Capítulo 30 - Rebelión II

1.9K 87 10
                                    


Danza Entre Lobos

Capítulo 30

Rebelión II

La mujer mayor levantó su rostro preocupada, el hielo de un mirar azul como aquel, un color y expresión que recordaba a los años mozos de Christoph y a su suegro, cuando un Ho mira de esa forma es seguro que no dudará en sus acciones sin importar las consecuencias. -No reprocharé, no permitiré a nadie decir injuria alguna que te hiera y silenciaré los pensamientos que no entiendo... pero no te vayas así, dejándome semejante angustia- Tomando la mano de Erstin, como si temiera que se apartara corriendo sin mirar atrás, como si estuviese hecha de bruma vaporosa, se apresuró a abrazarla y a su oído susurró con voz tranquila como si de una nana se tratara. -... encontraremos la forma y si no es el caso, yo te ayudaré para que vayas a su encuentro-

.

.

.

El día anterior...

Tomaron los almuerzos que la abuela había dispuesto para todos con ayuda de la servidumbre y fueron a las caballerizas. Iperion estaba listo y contento de servir nuevamente a su ama, principalmente porque había sido el transporte de la bella de Tsu a quien tenía el orgullo de llevar en su lomo, con el cuidado y protección extra de la Duquesa.

Natsuki tendió su mano a Shizuru para ayudarle a subir en el corcel que también ponía de su parte, haciendo una reverencia. Pese a que la Fujino ocupaba atuendos más cómodos con un pantalón bajo su vestido, ello no implicaba que la joven Kruger dejase de lado sus modales y gallardía. Con la castaña delante la pelinegra, la morena asió las riendas y el viaje hacia los campos de trigo tuvo lugar.

El camino se hizo apacible y tranquilo en la contemplación del paisaje, aún con la comitiva de sirvientes que se adelantaba en carretas o a caballo, era como si aquel lugar se sirviese en belleza solo para las dos, con las arboledas de Fukka a cada lado del camino, a lo lejos en el horizonte pudo ver el brillo dorado de las espigas en los campos, como si estos fueran un mar amarillo del cual el viento procurase olas. En ese momento, el simple movimiento de las patas de Iperion acompasado a su paso fino, el cálido cuerpo que la envolvía a sus espaldas, la suave respiración que acariciaba cerca de su cuello, hacía que para Shizuru no hubiese un mejor lugar en el mundo, ninguno más seguro que los brazos de Natsuki, de cierta manera ella desprendía esa sensación de tranquilidad con tanta facilidad que no sentía temor de nada. A la par recordaba la castaña, que vivía un deja vú en lo profundo de su memoria, traía consigo diversas y confusas memorias de un día que se antojaba ya muy lejano... la Duquesa ya le había abrigado con sus brazos, ya le había susurrado dulces palabras para darle calma, aun sin entender si estaba en medio de alguna clase de peligro, la sensación de su gentileza permanecía dentro de ella.

Quiso preguntar, pero las circunstancias se lo impidieron con su arribo a los campos de trigo, allí ya había reunido un numeroso grupo, entre ellos los antiguos sirvientes de Tsu que alzaban sus manos para saludarles, Sergei y Nina, con una prudente distancia de por medio, Akira apoyada en un árbol redactando lo que pareciese una carta y los demás sirvientes, oriundos de la misma Fukka. La marcha se detuvo, Natsuki bajó primero y le tendió la mano para ayudarle a bajar, la recibió en sus brazos, tan cerca que no evitaron mirarse una a la otra con ojos enamorados. La chifla y la reclamación de los serviles no se hicieron esperar. -Nada de comer pan frente a los menos afortunados Kuga- La expresión de Takeda no tardó en abochornarlas, más separadas se hicieron las distancias no por gusto, más bien por decoro.

Danza Entre LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora