento que se reabriera el caso. Al igual que en todos los anteriores, estuvo de acuerdo.

A mediados de abril me asignaron la evaluación psicológica del presunto asesino. Era yo entonces un simple universitario salido hacia poco de su carrera. Por lo tanto, mis tácticas estaban listas para ser puestas en práctica, pero la inexperiencia podía traicionarme.
El "paciente" era el Sr. Mäkinem. Un hombre que a primera vista parecía la mar de normal, le podrías haber sostenido la puerta de algún comercio, o incluso haberte sentado con él en el bus. Era tan normal que me pregunté si se habrían equivocado al traerlo aquí.

-¿Quién es usted?- Me inquirió cuando entré por la puerta de la sala de interrogatorios.

-Soy Franklin Rivertown, encantado señor Mäkinem.-La mirada lasciva que me propinó dejó muy claros sus prejuicios acerca de la gente de color. Es decir, acerca de mi gente. Cauteloso, me dejé caer en la silla frente a aquel individuo.-¿Sabe por qué está aquí?

-Me acusan de haber asesinado a la que fue mi novia hace tres años. Estoy muy apenado por Elizaberth, pero no le hice daño. Además ¿quién es usted?

-Soy el especialista psicológico de este departamento, que se encarga de reanudar los casos antiguos y vengo a hablar con usted para comprobar su estado mental que, por lo que veo, parece normal... Si le han traído aquí puede haber sido sólo por mera investigación. En fin, comencemos.-Sabía perfectamente que era mentira, los investigadores que habían llevado este caso durante los meses siguientes estaban seguros de que se trataba de él. El decrépito hombre se movió incómodo en la silla. Saqué mi carpeta con los informes.-En abril del 2009, Elizaberth Toivonen fue hallada muerta en su domicilio por cinco disparos en el pecho. Nunca se encontró el revolver ni al asesino. Tras analizar las balas, hemos descubierto que se trataba de un Smith & Wesson modelo 57, calibre 41. ¿Sabe cuál es la capacidad de disparo de dicha pistola?

-No lo sé, yo no soy el investigador aquí.

-Oh, pensé que lo sabía. La capacidad de disparo son 6 tiros. Elizaberth recibió cinco. Prácticamente, la avasallaron con rabia. El asesino hubiese seguido de no ser porque su arma simplemente dejó de disparar. -Deposité una foto de la escena del crimen delante del hombre. Ni siquiera se dignó a observarla.-Hemos estado haciendo entrevistas con varios amigos de la víctima, todos llegaron a hablar de usted.

-Obviamente, Eli y yo eramos novios.

-¿Entonces me puede explicar como es posible que todos hablasen de su desorden emocional después de la ruptura? Coincidieron en que no lo podía superar...

-¿Me está acusando de que la maté? ¿Por qué iba a hacerlo? ¡Además, no podría haber vivido sin remordimientos!

-Esa excusa está completamente fuera de lugar.-Un pequeño golpe en la ventana me hizo entender de que el comisario quería hablar conmigo. Me dirigí a la puerta con la mirada del señor Mäkinem grapada a mi espalda.-Vuelvo en unos instantes, disculpe.-Tras salir, los investigadores junto al comisario charlaron conmigo acerca de las cosas relevantes que podían ayudarme a sacarle la confesión al testarudo hombre. Volví a la habitación con otra carpeta llena de documentos.

-Quiero un aboga...

-¿Eso no sería culpabilizarse automáticamente? Por muchos abogados que pida, los expedientes que tengo aquí, junto a mi diagnostico lo llevarán derechito a la cárcel. ¿Desea perder aún más tiempo?-Cerró los labios y bajó la vista a la mesa de plástico color cobrizo.-La mato porque ella quería marcharse de Finlandia ¿no es cierto?

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